Y la Luz vino al mundo y no se le reconoció (Jn 3,19).
Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, que espantoso es ver que andáis ciegos por caminos de perdición y no queréis saber nada Conmigo que Soy la Luz del mundo. Estáis tan influenciados de doctrinas y filosofías vanas y vacías que creéis que sabéis mucho y ni siquiera sabéis el camino que debéis seguir para salvaros. Ni siquiera podéis salvar vuestra alma porque no la sabéis guiar, y pretendéis aconsejar y guiar a vuestros amigos e hijos y los guiais mal, y a su vez, ellos guían mal a otros creyendo además que están en la verdad. Yo, Jesús, os hablo.
Todo aquel que camine fuera de Mí está en la oscuridad y no tiene luz. Yo Soy la Luz del mundo (Jn 8,12) y la Luz de las naciones, nadie puede salvarse sin contar Conmigo. Yo Soy el Buen Pastor, el Redentor, el Hijo del Altísimo, y todo lo puedo, puedo salvar y condenar. Yo, Jesús, os hablo.
Pero Mi amor hacia vosotros, ovejas Mías perdidas, es tan grande que deseo salvaros aun a costa del rechazo que Me tenéis y de lo que Me ignoráis. Deseo salvaros de los pasos tan desacertados que dais. Sí hijos, sí, Yo os amo como nadie jamás os puede amar, ni siquiera todas las personas juntas que os aman: padre madre, hermanos, hijos, cónyuges o demás os pueden amar como Yo os amo, y por eso, porque os amo, es por lo que deseo que no Me ignoréis, que consideréis Mis leyes, Mi mandamiento del amor: amaos unos a otros (Jn 15,17). Sí hijos, sí, considerad Mi Santo Evangelio y os cambiará la vida en todos los aspectos, porque Mi carga es ligera y Mi yugo suave (Mt 11,30). Yo, Jesús, os hablo.
Sembrad amor en vuestro en derredor, sembrad paz y concordia, no sigáis el juego a Mi enemigo mortal Satanás que solo desea veros hundidos en el abismo eterno, pues tanto como Yo os amo, tanto el os odia y desea perderos eternamente. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, Yo os hablo. Me dirijo a vosotros, a todos los que leen y propagan estos escritos, por eso, escuchadme a través del mensaje que traigo en ellos y os lo repito una y otra vez, venid hijos Míos, venid a Mi Divino Corazón (Mt 11,28) y empapaos de Mi amor infinito. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica
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