Sobre cómo me enamoré de la Eucaristía, no sabría decirlo, pero lo hice. Me enamoré con pasión. Ahora sé que todo lo hace Él, quizás conocedor de mi debilidad… y de que necesitaba un motivo lo suficientemente fuerte como para mantenerme fiel: me lo dio. Por Amor. Y porque en mi hondo deseo de que Él fuese real, me humillé lo suficiente como para dejarme rescatar. Ahí os dejo mi pobre interpretación. Pero mi encuentro con Nuestro Señor fue tan real como que ahora mismo os escribo: el martes santo del año 2014, en la Santa Misa de las 19:30 horas de la Catedral de Murcia, durante la Consagración eucarística. El día más feliz de mi vida.
Esta semana – a través de mi sacerdote – me pidieron dar testimonio y hablar de la eucaristía. Esto me motivó a buscar las palabras de Jesús, para que no fuesen las mías. Así que, filtré todas las revelaciones que Él hizo a Santa Faustina Kowalska y que le pidió que ella recogiese para nosotros en su Diario. ¡Son impresionantes! Al unirlas todas, ofrecían una reflexión eucarística sencilla, evidente, pero de Altura.
(1447) Oh, cuánto me duele que muy rara vez las almas se unan a Mí en la Santa Comunión.
Hago un paréntesis sobre este punto (1447) del Diario, porque continúa. ¡Me sorprendió tanto! Aquí me dije: ´pero entonces… ¿qué estamos haciendo cuando comulgamos?` ´¿cómo podemos hacer otras cosas si fallamos en lo principal: ¡nuestra unión con Cristo!?`Aquí pensé mucho más, pero lo guardo para mí. El párrafo (1447) prosigue:
Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad, y ellas desconfían de Mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. (Y atención) Me tratan como una cosa muerta, mientras que Mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia. Para que tú puedas conocer al menos un poco Mi dolor, imagina a la más tierna de las madres que ama grandemente a sus hijos, mientras que esos hijos desprecian el amor de su madre. Considera su dolor. Nadie puede consolarla. Esta es solo una imagen débil y una tenue semejanza de Mi Amor.
El Señor pide una mayor fe en su presencia eucarística. (1407) soy el mismo en todas las Hostias, pero no todas las almas me reciben con una fe tan viva como la tuya, hija Mía, y por eso no puedo obrar en sus almas igual que en tu alma. (1420) Para que yo pueda obrar en un alma, el alma debe tener fe. Oh, cuánto me agrada la fe viva.
Jesús manifiesta que desea venir a los corazones humanos. (1385) Deseo unirme a las almas humanas. Mi gran deleite es unirme con las almas. Has de saber, hija Mía, que cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma, pero las almas ni siquiera Me prestan atención, Me dejan solo y se ocupan de otras cosas. Oh, qué triste es para mí que las almas no reconozcan al Amor. Me tratan como una cosa muerta.
Aquí lloré. Comprobé que era la segunda vez que Nuestro Señor decía: ´Me tratan como una cosa muerta.`
Cada uno que haga su reflexión. A mí me pareció evidente que Él espera que nos dejemos amar y que nos dirijamos a Él con las tres virtudes teologales, que son inseparables: fe, esperanza y amor.
(1288) Hija Mía, escribe que (fijaos que aquí deja constancia de que está dictando) Me duele mucho cuando las almas consagradas se acercan al sacramento del Amor solamente por costumbre como si no distinguieran este alimento. No encuentro en sus corazones ni fe ni amor. A tales almas voy con gran renuencia, sería mejor que no me recibieran.
Existen otras reflexiones eucarísticas en el
Diario de Santa Faustina Kowalska que podemos meditar otro día. Estamos hablando del año 1935, cuando Jesús le dice: (429)
Prepararás al mundo para mi última venida. Este es el tiempo de la Misericordia, y este es el mensaje que Nuestro Señor Jesucristo pidió llevar al mundo: la confianza en su Misericordia. Única fuente de Paz.
En 1940 fallecía este querido Obispo, San Manuel González, canonizado el 16 de octubre del año pasado.
´¡Jesús está solo! – Nos decía. ¡Cuántos Sagrarios abandonados! Pidió que sus restos mortales se enterrasen bajo un Sagrario. Y ahí está sepultado, en la capilla del Santísimo de la Catedral de Palencia:
«Pido ser enterrado junto a un Sagrario,
para que mis huesos, después de muerto,
como mi lengua y mi pluma en vida,
estén siempre diciendo a los que pasen:
¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».
¿Casualidad que lo canonicen ahora? ¡Qué va a ser casualidad! Que Dios nos grita: ´pero… ¡qué hacéis mirando para otro lado, ¡si estoy yo aquí!`. Señor, perdóname estas licencias… si Tú no gritas esto, lo grita mi alma.
Y cuántas indiferencias… y cuántos ultrajes…y cuántas comuniones irrespetuosas. Y Tú callas. Y yo te amo.
Recitaremos muchas veces esa oración que enseñó el ángel a los pequeños pastores de Fátima:
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su
Sagrado Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido por la conversión de los pobres pecadores.”
A la mayor gloria de Dios.
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