- Más que nada porque te tragas tu propia condenación.
- Los cuatro cardenales han hecho bien en denunciar la confusión existente tras el Sínodo de la Familia.
- Pero han faltado a la discreción necesaria.
- Lo que vivimos es un cisma práctico.
Hay
cuatro cardenales que mantienen ciertas dudas -o sea que tienen certeza absoluta de que algo falla- sobre la
Amoris Laetitia del
Papa Francisco, un buen texto pero que cerró en falso el puñetero
Sínodo sobre la Familia (
en la imagen), que ojalá nunca se hubiera celebrado.
El asunto teológico sigue siendo muy sencillo y se resume así: no se puede comulgar en pecado mortal.
¿Han hecho bien los cuatro cardenales? Bien al denunciar la confusión existente. Mal, al utilizar la vía pública (o susceptible de ser elevada a portada de prensa, me es igual), en lugar de dirigirse al Papa directamente, con discreción.
Y es que no estamos en peligro de cisma en la Iglesia sino que ya estamos en el cisma. Vivimos una especie de cisma práctico (como aquel materialismo practico que inventamos en el siglo XXI) y, en efecto, esta publicidad pone al Papa contra las cuerdas.
La figura de Francisco navega hoy en dos puntos: contra algunos conservadores (no hablo de los cuatro cardenales) y contra los herejes progre, algunos de los cuales bien insertos entre la Curia -la puñetera curia- vaticana quien de alguna manera tiene secuestrado al Papa Francisco. Y como buenos curas progres son muy soberbios.
Y cuidado, porque el cisma práctico podría convertirse en teórico, es decir, el cisma tácito, pelín oculto, podría convertirse en cisma explícito.
Pero lo importante es evitar el sacrilegio. Es decir, no se puede comulgar en pecado mortal, entre otras cosas porque te tragas tu propia condenación. ¿Queda claro?
Eulogio López
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