6 de diciembre de 1975
DA MIHI VIRTUTEM CONTRA HOSTES TUOS28
Hijo mío, estas son palabras que todo fiel mío, todo sacerdote mío no sólo debe pronunciar con los labios sino que debe
pronunciarlas con el corazón y con la mente, en humildad de espíritu y simplicidad de fe.
28 Dame fuerza contra tus enemigos.
No por nada estas palabras han sido puestas en los labios de los cristianos y en particular de mis sacerdotes. Además de ser una
oración, son una advertencia de extraordinaria importancia, son una indicación de la misión específica del cristianismo como
soldado de Cristo, en la incansable lucha contra las fuerzas tenebrosas del infierno, enemigas de Dios y de la salvación de las
almas.
Amigos de Satanás
He hablado en anteriores mensajes de las múltiples contradicciones en mi Iglesia.
He aquí una estridente:
se reza, se
pide fuerza, potencia contra un Enemigo en el que no se cree en absoluto, o poquísimo y al que luego se rechaza
combatir en el modo más conforme.
Es como si soldados y oficiales pidieran las armas y obtenidas se negasen a usarlas.
¿No es ésta, hijo mío, una inexplicable e
injustificable contradicción? Pero la contradicción asume aspectos todavía más absurdos ya que no sólo no se combate al más
peligroso enemigo, sino que muy a menudo se le coadyuva, se le da ánimos en su acción devastadora en las almas.
¡Cuántos
sacerdotes herejes, soberbios y rebeldes, cuántos cristianos infieles y blasfemos, amigos de Satanás más que de Dios!...
Yo he venido al mundo precisamente para recobrar, de las manos de Satanás y de sus legiones, lo que con el engaño y la mentira
me habían sustraído. He combatido y vencido mi batalla con la humillación de la Encarnación, con la oración perseverante y con el
infinito sufrimiento de mi Inmolación, las armas seguras para una infalible victoria sobre los enemigos de Dios y de las almas.
¿No he dicho claramente: “Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame?”, en otras palabras ¿no he dicho claramente:
“Quien quiera ser mi seguidor, haga lo que Yo he hecho primero?”
Ahora, hijo, te dejo a ti el juzgar si cristianos, sacerdotes y pastores hacen lo que Yo he hecho.
No, hijo mío, son pocos, poquísimos
hoy los dispuestos a seguirme en el camino del Calvario, llevando su corona de espinas.
Observa el enorme contraste entre mi vida y su vida, entre mi camino y su camino, entre mis obras y sus obras. Hasta se marcha en
dirección opuesta.
Situación verdaderamente trágica y dramática, que no puede desembocar sino en la obra de la purificación. Increíble es la ceguera
de los hombres y la dureza de sus corazones, inadmisible la conducta de mis cristianos, provocativo el tenor de vida de algunos de
mis sacerdotes.
No temen a Dios, no temen su justicia, perecerán y serán dispersados como polvo al viento.
No Yo, sino su
obstinación los perderá.
"Da mihi virtutem contra hostes tuos", a flor de labios, mientras en la realidad cotidiana de su vida favorecen, de hecho, los planes
de devastación de las almas.
Se guardan bien estos sacerdotes míos de valerse del exorcismo, usando el poder a ellos conferido aún antes del Orden sagrado, sea
porque no creen en ello, sea porque intuyen la inutilidad por el contraste de su vida con la del sacerdote fiel que hace del exorcismo
un arma valiosísima para contener, limitar, neutralizar la jactanciosa arrogancia del Enemigo.
Oscuridad sobre el mundo
¡Oh, sí! Generación perversa e incrédula que todo problema lo reduce a un problema de bienestar material, desconociendo de
hecho los valores espirituales de la vida humana, rebajando y anulando la dignidad del hombre, nivelándolo al rango de un animal
cualquiera...
Hijo mío, qué oscuridad profunda se ha hecho en el mundo;
¡los hombres embrutecidos, mis ministros escarnio de los hombres y
hazmerreír de las potencias del mal!
Lo que más entristece a mi Corazón misericordioso y al Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra, es que el amor sea repudiado,
que la luz sea rechazada, que Dios sea combatido y se haga de todo para obstaculizar su plan de salvación.
Son mentiras en la boca de muchos las palabras:
"Da mihi virtutem contra hostes tuos".
Sí, es mentira que permite ver el abismo en
el que se han precipitado, dejando caer en el vacío todas las llamadas (¡y han sido tantas!) para evitar a la humanidad la más
tremenda desgracia de la historia.
Pero los Enemigos no prevalecerán.
Mi Misericordia, jamás separada de mi Justicia, triunfará.
Triunfará también mi Madre y vuestra, que hará huir las tinieblas que
han descendido en el mundo, para devolver a la humanidad bien y justicia.
Bella será mi Iglesia purificada, regenerada a nueva vida.
Tomará el lugar que le compete en el mundo, y que naciones y pueblos le
reconocerán, de Maestra y de Guía de toda la gran familia de los hijos de Dios.
Te bendigo, te pido tu sufrimiento y tu amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario