NO SE OFENDE A UNA RELIGIÓN SE OFENDE A "DIOS"
El catedrático Marc Carrillo justifica en un artículo la exposición del Museo Princesa Sofía donde se afirma que "si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley", se profana el Padre Nuestro o se expone una pieza con el lema "La única iglesia que ilumina es la que arde. ¡Contribuya!". ¿Qué pasaría si se ofendiera así a los homosexuales o las feministas?
La polémica obra ?Cajita de fósforos", donde "La única iglesia que ilumina es la que arde"
Max Compte
En relación "a las quejas manifestadas por parte de algunos sectores a través de diversos medios", ante "la exhibición de la obra 'Cajita de fósforos' (2005) del colectivo 'Mujeres Públicas', en el contexto de la exposición 'Un saber realmente útil'", en el Museo Reina Sofía, como el propio museo reconoce, se ha generado un debate sobre los límites de la libertad de expresión. El lema de esa obra es "La única iglesia que ilumina es la que arde. ¡Contribuya!". Al mismo tiempo, en el catálogo de la exposición se incluye una videoperformance en la que se dice que "El Papa es argentino y el aborto clandestino" y que "Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley", para rematar con una blasfema versión del Padre Nuestro donde se reivindica el supuesto 'derecho' de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
Un artículo que también ofende
En ese sentido, Marc Carrillo, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), publicaba este lunes, 1 de diciembre, en El Periódico de Cataluña el artículo de opinión "Religión, arte y libertad de expresión", en respuesta a lo que él considera una "polémica por una muestra reivindicativa".
En ese artículo, Carrillo recuerda que "el museo se ha negado a retirar la exposición", lo que él considera "una decisión coherente", ya que "el pretendido conflicto entre la libertad de creación artística, como una forma más de libertad de expresión, y los legítimos sentimientos religiosos que invoque un sector de la ciudadanía ante ciertos contenidos no puede saldarse con la represión penal". El articulista continúa argumentando que no se puede negar la crítica en una exposición de arte y "resulta más inaceptable cuando, como es el caso, se denuncian problemas sociales candentes, como la libertad de la mujer". Más adelante, cita un artículo del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales y un texto del Tribunal de Estrasburgo en aras de "la libertad de expresión".
A continuación, asegura que "el goce" que provoca una exposición artística "debe ser provocador para despertar conciencias adocenadas y alertar al poder ante la injusticia, aunque se trate de mensajes duros y provocativos". Sigue recordando que "Voltaire alertó contra la intolerancia y la superstición, atributos de los que la Iglesia católica y tantas otras confesiones han hecho y hacen gala", para continuar criticando a la Iglesia argentina, que "sigue siendo una de las más retrógradas de América Latina, [...] mostrando una cerrazón ante los derechos de las mujeres, que en ese país aún carecen de regulación legal del aborto".
"Con su exposición en Madrid, el colectivo Mujeres Públicas clama en pro de sus derechos, y lo hace con ironía y voluntad deliberadamente iconoclasta con el poder secular que la Iglesia sigue mostrando para organizar y controlar el consentimiento de las personas", añade.
Un Padre Nuestro blasfemo
"Por eso, en su irónico padrenuestro adaptado para protestar contra las leyes antiabortistas pide 'la gracia de no ser ni vírgenes ni madres', ruega 'por que el poder judicial no haga suyos los mandatos de la Iglesia y ambos nos libren de su misógina opresión', y concluye con la autoimposición de no 'caer en la tentación de no luchar por nuestros derechos', además de impetrar la concesión del 'milagro de la legalidad del aborto en Argentina. Amén'", destaca.
Marc Carrillo concluye su artículo subrayando que "la convicción religiosa forma parte del ámbito privado de decisión del individuo y no puede imponerse a nadie, mientras que la libertad de expresión afecta no solo a la persona sino que concierne a la sociedad, que la puede aceptar o rechazar pero no censurar. Aunque, como dice el Tribunal de Estrasburgo, pueda ser ofensiva o hiriente".
Libertad de expresión, ¿solo para algunos?
Sin embargo, los argumentos de Carrillo para defender la libertad de expresión se estrellan contra el dicho popular que afirma que "mi libertad termina donde empieza la de los demás", es decir que, en este caso, mi libertad de expresión debería limitarse cuando ofende los sentimientos religiosos de una buena parte de la sociedad. Y, si esto no es así, ¿cómo reaccionarían articulistas como Carrillo, el resto de los medios de comunicación e incluso los jueces, por ejemplo los de Cataluña, si se hiciera una exposición 'artística' que hiriera los sentimientos del colectivo homosexual o de las feministas?
De hecho, los mismos argumentos que utiliza el catedrático de Derecho Constitucional podrían ser válidos para una persona, organización o expresión artística que, por no estar de acuerdo con las prácticas homosexuales, censurara abiertamente las mismas con expresiones similares a las que se utilizan en la exposición 'Un saber realmente útil'. ¿Qué dirían entonces las organizaciones del homosexualismo político y los medios de comunicación al respecto?
Si, ante determinados anuncios publicitarios, organizaciones feministas han reaccionado y han conseguido incluso que se retiren esos anuncios por machistas, ¿por qué los argumentos de los católicos y cristianos ante esa exposición que ofende sus sentimientos más profundos no son escuchados y se tachan de reacciones ante los "derechos del colectivo Mujeres Públicas" y ante la libertad de expresión?
Si se pretende justificar en nombre de la libertad de expresión que se diga que "si el Papa fuera mujer el aborto sería ley" o que "la única iglesia que ilumina es la que arde", animando a continuación a "contribuir"; si se mancilla el Padre Nuestro con expresiones del tipo "la gracia de no ser vírgenes ni madres" o pedir la concesión del "milagro de la legalidad del aborto"; si se ofende a una religión tan universal e inherente a la conciencia del hombre como la católica, ¿no se podría hacer lo propio en relación a otros colectivos con una especial sensibilización como el homosexual o el feminista?
Todos ellos deberían ser dignos de respeto y una consideración especial. Si la religión no lo es, ¿por qué los otros sí?
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