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Oh María, Virgen
Inmaculada,
Puro cristal para mi corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.
Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma
Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen
Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por Su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos ha llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros a través de Tus manos
Y me santificara solamente un fiel seguimiento de Ti.
Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de
los santos.
Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé [tú] la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte,
En el último combate.
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(77) JMJ. Jesús, en Ti confío. Año 1937, mes I, día 1
Anotación para el control interior del alma. Examen particular – unirme a Cristo
misericordioso. Práctica: el silencio interior, estricta observancia
del silencio.
La conciencia
Enero Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
41, caídas - 4.
Jaculatoria: Y Jesús callaba.
Febrero Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
36, caídas - 3
Jaculatoria: Jesús, en Ti confío.
Marzo Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
51, caídas - 2.
Jaculatoria: Jesús, incendia mi corazón con amor.
Abril Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
61, caídas - 4.
Jaculatoria: Con Dios lo puedo todo.
Mayo Dios
y el alma, silencio.
Victorias - 92, caídas - 3.
Jaculatoria: En Su Nombre está mi fuerza.
Junio Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
64, caídas - 1
Jaculatoria: Todo para Jesús.
Julio Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
62, caídas - 8
Jaculatoria:
Jesús, descansa en mi corazón.
Agosto Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
88, caídas - 7
Jaculatoria:
Jesús, Tú sabes ….
Septiembre Dios y
el alma, silencio.
Victorias
– 99, caídas 1
Jaculatoria:
Jesús, escóndeme en Tu Corazón.
Octubre Dios
y el alma, silencio.
Victorias
– 41, caídas – 3
Jaculatoria:
María, úneme a Jesús.
[Aquí viene otra anotación – retiro].
Noviembre Dios y
el alma, silencio. Victorias, caídas.
Jaculatoria: Oh Jesús mío, misericordia.
Diciembre Dios y
el alma, silencio. Victorias, caídas.
Jaculatoria: Te saludo, Hostia viviente.
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(78) JMJ Año
1937
Ejercicio general
+ Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón,
cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número
de veces que deseo glorificar Tu misericordia, oh Santísima Trinidad.
+ Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo
de Ti, oh Señor. Que este más grande
atributo de Dios, es decir Su insondable misericordia, pase a través de mi
corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo
jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el
alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta
las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás
hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y
perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de
buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí
las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me
apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi
cansancio. Mi reposo verdadero está en
el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo
sienta todos los sufrimientos de mi prójimo.
A nadie le rehusaré mi corazón.
Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi
bondad. Y yo misma me encerrare en el
misericordiosísimo Corazón de Jesús.
Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor mío, repose
dentro de mí.
+ Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la
misericordia. El primero: la obra de misericordia, de cualquier tipo
que sea. El segundo: la palabra de misericordia; si no puedo
llevar a cabo una obra de misericordia, ayudaré con mis palabras. El tercero:
la oración. Si no puedo mostrar
misericordia por medio de obras o palabras, siempre puedo mostrarla por medio
de la oración. Mi oración llega hasta
donde físicamente no puedo llegar.
Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo.
[En este lugar hay cuatro páginas en
blanco].
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(83) + JMJ Varsovia,
año 1933
La probación antes de
los votos perpetuos [91]
Cuando supe que debía salir a la probación, la alegría latió en mi
corazón frente a la gracia tan inconcebible, como lo es el voto perpetuo. Fui donde estaba el Santísimo Sacramento y
cuando me sumergí en una oración de gracias, oí en el alma estas palabras: Niña
Mía, tú eres Mi deleite, tú eres la frescura de Mi Corazón. Te concedo tantas gracias, cuantas puedes
llevar. Siempre que quieras agradarme,
habla al mundo de Mi gran e insondable misericordia.
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Algunas semanas antes de
que me anunciaran la probación, al haber entrado yo un momento en la capilla,
Jesús me había dicho: En este momento las Superioras están
anunciando cuales de las hermanas tendrán los votos perpetuos. No todas obtendrán esta gracia, pero son
ellas mismas las que tienen la culpa.
Quien no se beneficia de las gracias pequeñas – no recibirá las
grandes. Pero a ti, niña Mía, esta
gracia es concedida. Un asombro
gozoso envolvió mi alma y eso porque unos días antes una de las hermanas me
había dicho, usted hermana, no tendrá la tercera probación. Yo misma procuraré que usted no sea admitida
a los votos. No había contestado a
aquella hermana, pero eso fue muy desagradable para mí, sin embargo traté de
esconder mi dolor, cuanto pude.
Oh, Jesús, que admirable es Tu obrar. Ahora veo que los hombres por si solos pueden
muy poco, porque tuve la probación tal y como me había dicho Jesús.
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En la oración siempre
encuentro luz y fortaleza del espíritu, aunque a veces hay momentos pesados y
muy desagradables, hasta tal punto que a veces no se alcanza a comprender que
tales cosas pueden suceder en un convento.
Por razones misteriosas Dios lo permite a veces, pero eso sucede siempre
para que en el alma destaque una virtud, o para que se forme. Para esto sirven los disgustos.
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(84) Hoy [noviembre de 1932] llegué a Varsovia
para la tercera probación. Tras un
cordial saludo con las queridas Madres, entré un momento en la pequeña
capilla. La presencia de Dios inundó mi
alma y oí estas palabras: Hija Mía, deseo que tu corazón sea formado
a semejanza de Mi Corazón misericordioso.
Debes ser impregnada completamente de Mi misericordia.
La querida Madre Maestra [92] en seguida me preguntó si este año
había hecho los ejercicios espirituales.
Contesté que no. “Pues, primero,
tiene que hacer usted por lo menos tres días de ejercicios espirituales.”
Gracias a Dios, en Walendów [93] había ejercicios espirituales de
ocho días, así que pude aprovecharlos.
Sin embargo empezaron las dificultades cuando se trató de ir a esos
ejercicios. Cierta persona estaba muy en
contra, y yo ya no iba a partir. Después
de comer fui a una adoración de cinco minutos.
Entonces vi a Jesús que me dijo: Hija Mía, te estoy preparando muchas
gracias que recibirás durante los ejercicios espirituales, que empezarás mañana. Contesté:
Jesús, los ejercicios han empezado ya, y yo no voy a ir. Y me dijo: Tú, prepárate, porque mañana empezarás los ejercicios espirituales y
tu salida, Yo la arreglaré con tus Superioras.
Y Jesús desapareció repentinamente.
Me puse a pensar en cómo sucedería eso.
Pero en un solo instante dejé de pensarlo, dedicando ese momento a la
oración, pidiendo al Espíritu Santo que me diera la luz para conocer toda la
miseria que soy. Y después de un
instante salí de la capilla a mis deberes.
Poco después la Madre General [94] me llama y me dice: Hermana, hoy mismo usted irá a Walendów con
la Madre Valeria, para que ya desde mañana pueda empezar los ejercicios
espirituales. Afortunadamente está
[aquí] la Madre Valeria, entonces irán juntas.
No habían pasado dos horas y ya estaba en Walendów. Me ensimismé un momento y entendí que
solamente Jesús pudo solucionar las cosas de esta manera.
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(85) Cuando me vio aquella persona que se oponía
intensamente a que yo hiciera los ejercicios espirituales, mostró su sorpresa y
su descontento. Sin embargo yo, sin
reparar en nada, la saludé cordialmente y fui a hacer una visita al Señor, para
pedir instrucciones cómo comportarme durante los ejercicios espirituales.
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Mi conversación con el
Señor Jesús antes de empezar los ejercicios espirituales. Jesús me dijo que esos ejercicios serían un
poco diferentes de los otros. Al tratar Conmigo procurarás alcanzar una
profunda calma. Eliminaré todas las
incertidumbres al respecto. Yo sé que
ahora estás tranquila, mientras te estoy hablando; pero en cuanto deje de
hablar, empezarás a buscar dudas, pero has de saber que fortaleceré tu alma
hasta tal punto que aunque quisieras inquietarte no estaría en tu poder. Y como prueba de que soy Yo quien te habla,
el segundo día de los ejercicios espirituales irás a confesarte con el
sacerdote que dirige los ejercicios.
Irás a él en cuanto termine la meditación y preséntale los temores que
tienes respecto a Mi, y Yo te contestaré por su boca y entonces terminarán tus
dudas. Durante esos ejercicios
espirituales observa un silencio tan riguroso como si en tu alrededor no
existiera nada. Hablarás solamente
Conmigo y con el confesor, a las Superioras les pedirás solamente
penitencias. Me alegré muchísimo de que
el Señor Jesús me hubiera mostrado tanta benevolencia y de que se hubiera
humillado hacia mí.
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Primer día de los
ejercicios espirituales. Por la mañana
procuré ser la primera en llegar a la capilla, antes de la meditación tuve
todavía un momento para la oración al Espíritu Santo y a la Santísima
Madre. Pedí ardientemente a la Virgen
que me obtuviera la gracia de ser fiel a esas inspiraciones interiores y que yo
cumpliera fielmente toda la voluntad de Dios.
Inicié esos ejercicios con un ánimo muy especial.
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