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Agencias) Mons. Omella
condenó el pasado 13 de enero el aborto «incluso si sale de una violación», ya que, dijo, debe prevalecer la «misericordia hacia el ser humano», que está «por encima del resto de seres».
En la rueda de prensa de presentación de un libro y preguntado sobre las declaraciones del obispo de Vic, Romà Casanovas, que equiparó el aborto al genocidio, el arzobispo lamentó el hecho que «consideramos peor matar el huevo de un águila real que a un ser humano».
Posteriormente, en una entrevista en la cadena SER, Mons. Omella también rechazó el aborto comparándolo con el terrorismo.
Ambas declaraciones motivaron una avalancha de críticas al arzobispo, entre ellas la del portavoz de Església Plural, Josep Torrens, que consideró «muy desafortunada e hiriente» la condena del aborto que hizo el arzobispo, al que pidió que «rectifique y pida perdón, especialmente a las mujeres».
Así lo ha hecho Mons. Omella en sendas cartas que ha enviado a Torrens y al articulista y escritor Josep María Espinás, que también le criticó en su columna semanal en El Periódico.
En las misivas, a las que ha tenido acceso Efe, Mons. Omella puntualiza sus declaraciones sobre el aborto y afirma que él siempre «defiende los derechos de las personas cuando son pisados por cualquier tipo de violencia: la que reciben los inmigrantes, la que impone cargas injustificadas a los demás y, especialmente, a las mujeres».
«La Iglesia no juzga ni margina a las mujeres que abortan. Todo aborto esconde un drama, es un fracaso humano y social. La Iglesia siempre está dispuesta a comprender, acompañar y ayudar a todas aquellas mujeres que por las circunstancias que sea puedan tomar la decisión de abortar», afirma Omella.
El arzobispo insiste en que «nunca» fue su intención «equiparar el aborto con el terrorismo» y pide «perdón si alguna persona se ha sentido herida» por sus declaraciones, además de recordar que «la Iglesia condena enérgicamente el terrorismo como cualquier otra forma de violencia».
«La Iglesia también respeta y valora las decisiones tomadas en conciencia, tal como defiende la última exhortación apostólica Amoris Laetitia, siempre y cuando no decidan, interfieran o lesionen derechos fundamentales de los demás», añade el arzobispo.
Mons. Omella opina que sobre los abortos «hay que tener la delicadeza y la voluntad firme de amar, proteger y salvar la vida humana», pero recuerda que «el Magisterio de la Iglesia es claro respecto al aborto: la defensa de la vida siempre y en cualquier situación. Quiere ayudar a todo el mundo a quererla, defenderla y protegerla. La Iglesia defiende la cultura del amor y de la vida en contra de la violencia y la muerte».
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