La visión de la Madre Dolorosa
Un día de 1944, mientras oraba ante el sagrario, vi a la Reina del mundo. Su rostro mostraba un dolor indescriptible al mirar a nuestro país, su vestido era blanco, llevaba un manto color grana, un velo negro transparente y sobre su cabeza, en lugar de la corona que ya había visto anteriormente, una corona de espinas. Sus pies descalzos estaban también cubiertos de espinas. Bajo sus pies vi la cabeza aplastada de la serpiente. Juntaba sus manos para orar mientras lloraba. A cada lado tenía a un ángel majestuoso, vestido de negro. Tenían sus ojos bajos y lloraban en silencio. Su belleza era tal que no se podía comparar con nada terrenal. La Santísima Virgen dijo: “La Iglesia deberá construir un lugar, desde donde yo pueda llamar al pueblo y decirle al mundo entero que hay que convertirse y hacer penitencia”.
El país de María, el país de la reparación
Un día al terminar la hora de reparación por nuestro país y por el mundo, Jesús me dijo:
–La paz está cerca. He acortado el tiempo del derramamiento de sangre en virtud de las plegarias y sacrificios. Pero el cese de las hostilidades no significará la victoria para el país. Un período de sufrimiento les espera, de manera que aprendan a amar mi verdad. El pueblo de Hungría tiene que levantar su vista hacia mi Madre inmaculada y proclamar todo el tiempo: “Tendremos la victoria sólo por medio de nuestra Madre, la Victoriosa Reina del Mundo”. Deseo honrar el país de mi Madre con un nuevo título, no solamente como el país de María, sino también el país de la reparación, y que lleve este nombre ante todas las naciones.
El Señor me mostró la capilla de la reparación que será construida en el futuro. En el exterior era modesta y sencilla pero en su interior era tan hermosa que no parecía haber sido hecha por manos humanas. Dentro de la capilla sobresalía la estatua de la Madre Dolorosa. Al pie estaba escrito: “¡Vengan a mí, queridos hijos! ¡Vengan a consolar a Dios que está profundamente ofendido!”
Muchos milagros se llevarán a cabo en la capilla, que se convertirá en monumento nacional por las muchas curaciones del cuerpo y del alma. Cerca de la capilla vi un monasterio para las religiosas de la reparación y una enorme catedral hecha de rocas blancas como la nieve en honor de la Victoriosa Reina del Mundo. Vi alrededor a otras órdenes religiosas cuya tarea era también la de la reparación.
El cardenal Mindszenty y Sor Natalia
Después que el cardenal Mindszenty fue nombrado Primado de Hungría en 1945, la Santísima Virgen me ordenó que orara incesantemente por él. Desde entonces lo he incluido regularmente en mis oraciones. En una de dichas ocasiones Jesús me dijo:
–Hija mía, dile a mi hijo Joseph que para poder salvar almas es indispensable fundar una institución de religiosas para hacer reparación. Es necesario que la reparación se lleve a cabo incesantemente en este convento junto con la adoración del Santísimo Sacramento. Él debe fundar dicha institución. Que mi deseo le llegue lo antes posible, porque se acerca el tiempo en que él no podrá hacerlo.
Recibí esta encomienda con humildad y le hablé de ella a mi director espiritual. Días después Jesús me repitió:
–Hija mía, mi vicario en Hungría ha sufrido mucho, pero los sufrimientos más severos de su vida le aguardan todavía, aunque no habrá una señal visible de lo que ha sufrido por Mí y mi Iglesia. Después de su muerte le daré un lugar en mi reino, desde donde él pueda ayudar a aquellos que trabajan por Mí en Hungría. Yo exaltaré así a los que fueron humillados en mi nombre. Este hijo mío alcanzará un alto grado de perfección por sus sufrimientos y pruebas, y su nombre será más importante que el de muchos de aquellos que han trabajado y sufrido por Mí anteriormente.
Nunca me encontré personalmente con el Cardenal, pero mis mensajes le llegaron y él los contestó con cartas. La carta en la cual me confiaba la tarea de sostener vivo el plan para fundar la nueva orden, después de su arresto, me la entregó el obispo auxiliar Janos Drahos. Monseñor Drahos me recibió en la iglesia de Krisztinavaros, me dio la carta del Cardenal y me dijo que después de leerla debía romperla. Y esto es lo que hice.
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