8 de Junio de 1978
Don Octavio, soy Mamá Nina,
cuánta alegría me da saber de tus buenas relaciones con la Casa de la Divina Providencia de Carpi, cuánto bien se ha derivado para ella y para ti, las diversas vicisitudes tuyas y de ella no han cortado estas relaciones… todo esto es bueno y muy bello, por lo que se debe agradecer a Dios y darle por ello gloria.
Don Octavio, tu experiencia personal te ha demostrado cómo aun las obras de Dios que nacen en la tierra no son ni podrán ser jamás perfectas, tienen su origen en la Perfección pero se desarrollan en la imperfección de los que aun esforzándose en dar lo mejor de sí mismos, han sido elegidos como instrumentos de Dios para realizar Sus designios de amor, siempre y sólo con las fuerzas y energías naturales, pero reforzadas con riqueza de ayudas divinas, y estas riquezas de auxilios divinos, nunca faltan en las obras que son de Dios, pero la intensidad y clase de estas ayudas, siendo siempre de Dios, dependen en buena parte de la correspondencia sensible, pronta, generosa, perseverante y a veces heroica de aquellos que Él ha elegido para estas obras.
Don Octavio ¿por qué te dirijo estas palabras? Porque tú, con los Socios fundadores de la Asociación Esperanza, con los miembros del Consejo de administración, con D. y con otros, sois los instrumentos elegidos desde siempre para la Obra que en germen está abriéndose a la vida para el bien de muchas almas, por esto, Don Octavio, Él ha querido ligarte a la Obra de la Providencia, por esto Él ha querido que vieras el nacer y la pudieras seguir en todos los años de su infancia, ya que la Obra de la Providencia es aún niña, su desarrollo lo verás en efecto después de la hora crucial de la purificación.
Don Octavio, tú sabes qué doloroso fue para mí y sobre todo para quienes estuvieron junto a mí en aquellos momentos duros y difíciles, el parto de la Obra de la Divina Providencia, sabes, y conoces en parte, pero no sabes todo de cuánto me costó de sufrimiento interior y exterior, de cuántas humillaciones se ha entretejido ella, con cuántas lágrimas se ha amasado... Tú ves cuán admirables son los caminos de Dios, y también para ti está ya cercana la hora del parto, no te escandalices de esta palabra, porque las obras de Dios que de Dios son, no podrían "ser" - esto es, existir- si no hubiera criaturas unidas a Dios, para dar vida a sus designios divinos.
Este mi mensaje hazlo leer y releer a D., a los otros socios fundadores y a los miembros del Consejo.
Quien no está en la luz, está en las sombras de muerte
Cuántas veces se te ha repetido que las fuerzas tenebrosas del Infierno no prevalecerán, se entiende con tal que vuestra correspondencia sea como te he dicho pronta, sensible, generosa, perseverante y, si es necesario, heroica, sabe ver en todo y por todo la mano de Dios; has sido echado como un malhechor, ¿qué te dice esto? Que estás unido a Él y que te pide que participes en Su Pasión subiendo con Él al Calvario, que vas por el camino cierto y, por lo tanto nada has de temer; también la Mamá Celestial te lo ha dicho ya en su mensaje.
Don Octavio, no es necesario que yo te asegure con cuán temblorosa alegría, confianza y esperanza te sigo a ti, a d. P. y a los demás que os encontráis en lo más álgido de la refriega por el triunfo del amor sobre el egoísmo humano, por el triunfo de la justicia y de la verdad, por el triunfo de Dios sobre las fuerzas oscuras de las tinieblas, hoy tan descaradas y tan seguras de ellas mismas, tan atrevidas, por haber encontrado no sólo el consenso sino la colaboración de quienes en los planes de Dios deberían ser los Alféreces de Dios en la lucha en acto, pero esto no os asuste, Él es, era y será el más fuerte y el vencedor juntamente con su Santísima Madre y tiernísima Madre nuestra.
Don Octavio, quien no está en la luz está en las sombras de la muerte; esta misma mañana se te explicó porqué llevan la muerte en el tiempo y en la eternidad, y son, como tú lo sabes, soberbia, presunción, sed de poder, voluntad de sobresalir sobre todo y sobre todos, y, quienes están en las sombras de la muerte no pueden ver y, sólo un grande milagro podría salvarlos…
Dios te bendiga. Dios y su Madre Santísima bendigan a todos; estamos con vosotros, ves que la Comunión de los Santos es una sublime realidad. Nos volveremos a escuchar.
Mamá Nina
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