(La Nuevo Bussola Quotidiana/Infocatólica) Este es el contenido de una carta enviada el pasado 1 de diciembre por el papa Francisco al Cardenal Raymond Burke, patrono de la Soberana Orden Militar de Malta, y que ha podido ver La Nuova Bussola Quotidiana. Se trata de la carta enviada después de la entrevista personal que el Cardenal Burke había manttenido el 10 de noviembre con el papa Francisco, a quien había explicado la delicada situación de la Orden con relación a la posición de Albrecht Boeselager.
Esta misiva, que tenía también como destinatarios los miembros del soberano Consejo de la Orden, se ha utilizado hasta ahora como un cargo contra el propio cardenal Burke.
El Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, ha intervenido de hecho, después de la destitución de Boeselager, para contestar al Cardenal patrono de la Orden, que afirmaba contar con el apoyo del papa Francisco para cesar a Boeselager.
La misiva ha sido también la base para la posterior intervención de la Secretaría de Estado y del Papa, que llegó al pedido de dimisión del Gran Maestre Matthew Festing y a la intervención de la Orden. El cardenal Burke siempre ha negado haber sido el instigador de la acusación contra Boeselager o haber usado de manera fraudulenta las palabras del Papa. La carta tiene realmente un tono mucho menos conciliador que el alegado por el cardenal Parolin.
El Papa, tras reclamar al cardenal Burke la vigilancia «en ejercicio de su misión de ‘promover los intereses espirituales de la Orden y de sus miembros y de las relaciones entre la Santa Sede y la Orden» (Carta Constitucional, art. 4 párr. 4), afirma en primer lugar que «se deberá evitar que en la Orden se introduzcan manifestaciones de espíritu mundano, así como pertenecer a asociaciones, movimientos y organizaciones contrarios a la fe católica o de cuño relativista». La referencia es a la supuesta infiltración de la masonería entre los Caballeros de Malta que el Papa en conversaciones privadas, había mencionado varias veces. «Si esto ocurriese – prosigue Francisco – se invitará a los Caballeros que eventualmente fuesen miembros de tales asociaciones, movimientos y organizaciones a retirar su adhesión, siendo incompatible con la fe católica y la pertenencia a la Orden».
El segundo capítulo se refiere al problema de la difusión de anticonceptivos en los países pobres: «se tendrá también cuidado -leemos en la carta- de que las iniciativas y obras asistenciales de la Orden no se utilicen para difundir métodos y medios contrarios a la ley moral. Si en el pasado ha surgido algún un problema en esta área, espero que puede ser resuelto completamente. Me disgustaría profundamente, en efecto, que algunos altos Oficiales –como usted me ha referido– aún sabiendo de estas prácticas concernientes, sobre todo a la distribución de anticonceptivos de cualquier tipo, hasta ahora no hayan intervenido para ponerlas fin»
Es claro el objetivo puesto por el Papa. Pero, ¿cómo lidiar con los responsables del escándalo? «No dudo, sin embargo -escribe el Papa Francisco-, que, siguiendo el principio paulino de ‘la verdad que obra por la caridad’ (Ef 4, 15), usted será capaz de entablar un diálogo con ellos y realizar los ajustes necesarios»
Una clara indicación también aquí, pero sobre todo un presagio. ¿Qué sucedería si los responsables no tuviesen intención de resolver el problema? Como se ha dado a conocer, no se trata de un pequeño problema aislado sino de las prácticas realizadas, al menos hasta tiempos muy recientes, especialmente compartidas ideológicamente por responsables como Boeselager, que hasta 2014 había sido el responsable directo de estos proyectos. De todas las reconstrucciones de esta historia, queda claro que el Gran Maestre ha intentado reclamar a Boeselager el desempeño de sus responsabilidades, cosa que ha sido rechazada, empujando entonces al propio Gran Maestre a la destitución de aquél, y que el soberano Consejo elija a su sucesor como Gran Canciller.
El curso que han tomado las acontecimiento es historia reciente. Pero leyendo las claras indicaciones de Francisco, no sería de extrañar que el resultado final fuera que el responsable objetivo de los proyectos condenados por el Papa sea hoy rehabilitado y resulte el vencedor, mientras que aquellos que trataron de seguir las indicaciones del Papa sean eliminados, humillados y sometidos a la picota mediática.
La carta confirma además que entre el Papa y su Secretario de Estado surgen diferentes posiciones con respecto a la Orden de Malta, con un cardenal Parolin bastante resuelto a apoyar a Boeselager y la aplicación concreta de una intervención de la Orden. Un hecho que despierta curiosidad, aumentada por otro detalle: la Santa Sede ha decidido anular e invalidar todos los actos de la Gran Maestre y del soberano Consejo desde el 6 de diciembre pasado.
De esta manera, no solo se anula la destitución de Boeselager, sino que también se anula – y esto es clave – la creación de una comisión interna de investigación encargada por el Gran Maestre para investigar el misterioso legado de 120 millones depositado en Suiza, del que tanto se ha hablado durante las últimas semanas y sobre el cual no se había informado adecuadamente al Gran Maestre. Quien sí parece que estaba informado (e interesado) es Boeselager. Esa comisión de investigación ha dejado de existir.
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