21 de Julio de 1976
INESTIMABLE TESORO
Soy el Padre R.
Una sola vez nos hemos encontrado en la vida.
La muerte que puso fin a la vida terrena ha abierto mi alma a la verdadera vida de la que Él, Uno y Trino, nos hace partícipes en la
medida en que en la tierra hayamos creído, esperado, amado y servido a Él.
Don O., sé que otros te han dicho la imposibilidad para vosotros de comprender lo que es el Paraíso:
es la verdad, por eso yo no
intentaré lo imposible.
Os baste el saber que aún la más fértil imaginación no podrá jamás figurarse ni de modo aproximado la realidad que supera
cualquier capacidad vuestra de entender.
Más bien, Don O., vuelvo sobre un asunto más accesible en teoría, más difícil para vivirlo en la práctica: el Dogma de la
Comunión de los Santos.
La Sabiduría Increada ha provisto que lo recordemos, incluyéndolo en el Credo, este gran Dogma, tan incomprendido con gran
daño de los militantes en la tierra y de los que sufren en el Purgatorio.
En efecto, este Dogma, no basta con aceptarlo teóricamente. Sólo si se traduce en la practica diaria de vuestra vida, tiene
posibilidad de incrementar no sólo vuestra vida personal, sino toda la vida comunitaria de la Iglesia.
Pensad que vuestra contribución de sufragios cotidianos se transforma en una lluvia de gracias y estrecha las relaciones de amor,
por consiguiente de mayor unión, entre vosotros y las almas del Purgatorio.
Pensad en lo que podemos nosotros que vivimos en Dios y de Dios, si vosotros recurrís a nosotros, situándonos en la condición de
poderos ayudar.
El Dogma de la Comunión de los Santos es comparable a un grande e incalculable tesoro al que sólo poquísimos alcanzan. La
mayoría no van más allá de un común y pálido acto de fe.
Apostolado fecundo
Don O., estoy convencido de que el propagar la necesidad de conocer y vivir más profundamente el Dogma de la Comunión de los
Santos equivale a un óptimo y fecundo apostolado.
Sólo si los hijos de Dios, de las tres Iglesias triunfante, militante y purgante
viven en una común voluntad de conocerse, amarse y ayudarse, pueden hacer más fuerte el conjunto del Cuerpo Místico, en
particular contra las fuerzas del mal.
Don O., el mal se propaga, la anemia espiritual se agudiza.
Satanás ha encontrado amigos y colaboradores en el urdir conjuras, en el preparar su desesperado asalto contra la Iglesia.
Ahora
está minando con la dinamita del odio Italia y Europa.
Rezar, reparar, hacer penitencia, son las únicas cosas que verdaderamente sirven para desalentar al Enemigo.
Si las invitaciones de la Virgen Santísima, hechas repetidas veces para informaros del grave peligro que amenaza la humanidad y a
la Iglesia, hubieran sido fielmente acogidas, todo habría sido evitado.
No temas y no te preocupes de los juicios de los demás: habla claramente, vuelve a llamar a las almas a la realidad que han
perdido de vista.
Los hombres han perdido la sensatez.
Si no te escuchan será peor para ellos.
Es verdadero lo que Jesús dice, que vendrá un día en que los habitantes de Nínive se alzarán en juicio para acusar a esta
generación, incrédula, pagana y por desgracia, impía".
Te bendigo, Don O.
Padre R
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