No me abandones, Señor, ahora que soy viejo
01 Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme!
02 Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame.
03 Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
04 ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío, de las garras del malvado y del violento!
05 Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud.
06 En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector, y mi alabanza está siempre ante ti.
07 Soy un motivo de estupor para muchos, pero tú eres mi refugio poderoso.
08 Mi boca proclama tu alabanza y anuncia tu gloria todo el día.
09 No me rechaces en el tiempo de mi vejez, no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;
10 mis enemigos hablan contra mí, y los que me acechan se confabulan, diciendo:
11 «Dios lo tiene abandonado: persígnalo, captúrenlo, porque no hay nadie quien lo libre».
12 ¡Oh Dios, no te quedes lejos de mí; Dios mío, ven pronto a socorrerme!
13 ¡Queden confundidos y humillados los que atentan contra mi vida! ¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza los que buscan mi perdición!
14 Yo, por mi parte, seguiré esperando y te alabaré cada vez más.
15 Yo, por mi parte, seguiré esperando y te alabaré cada vez más.
16 Vendré a celebrar las proezas del Señor, evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
17 Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.
18 Ahora que estoy viejo y lleno de canas, no me abandones, Dios mío, hasta que anuncie las proezas de tu brazo a la generación que vendrá.
19 Tu justicia llega hasta el cielo, oh Dios: tú has hecho grandes cosas, y no hay nadie igual a ti, Dios mío.
20 Me hiciste pasar por muchas angustias, pero de nuevo me darás la vida; me harás subir de lo profundo de la tierra,
21 acrecentarás mi dignidad y volverás a consolarme.
22 Entonces te daré gracias con el arpa, por tu fidelidad, Dios mío; te cantaré con la cítara, a ti, el Santo de Israel.
23 Mis labios te cantarán jubilosos, y también mi alma, que tú redimiste.
24 Yo hablaré de tu justicia todo el día, porque quedarán confundidos y avergonzados los que buscan mi perdición.
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