16 de Junio de 1978
MARAVILLOSA METAMORFOSIS
Don Octavio, soy hermana Fernanda.
Tú conoces mi metamorfosis, pedida y obtenida por mí a Jesús:
- metamorfosis física. Yo era bella y atractiva y llegué a ser fea y no agradable a la vista.
- metamorfosis social. Tenía una posición social envidiable, pero a ésta preferí la pobreza y me hice Religiosa en la Casa de la Divina Providencia, y llegué a ser el burrito de la Casa; en efecto no me avergoncé de empujar mi carrito por las calles de Carpi, cargado con cuanto la Providencia nos daba.
- metamorfosis espiritual, fue la más deseada y pedida y de ésta pocos se dieron cuenta en la tierra, y también yo, aunque consciente de su realidad, no vi en la tierra la amplitud y la profundidad.
Don Octavio, esta última maravillosa metamorfosis es la razón de nuestro camino en la tierra. Él se os ha dado para que cada uno de vosotros lleguéis a ser, transformándoos interiormente, frutos preciosos y maduros para la eternidad; en esto se manifiesta la infinita Bondad y Amor de Dios por vosotros, criaturas humanas.
Ayer se te dijo que Dios quiere a todos los hombres salvos, ninguno excluido. Ayer se te dijo además que Él a todos da la Gracia suficiente; el resultado de este don precioso depende sólo de la correspondencia o falta de correspondencia humana.
Nuestro "si" o nuestro "no" son completamente libres. A la invitación de Dios a la salvación salta automáticamente la interferencia del Maligno, pero en el mismo instante salta una ulterior Gracia, apta para mantener en el espíritu humano el justo equilibrio que haga posible el ejercicio de la libertad. De aquí la responsabilidad del hombre del bien o del mal que él hace; de aquí el justo premio o el merecido castigo de las acciones humanas.
De mi elección dependió mi santificación
Si no hubiera esta intervención compensadora de la gracia, en proporción al ulterior esfuerzo de las potencias del mal, Dios no sería justo, lo que es absurdo, aun sólo pensarlo. Pensar en el bien y en el mal en la vida del hombre sin deber pensar en Dios y en su Enemigo es otro tanto absurdo; y como no hay, ni puede haber ninguna criatura humana responsable que no sea conmovida por este problema del bien y del mal, quiere decir que toda criatura humana tiene la obligación de profundizar en el trágico contraste que se verifica en su vida advertido tan profundamente por San Pablo: "en mí hay dos leyes..."; y además buscar el origen de este gran problema y de él remontarse a Dios, Creador y Señor de todos y de todo, y a Satanás, que de generador de luz antes de su caída se convierte en generador de oscuridad y de todo mal después de su caída.
Don Octavio, los mensajes que actualmente recibes tienen todos esto como finalidad, volver a llevar a la escena de la Iglesia y de la humanidad el gran tema de la Pastoral, que no puede ser sino éste: La implacable lucha entre Dios y Satanás, entre la humanidad mortalmente herida y las oscuras potencias del infierno.
Don Octavio, yo, hermana Fernanda, desde mi primera juventud advertí la aspereza de esta lucha. Joven, atractiva con una posición envidiable, me sentía atraída hacia lo mejor que el mundo me presentaba, insidiada por el Demonio, que hacía todo para impulsarme a ceder a sus lisonjas, y por otra parte, Dios, que con los impulsos de su luz y de su gracia me hacia vislumbrar la futilidad de todo bien terreno, "Vanitas vanitatum...",[87] la fugacidad de la vida terrena que es como flor que se abre en la mañana y se marchita al mediodía. En este duelo y en esta comparación entre las dos tesis, llamémoslo así, presentadas ante mí, por la Luz y por las Tinieblas está la deducción que me traía mi inteligencia y he aquí la elección de mi voluntad, he aquí la plena y libre responsabilidad de mi persona; he actuado en plena libertad, y de mi elección ha dependido la metamorfosis realizada en mí por la Bondad Divina para mi personal santificación.
Consecuencias irreparables de esta lucha si es perdida
Me adherí a los impulsos de la Gracia, rechacé las lisonjas del Demonio; de aquí la transformación de toda mi vida, de humana en sobrenatural, y esto que se ha sucedido a mi persona puede y debería suceder en las familias, en la Iglesia, en los pueblos y en toda otra institución; y si esto no pasa no es por culpa de Dios, sino únicamente por culpa de los que no creen en Dios, que no lo escuchan, que lo rechazan dando oídos por el contrario al Demonio, que quiere la ruina de las personas y de la Iglesia.
¡Gran responsabilidad para Pastores y sacerdotes que no iluminan a las almas acerca del origen y gravedad de la lucha que, quieran o no, deben afrontar en la tierra, terrible responsabilidad de los Obispos y sacerdotes que callan, movidos por los más absurdos pretextos, sobre las consecuencias irreparables de esta lucha perdida!
No temas, nunca te faltarán las ayudas necesarias, porque es tarea tuya insistir para anunciar a las almas la triste realidad en la que están inmersas y para indicarles el modo de salir indemnes de ella como salí indemne yo.
Dios, a quien se debe todo honor y gloria te bendiga. Rezad y reparad, en particular por los que no ven lo que vosotros veis.
Hermana Fernanda
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