VATICANO, 19 Jun. 15 / 12:11 pm (
ACI).- El Papa Francisco señaló esta mañana, en la
Misa de la capilla de la Casa Santa Marta, que Dios bendice a las persona con la riqueza pero estas deben ser usadas para el bien común, para salvar el corazón.
“Hay una cosa que es verdadera, cuando el Señor bendice a una persona con las riquezas: lo hace administrador de aquellas riquezas para el bien común y para el bien de todos, no para el propio bien. Y no es fácil convertirse en un administrador honrado, porque existe siempre la tentación de la avidez, de ser importante”, dijo el Santo Padre.
“El mundo -prosiguió- te enseña esto y nos lleva por este camino. Pensar en los demás, pensar que lo que yo tengo está al servicio de los demás y que nada de lo que tengo me lo podré llevar conmigo. Pero si yo uso lo que el Señor me ha dado para el bien común, como administrador, esto me santifica, me hará santo”.
El Pontífice señaló luego que esto es la “lucha de cada día” que tiene como fin “el bien común” porque “administrar la riqueza es un despojarse continuamente del propio interés y no pensar que estas riquezas nos darán la salvación”.
En su opinión, “las riquezas tienen la tendencia a crecer, a moverse, a tomar el lugar en la
vida y en el corazón del hombre”. Pero si su única motivación es la acumulación de bienes, las riquezas le invadirán el corazón y se convertirá en “corrupto”. Y al contrario, si se usan para los demás, para el “bien común” se salva el corazón.
Para el Pontífice, “acumular es precisamente una cualidad del hombre” y “hacer las cosas y dominar el mundo también es una misión”. “Esta –afirmó el Papa– es la lucha de cada día: cómo administrar las riquezas de la tierra bien, para que estén orientadas al
cielo y se conviertan en riquezas del cielo”.
Comentando el Evangelio del día, en el pasaje en que Jesús enseña a los discípulos que “donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”, el Papa recordó: “no acumulen para ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde los ladrones penetran y roban; acumulen en cambio para ustedes tesoros en el cielo”.
“En la raíz” de la acumulación “está el deseo de seguridad”, constató Francisco. “Al final estas riquezas no dan la seguridad para siempre. Es más, te llevan abajo en tu dignidad. Y esto en la
familia: tantas familias divididas. También en la raíz de las guerras está esta ambición, que destruye, corrompe. En este mundo, en este momento, hay tantas guerras por avidez de poder, de riquezas. Se puede pensar en la guerra en nuestro corazón”, dijo el Santo Padre.
“‘¡Estén lejos de toda concupiscencia!’, así dice el Señor. Porque la avidez va adelante, va adelante, va adelante… Es un paso, abre la puerta: después viene la vanidad -creerse importantes, creerse poderosos- y, en fin, el orgullo. Y de ahí todos los vicios, todos. Son peldaños, pero el primero es éste: la avidez, el deseo de acumular riquezas”.
El Papa recordó cómo se oye con frecuencia las “muchas excusas” de los que se pasan la vida acumulando riquezas. “Por nuestra parte, todos los días debemos preguntarnos: ‘¿Dónde está tu tesoro?, ¿en las riquezas o en esta administración, en este servicio para el bien común?”.
“¡Es difícil, es como jugar con el fuego!, exclamó el Papa. Porque “muchos tranquilizan su propia conciencia con la limosna y dan lo que les sobra a ellos. Ese no es administrador: el administrador toma para sí de lo que sobre y, como servicio, da todo a los demás”.
En definitiva, “administrar la riqueza es un despojarse continuamente del propio interés y no pensar que estas riquezas nos darán la salvación. Acumular sí, está bien; tesoros sí, está bien, pero aquellos que tienen precio en la ‘bolsa del Cielo’. ¡Allí, acumular allí”, pidió el Papa Francisco.
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