201 Deseo esconderme de manera que ninguna criatura conozca mi corazón,
Oh Jesús, solo Tú conoces mi corazón y lo posees totalmente. Nadie conoce nuestro secreto; con una mirada
nos entendemos mutuamente. Desde el
momento en que nos hemos conocido, soy feliz.
Tu grandeza me llena plenamente.
Oh Jesús, cuando estoy en el último lugar y el más bajo de las
postulantes, incluso las más jóvenes, entonces me siento en el lugar apropiado
para mí. No sabía que en aquellos
rinconcitos oscuros el Señor había colocado tanta felicidad. Ahora entiendo que incluso en la cárcel, de
un corazón puro puede prorrumpir una abundancia de amor por Ti. Señor. Las cosas exteriores no tienen importancia
para un amor puro, él penetra todo. Ni
las puertas de una cárcel, ni las puertas del cielo presentan alguna fuerza para
él. Él llega a Dios Mismo y nada es
capaz de apagarlo. Para él no existen
barreras, es libre como un rey y tiene la entrada libre en todas partes. La muerte misma tiene que bajar la cabeza
frente a él…
202
Hoy ha venido a visitarme
una hermana mía de sangre [108]. Cuando
me ha contado sus intenciones, he temblado de miedo, ¿es posible esto? Esta querida alma bella frente a Dios, no
obstante unas grandes tinieblas habían bajado sobre ella y no sabía
defenderse. Todo lo veía en negro. El buen Dios me la ha confiado, durante dos
semanas pude trabajar sobre ella. Sin
embargo, cuántos sacrificios me ha costado, solamente Dios lo sabe. Por ninguna otra alma he llevado al trono de
Dios tantos sacrificios, sufrimientos y oraciones como por ella. (98)
Sentía que había forzado a Dios a concederle la gracia. Cuando pienso en todo esto, veo un verdadero
milagro. Ahora veo cuánto poder tiene la
plegaria de intercesión ante Dios.
203
Ahora, en esta Cuaresma, a
menudo siento la Pasión del Señor en mi cuerpo; todo lo que sufrió Jesús, lo
vivo profundamente en mi corazón, aunque por fuera mis sufrimientos no se
delatan por nada, solamente el confesor sabe de ellos.
204
Una breve conversación con
la Madre Maestra [109]. Cuando le
pregunté por algunos detalles para progresar en la vida interior, esta santa
Madre me contestó a todo con gran claridad de argumentos. Me dijo:
Si usted, hermana, continúa cooperando así con la gracia de Dios, estará
a un paso de una estrecha unión con Dios.
Usted, comprende en qué sentido lo digo.
Que la fidelidad a la gracia del Señor sea su característica. No a todas las almas Dios las conduce por
este camino.
205
+Pascua de Resurrección. Hoy durante la ceremonia pascual, vi al Señor
Jesús [en] un gran esplendor se acercó a mi y me dijo: Paz a
ustedes, hijos Míos, y levantó la mano y nos bendijo. Las llagas de las manos y de los pies, y del
costado no estaban borradas sino resplandecientes. Luego me miró con tanta benevolencia y amor,
que mi alma se sumergió totalmente en Él, y me dijo: Has
tomado gran parte en Mi Pasión, por eso te doy esta gran participación en Mi
gloria y en Mi alegría. Toda la
ceremonia pascual me pareció un minuto.
Un extraño recogimiento envolvió mi alma y se mantuvo durante toda la
fiesta. La amabilidad de Jesús es tan
grande que es imposible expresarla.
206
(99) Al día siguiente, después de la Santa
Comunión oí la voz: Hija Mía, mira hacia el abismo de Mi misericordia y rinde honor y
gloria a esta misericordia Mía, y hazlo de este modo: Reúne a todos los pecadores
del mundo entero y sumérgelos en el abismo de Mi misericordia. Deseo darme a las almas, deseo las almas,
hija Mía. El día de Mi Fiesta, la Fiesta
de la Misericordia – recorrerás el mundo entero y traerás a las almas
desfallecidas a la fuente de Mi misericordia.
Yo las sanaré y las fortificaré.
207
Hoy recé por un alma
agonizante que estaba muriendo sin los santos sacramentos, aunque los deseaba
ardientemente. Pero ya era demasiado
tarde. Se trata de una pariente mía, la esposa
de un tío paterno. Era un alma querida
de Dios. En aquel momento no hubo
distancia para nosotras.
208
Oh vosotros, pequeños,
insignificantes sacrificios cotidianos, sois para mi como las flores del campo
con las cuales cubro los pies del amado Jesús.
A veces, yo comparo estas pequeñeces con las virtudes heroicas, porque
para su incesante continuidad exigen heroísmo.
209
Durante los sufrimientos no
busco ayuda de las criaturas, sino que Dios es todo para mí, aunque a veces me
parece que el Señor tampoco me escucha.
Me armo de paciencia y de silencio, como la paloma que no se queja ni
muestra dolor cuando le quitan sus pequeños.
Deseo volar hacia el ardor mismo del sol y no quiero detenerme entre el
humo y la neblina. No me cansaré, porque
me he apoyado en Ti ¡mi fuerza!
210 Ruego ardientemente al
Señor que se digne reforzar mi fe para que en mi gris vida cotidiana no me guíe
según las consideraciones humanas, sino según el espíritu. Oh, cómo todo atrae al hombre hacia la
tierra, pero una fe viva mantiene el alma en una espera más alta y al amor
propio le asigna el lugar que le corresponde, es decir, el último.
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