Atentar contra una mezquita en el ramadán es fácil. Están empezando a producirse ataques de incontrolados o extremistas, hartos del islamismo, contra musulmanes.
En el fondo es lo que pretende el yihadismo, para provocar una guerra de culturas en Occidente. El muerto de Londres no es un caso aislado.
Javier Torres -
19/06/2017
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Manifestantes de Pegida, movimiento que en Alemania lidera las protestas contra los refugiados musulmanes.
Aún da casi pudor llamarlo reacción, pero la suma de acciones contra la oleada de atentados de signo islamista en distintos países de Europa (y Canadá) en los últimos años es innegable.
Desde hace algo más de una década cada vez más países occidentales han sufrido en mayor o menor medida las consecuencias del yihadismo. Especialmente en suelo europeo. Madrid, Londres, París, Bruselas, Berlín o Mánchester han sido golpeadas con especial dureza.
Desde los atentados de los trenes de Atocha en 2004 que acabaron con la vida de 192 personas hasta
el último atentado de Londres en el que falleció el español Ignacio Echeverría y otros siete ciudadanos el pasado 3 de junio, en total han muerto 570 europeos inocentes.
Madrid (192), Londres (66), Ámsterdam (1), París (148), Bruselas (36), Copenhague (2), Niza(86), Estocolmo (5), Berlín (12), Mánchester (22) han sido las ciudades castigadas por el yihadismo.
Pelear con el Estado de Derecho
Claro que hay países que más allá de atentados, tiene un grave problema con la gran masa de población musulmana que al no integrarse supone un potencial riesgo de radicalización. Especialmente Francia, Bélgica y Reino Unido.
Esta última ha sufrido desde el pasado mes de marzo tres atentados: dos en Londres y uno en Mánchester, lo que probablemente motivó a un hombre de 48 años al
atropello de una decena de musulmanes -uno resultaría muerto- en los aledaños de una mezquita en el barrio londinense de Finsburby Park el pasado lunes.
“Soldados de Odín” en Noruega/ EFE
Cabe pensar que es lógico que tal cantidad de atentados mortales -570- en la misma dirección obtenga respuesta en algún momento por parte de quienes sufren los ataques. Como el lunes en Londres.
En Noruega ya hay grupos llamados ‘soldados de Odín’ que patrullan para proteger a la población autóctona -especialmente a las mujeres- de los inmigrantes musulmanes
Si tal cosa es entendible no es ni mucho menos justificable, pues no corresponde al ciudadano tomarse la venganza por su cuenta. Por mucho que todos podamos ser objetivo del yihadismo, son los Gobiernos quienes debe liderar la lucha contra el terrorismo islámico a través de la policía y el Estado de Derecho.
De lo contrario se daría pie al crecimiento de grupos radicales y otros incontrolados que no harían sino agravar la situación. Hay incluso quien dice que es precisamente esto lo que persiguen los terroristas: provocar una escalada de violencia aún mayor que beneficia en última instancia al yihadismo, porque le proporciona argumentos para demonizar a Occidente.
‘Soldados de Alá’
Fuentes de inteligencia consultadas por Actuall sostienen que las células yihadistas diseminadas por Europa esperan sacar réditos de la posible reacción contra la violencia desencadenada por ellos mismos. Con pronunciar “Stop islamofobia” esperan desactivar cualquier reacción en este sentido.
Además del musulmán atropellado en el ataque de Londres, hay algunos grupos extremistas que ya piden actuar autónomamente contra la violencia islámica. En Noruega los
‘Soldados de Odín’ surgieron durante la crisis de refugiados que vivió Europa durante el otoño de 2015.
Tras las violaciones masivas perpetradas por musulmanes en Colonia durante la nochevieja de 2015, grupos de moteros alemanes salieron ‘de cacería’ para vengarse de los crímenes
Estos soldados, a los que ya les ha salido la réplica con ‘soldados de Alá’, son grupos de ciudadanos que patrullan para proteger a la población autóctona -especialmente a las mujeres- de los inmigrantes musulmanes.
De esta forma ofrecen su servicio a cualquier ciudadano que necesite protección y marchan por las calles desarmados, pero en grupo, con un uniforme en el que destaca bordado Odín, el Dios de la mitología escandinava.
Es el pez que se muerde la cola:
dado que la policía no se atreve a entrar en determinados barrios o “no gone zones” dominados por la ley islámica, son patrullas de ciudadanos quienes protegen a los vecinos. Pero ésas patrullas pueden activar mayores espirales de violencia.
Manifestantes concentrados ante la catedral de Colonia por las agresiones sexuales masivas perpetradas por musulmanes la nochevieja de 2015 / EFE
Este fenómeno ni el atentado de Londres son casos aislados. El pasado enero dos personas irrumpieron, a metralleta limpia, en el interior de una
mezquita en Quebec (Canadá) para matar a tiros a seis musulmanes.
En Alemania, justo después de la
oleada de violaciones y agresiones masivas perpetradas fundamentalmente por refugiados sirios durante la nochevieja de 2015 en Colonia, grupos de moteros y radicales se organizaron para vengarse y salir ‘de cacería’ en los aledaños de la catedral donde se produjeron los hechos.
‘Terroristas welcome’
Esta respuesta violenta acabó con 11 extranjeros heridos, incluido paquistaníes, guineanos y sirios. “Estamos sufriendo una nueva dimensión de odio”, dijo el presidente del Consejo Central de los Musulmanes en Alemania, Aiman Mazyek, que denunció haber recibido cientos de amenazas.
El pasado verano Córcega también fue testigo de incidentes. Jóvenes autóctonos se organizaron contra inmigrantes musulmanes a los que agredieron con frecuencia.
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