8 de diciembre de 1975
TODAVÍA HOY NO CREEN
Hijo mío, escribe:
Yo, Jesús, Unigénito Hijo de Dios, uno con el Padre y con el Espíritu Santo, en los tres años de mi vida pública muchas veces, con
claridad y precisión, he manifestado a mis Apóstoles y Discípulos que era necesario que el grano de trigo fuese arrojado en tierra
para pudrirse y poder dar frutos abundantes.
Pero ni los discípulos ni los Apóstoles quisieron comprender, a pesar de que mis palabras no se prestaban a equívocos.
Nunca se
convencieron de la razón de mi muerte ni de mi tremenda pasión; a pesar de las veces que les hablé de esto, sin velos.
Estaba realizando mi designio de amor por la salvación de los hombres (designio iniciado en la humillación y pobreza, en la
obediencia y sufrimiento, en la oración continua) y ellos no entendieron porque no querían aceptar la hora tremenda de las
tinieblas.
Era Yo el que preparaba el germinar de mi Iglesia en la persecución por parte de los grandes del pueblo, pero no conseguí la
comprensión de mis predilectos.
Era el Hombre-Dios y hacía milagros, pero no se me creía.
Se rebelaron en la hora oscura de mi Pasión y Muerte con obstinación ciega, con absurda testarudez.
Sólo una criatura estaba bien segura de la inevitable hora de las tinieblas que se cernía sobre el mundo:
Mi Madre. Durante toda su
vida tuvo traspasado su Corazón Inmaculado por la visión de mi Pasión y Muerte.
Hijo mío, hoy las cosas son las mismas de entonces, pero no se me debe imputar a Mí esta situación sino solamente a esta
generación perversa que rechaza a Dios con el pecado de Satanás y que, impenitente, no cree en mis palabras.
¿No ha hablado Mi Madre con precisión, con claridad en Lourdes, en Fátima y en otros innumerables lugares? No han creído.
He hablado Yo y todavía no han creído. Hace dos mil años que el Grano debía morir para renacer como germen lozano y vital.
La
Cabeza de la naciente Iglesia debía inmolarse en la aniquilación para la Salvación común.
Allá fue la Cabeza se inmoló a Sí mismo para satisfacer la deuda impagable debida a la divina Justicia.
Hoy es el entero Cuerpo Místico que vuelto estéril, como la higuera maldita, por la infestación demoniaca del ateísmo, debe como
el grano de trigo ser arrojado al seno de la tierra y morir para renacer a nueva y fecunda vida divina. Esto responde exactamente a
exigencias irreversibles de mi Justicia y de mi Misericordia.
En verdad os digo que si no renacéis, no entraréis en el reino de los cielos. Acto de infinita misericordia y justicia es el misterio de
mi Redención.
Acto de misericordia y de justicia es la hora de la purificación.
La Redención está en curso
La Redención continúa, la Redención está en curso.
Mi Misericordia exige vuestra salvación, Mi Justicia la satisfacción de las
deudas contraídas por vosotros, mis miembros vivos, libres e inteligentes, capaces de querer o de rechazar el bien y el mal, por
tanto, responsables de vuestras acciones.
No te turbes, hijo mío: la misericordia exige que todos sean advertidos, además de con llamadas interiores, también con las
exteriores.
Quien quiera entender que entienda; pero el que obstinadamente, obcecado por la soberbia y el orgullo, quiera perecer como
Satanás, que perezca.
¡Animo! Nada turbe tu espíritu, sea en un sentido o en otro. Yo premiaré tu docilidad y te protegeré, aunque no te ahorraré el
sufrimiento.
¡Oh, ceguera y obstinación!
Oh, generación incrédula y perversa, ¿qué más podía hacer para sustraerte a la hora de la oscuridad, a la hora de muerte y de sangre
que se avecina?
¿Qué más podía daros que lo que os he dado?
¡Os he dado mi Amor, mi Corazón abierto! ¡El amor de Mi Madre y vuestra!
Muchas veces Ella ha venido a la tierra para sacudiros de vuestro sopor, para haceros volver a las grandes realidades de la fe, para
indicaros el camino maestro por recorrer.
Sanaré a mi Iglesia
Yo sanaré a los pueblos y a las naciones.
¡Yo sanaré a mi Iglesia!
No serán los teólogos muchos de los cuales, oscurecidos por la soberbia de Satanás, antes que luz se han vuelto tinieblas,
acrecentando la confusión y la desorientación con sus aberrantes doctrinas.
Yo soy el Ser simplicísimo y todo lo que viene de Mí es simple mientras muchos de ellos son complicados.
Yo vuelvo simple lo que es complicado, ellos vuelven complicado lo que es simple.
No te maravilles si no aceptan estos mensajes, si desdeñosamente los rechazan.
Jamás admitirán, como los doctores del templo, la
verdad que no es la de ellos, porque ellos no son de la Verdad.
No te turbes.
Te bendigo. Dame a ti mismo, así como eres, con lo que tienes.
Dame tus penas: las encerraré en mi Corazón misericordioso para
devolvértelas en lluvia de gracias.
Ámame siempre.
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