25de Julio de 1975
UN HECHO EVIDENTE
- Señor, ¿cuál es la participación de tu Madre en el Misterio Eucarístico?
"La misma que en el Misterio de la Encarnación.
Es de comunión perfecta, viviendo Ella de Mí y Yo de Ella: Ella de mi naturaleza divina, Yo de su naturaleza humana.
He dicho que vivimos en una comunión perfecta: donde estoy Yo, también está Ella.
Hijo, bastaría esto para volver más accesible a las almas la grandeza de mi Madre y vuestra.
Por medio suyo el injerto de Mí, Verbo eterno de Dios, en la naturaleza humana; por medio suyo se ha hecho realidad el Misterio
de la salvación.
Es un Misterio en pleno desarrollo. Por medio de Ella, Satanás ha sido vencido y el hombre de buena voluntad, si quiere, puede
salvarse”.
La comunión, que brota del Misterio de la Encarnación, continúa en el Misterio Eucarístico y continuará eternamente. Yo siempre
viviré de su naturaleza humana y Ella siempre vivirá de mi naturaleza divina.
Esta comunión es un hecho evidente jamás repetible. No tiene comparación en la comunión mía con las almas en gracia, aunque
también esta última es una cosa que no se puede describir humanamente por su belleza sobrenatural.
Envueltos en la oscuridad
De las relaciones que intervienen entre Dios Uno y Trino y Mi Madre se derivan hechos sublimes, únicos e irrepetibles:
- su maternidad inseparable de su virginidad,
- su concepción inmaculada,
- su exención de la corrupción de la carne,
- su asunción y su realeza sobre todas las potestades del Cielo y de la tierra,
- su poder sobre las mismas fuerzas del infierno que, al final, derrotará definitivamente.
Los hombres, en su presuntuoso simplismo, no ven la grandeza y el poder de mi Madre que es también su Madre.
No han
escuchado sus repetidas llamadas maternales.
Si los hombres se volvieran a Ella arrepentidos, si le rezaran, podrían evitar la avalancha que los amenaza y que ya está en
movimiento.
Pero, embriagados de placeres y de bienes materiales, viven en cambio envueltos en la oscuridad como si Dios no existiera y como
si tampoco existiera mi Madre.
Los hombres, e incluso muchos de mis ministros, no han comprendido, el amor sin medida de su Madre Celestial, porque no han
profundizado.
Si lo hubieran comprendido y lo hubieran correspondido, cuántos males no se habrían evitado a los individuos y a los pueblos;
¡cómo habría sido de serena para todos su peregrinación por la tierra!
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