15 de Junio de 1976
¿QUIÉN SE PREOCUPA?
Hijo no es una pregunta superflua, sino coherente con todos los precedentes mensajes.
La respuesta a esta pregunta es verdaderamente triste.
No es mi intención nivelar a todos bajo el mismo plano, al contrario, es necesario excluir a aquellos que, animados por una
ardiente fe, obran en conformidad contra las fuerzas del mal, para alivio y consuelo de tantas almas que sufren.
Pero debo considerar deplorable el comportamiento de no pocos Pastores y de muchísimos sacerdotes que, por falta de
conocimiento del problema, se mantienen indiferentes, como si esto no fuera de su incumbencia.
Son extraños, como si fuera un negocio de otros y no de ellos, permanecen insensibles, por lo que ni siquiera se preguntan por qué
las almas debieran sufrir por culpa de los demonios.
Muchos no creen, o creen de un modo confuso y ambiguo, por lo que se mantienen
afuera de cualquier concreto interesarse.
Indiferencia
La actitud de indiferencia de los sacerdotes es antipastoral.
Es precisamente la actitud absurda de los que voluntariamente toman
un camino opuesto a la meta que tienen intención de alcanzar.
Esta es otra impresionante contradicción actualmente existente en la Iglesia.
Se acepta el sacerdocio, se acepta el convertirse en corredentores con Jesús para la salvación de las almas y luego se rechaza el
seguir a Jesús en la lucha que Él ha realizado y continua realizando para arrancar las almas a Satanás y al Infierno.
¿Por qué nunca me he me he dado a conocer como Aquel que se opone a Satanás?
El Misterio de la Encarnación es en primer
lugar un Misterio de infinita humildad, como el pecado de Satanás es misterio de ilimitada soberbia.
Haced el paralelo. Satanás, infinitamente inferior a Su Creador, sueña con equipararse a Dios. Dios en cambio se hace hombre,
abajándose a Sí mismo hasta hacerse Carne en el seno de María.
Satanás sueña con un trono y quiere un reino. Yo, Verbo de Dios hecho Carne, nazco en un establo, pobre entre todos los pobres.
Satanás rechaza la obediencia y Yo, Jesús, que soy el Dios Creador y Señor de todas las cosas, lavo los pies a mis Apóstoles.
Satanás arrastra a la humanidad a la muerte, al caos, al desorden de toda clase. Yo muero en la Cruz. En la Cruz tiene inicio mi
victoria y mi triunfo, "Cum exaltatus fuero ecc..."46
Yo vengo al mundo, vivo, obro y muero en antítesis a Satanás.
El Sacerdote iluminado, que vive de fe, no puede escoger sino el camino pisado por Mí, indicado como el único a seguir.
Yo Soy
el camino, Yo soy la vida.
Satanás ha traído la muerte al mundo, Yo he traído la vida. "Ego sum resurrectio et vita"47
.
¿A cuantos he curado?
He empezado primero a hacer, luego a enseñar. Si tomáis en la mano el Evangelio podréis constatar cómo Yo he obrado
verdaderamente. Mi principal ocupación y preocupación ha sido la de conocer y acercarme a los que sufren, aliviar las penas,
curar las enfermedades, perdonarles los pecados y liberar a los poseídos de los espíritus del mal. ¡A cuántos he curado!
¿Qué hace pensar a Obispos y Sacerdotes que no deban imitarme en esta importante obra de apostolado? ¿No es éste un medio
para llegar a las almas y acercarlas a Dios? ¿No es, ésta, buena y eficaz pastoral? ¿Tal vez se duda de no poderlo hacer?
Entonces
Yo, Divino Maestro, habría impartido a mis Apóstoles una orden no ejecutable ¿qué Maestro habría sido?
¿Por qué los Santos con tanta eficacia bendecían y sanaban?
Aún en estos años Obispos y Cardenales Santos ¡cuántas veces no lo
han hecho! Sin embargo han sido Pastores de este siglo, de esta generación.
La causa de la ineficacia de tantos pastores, ¿no se debe buscar más bien en la falta de fe y de penitencia?
Hagan mis Obispos un examen de conciencia sobre estos dos puntos y verán las razones por las que se han alejado de una sólida
pastoral.
Es inútil huir la cuestión, tachando de locura a quién os la propone.
Recordad,
Pastores de almas, que quien os propone estas impelentes interrogaciones, no es un pobre Sacerdote, sino soy Yo, Jesús.
Hijo, te bendigo. Ámame y no te preocupes de los juicios humanos.
46 Cuando haya sido levantado etc. Jn 8, 28
47 Yo soy la Resurrección y la Vida Jn 11, 25
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