14 de Junio de 1978
ID Y PREDICAD A TODAS LAS GENTES...
Querido Don Octavio, soy Don Enrico.
Muchas cosas has sabido en estos días, todas ellas interesantes y útiles o por decir mejor, necesarias para todo cristiano, pero sobre todo, para todo sacerdote, el cual, quiéralo o no, es vaso de elección con el mismo "mandato" apostólico. "Id y predicad a todas las gentes, bautizándolas en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Y este es el específico mandato dado a los Apóstoles y sus sucesores y, por delegación, a todos los sacerdotes.
Para analizar la importancia y la grandeza de este mandato, basta considerarlo en su proveniencia, que es proveniencia divina, en su naturaleza, la cual no es otra que el fruto del amor de Dios Uno y Trino, del Padre que infinitamente ama, del Hijo que redime y del Espíritu Santo que santifica; si después se quiere considerar este mandato en sus fines, ellos son tan importantes que superan a todos los demás, de cualquier naturaleza que sean, porque son fines sobrenaturales, "porro unum est necessarium"[85]. Ahora bien, hermano Don Octavio, que este mandato tenga peso como debería tener en el corazón de aquellos a quienes se ha confiado, hace falta responder que no, desgraciadamente, no, salvo siempre las debidas excepciones; todos los mensajes precedentes directa e indirectamente te lo confirman, amarga constatación, pero por desgracia real constatación.
Los hechos te lo confirman con claridad. La oscuridad del Infierno no sólo envuelve a la Iglesia y al mundo, sino que ha penetrado profundamente en el espíritu y en el corazón de aquellos que deberían ser lámparas encendidas para expandir luz, y en cambio se contentan con que estén a salvo las apariencias; para ellos ésta es una necesidad de supervivencia, y si desaparecieran las apariencias como ha desaparecido la sustancia, a la que cubrían, sería entonces el fin, por eso se emplea tanto celo "sólo" para que no se vaya a caer la máscara.
Las apariencias deben quedar a salvo
Solamente así, hermano Don Octavio, te puedes explicar a ti mismo y a los demás el porqué de las estridentes contradicciones de la Pastoral actual. Sólo así te puedes explicar la severidad usada contra ti y contra tantos otros que más o menos se encuentran en tus mismas circunstancias..., laxismo y anarquía no son, en lo más mínimo, tomadas en cuenta, pero para su verdadero celo muchos buenos y santos sacerdotes son perseguidos contra todo derecho natural y eclesial, y esto, hermano, forma parte de la moderna Pastoral. Que se afirmen herejías de toda clase, dirigidas a destruir y a demoler la Revelación, la Moral y la Sagrada Tradición, esto no importa, pero si alguno intenta poner diques a las putrefactas y sucias aguas que por todas partes inundan, corroyendo y corrompiendo todas las cosas, entonces contra éste se alza alguno acusándolo de fanatismo, de demencia, de neurastenia, acusándolo de turbar la calma, esa calma buscan, sólo a fin de que no se toquen sus prerrogativas y sus privilegios.
No, hermano Don Octavio, no lo olvidarlo, el mundo es de Satanás y quien no ha querido romper con el mundo, quien se niega a combatir al mundo, quien se alía con el mundo aceptando sus ideas y sus costumbres, en abierta oposición con Quien ha venido a la tierra a hacer frente y combatir al mundo y a su pérfido Príncipe, no puede absolutamente admitir o aceptar a quien se alista contra él. Las apariencias, hermano mío, deben estar a salvo, y qué no se hace para que ellas lo estén, pero ¿hasta cuándo?
Misión dura y difícil
Hermano Don Octavio, tu misión en particular, la misión de los que colaboran contigo y la misión de la Asociación Esperanza, es dura y difícil. Vivís en un tiempo muy especial, como ya se te ha dicho. Por Voluntad permisiva de Dios vivís en el tiempo del más descarado y desvergonzado dominio de Satanás, y no sólo dominio sobre el mundo sino también sobre la Iglesia. Y de esto tú ya conoces muy bien las razones y las causas.
Don Octavio, Él, el Amor y la Misericordia infinita, jamás pide pruebas superiores a las propias fuerzas, es siempre generoso en abundantes auxilios para que todas las pruebas sean superadas, ¡adelante pues!
Don Octavio, nos bastaron pocos días para fraternizar, nos conocimos en aquellos pocos pero afortunados días, juntos oramos, juntos celebramos el Santo Sacrificio de la Misa, juntos conversamos y nos prometimos que no dejaríamos morir en el olvido nuestra amistad, por esto desde el cielo te sigo, rezo por ti y por todos vosotros implorando que desciendan sobre vosotros, sobre la Asociación Esperanza, abundantes bendiciones Divinas.
Como ahora unidos en la fe, en la esperanza y en el amor, así un día lo estaremos también en la bienaventuranza eterna.
Don Octavio, vuelve a llamarme pronto.
Don Enrico
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