141
(66) + Pero mis tormentos están llegando a su
fin. El Señor me da la ayuda prometida,
la veo en dos sacerdotes, es decir en los Padres Andrasz y Sopocko. Durante los ejercicios espirituales antes de
los votos perpetuos [76], por primera vez fui tranquilizada profundamente [77]
y después fui guiada en la misma dirección por el Padre Sopocko. En esto se cumplió la promesa del Señor.
142 Cuando fui tranquilizada e
instruida sobre cómo avanzar por estos caminos de Dios, mi espíritu se regocijó
en el Señor y me parecía que no caminaba, sino que corría; me fueron desatadas las alas para el vuelo y
empecé a volar hacia el ardor mismo del sol y no bajaré hasta descansar en
Aquel, en el cual mi alma se sumergió para la eternidad. Y me entregué completamente a la influencia
de la gracia. Son grandiosos los
descensos divinos hacia mi alma. No me
retiro, ni me excuso, sino que me ahogo en Él, como en mi único tesoro. Soy una sola cosa con el Señor, en cierto
modo desaparece el abismo entre nosotros, el Creador y la criatura. Durante unos días mi alma estaba en casi
continuo éxtasis. La presencia de Dios
no me abandonaba ni por un momento. Y mi
alma permanecía en una continua unión amorosa con el Señor. Sin embargo eso no me impedía cumplir mis
deberes. Sentía que era transformada en
el amor, ardía toda, pero sin [daño]. Me
sumergía continuamente en Dios, Dios me atraía hacia Sí con tanta fuerza y fortaleza,
que en algunos momentos no me daba cuenta de estar en la tierra. Durante mucho tiempo había reprimido la
gracia de Dios y la había temido, ahora Dios Mismo, por medio del Padre Andrasz
eliminó todas las dificultades. Mi
espíritu fue dirigido hacia el sol y floreció en Sus rayos para Él Mismo, ya no
entien [aquí interrumpe y en un párrafo nuevo empieza una idea nueva].
143
+ Malgasté muchas gracias
de Dios, porque siempre tenía miedo de la ilusión. Y aunque Dios me atraía a Sí con tanta fuerza
que a menudo no estaba en condiciones de oponerme a Su gracia, cuando de
repente era sumergida en Él y en aquellos momentos Jesús me llenaba tanto con
Su paz que después, aunque quisiera inquietarme, no podría. Entonces oí en mi alma estas palabras: Para
que estés tranquila de que soy Yo el autor de todas estas demandas [hechas] a
ti te daré una tranquilidad tan profunda, (67) que aunque quisieras inquietarte y asustarte, hoy no estaría en tu
poder, pero el amor inundará tu alma hasta hacerte olvidar de ti misma.
144
Más tarde Jesús me dio otro
sacerdote [78], delante del cual me ordenó descubrir mi alma. En el primer momento lo hice con cierta
vacilación, pero una severa amonestación de Jesús dio a mi alma una profunda
humildad. Bajo su dirección mi alma
avanzo rápidamente en el amor de Dios y muchas exigencias del Señor fueron
cumplidas en la práctica [79]. Muchas
veces su ánimo y la profundidad de su humildad me hicieron reflexionar.
145
Oh, qué mísera es mi alma
que malgastó tantas gracias. Me escapaba
de Dios, y Él me perseguía con Sus gracias.
Muchas veces recibía las gracias de Dios cuando menos las esperaba. Desde el momento en que el Señor me dio un
director espiritual, soy más fiel a la gracia.
Gracias al director y su vigilancia sobre mi alma entendí lo que es la
dirección espiritual y cómo la ve Jesús.
Jesús me amonestaba por el menor descuido y acentuaba que los asuntos
que yo confiaba al confesor, Él Mismo los juzgaba, y cualquier desobediencia frente a él, Me alcanza a Mi. Cuando, bajo su dirección, mi alma empezó
a gozar del profundo recogimiento y paz, a menudo oía en el alma estas
palabras: Fortalécete para la lucha, a veces repetidas más de una vez.
+ Muchas veces Jesús me da a conocer lo que no le agrada en mi alma,
y más de una vez me amonestó por cosas que parecían insignificantes, pero que
en realidad tenían gran importancia, me amonestaba y adiestraba como un
Maestro. Durante muchos años me educó Él
Mismo, hasta el momento en que me dio un director espiritual. Antes Él Mismo me daba a conocer lo que no
entendía, y ahora me hace preguntar [por] todo al confesor y a menudo me dice
así: Y Yo te contestaré por su boca, quédate tranquila. (68)
No me ha sucedido todavía recibir una respuesta contraria a lo que
exigía el Señor y que yo presenté al director espiritual [80]. A veces ocurre que Jesús me recomienda
algunas cosas, de las cuales nadie tiene conocimiento y cuando me acerco a la
rejilla, lo mismo me recomienda el confesor, pero eso no es frecuente.
+ Cuando el alma recibió mucha luz y muchas inspiraciones durante
largo tiempo y cuando los confesores le confirmaron la tranquilidad y la
procedencia de ellas [las inspiraciones], si su amor es grande, ahora Jesús le
da a conocer que es el tiempo para poner en práctica lo que recibió. El alma conoce que el Señor cuenta con ella y
este conocimiento le da más fuerza, ella sabe que, para ser fiel, tendrá que
exponerse a distintas dificultades más de una vez, pero ella confía en Dios y
gracias a esta confianza llega allí a donde Dios la llama. Las dificultades no la espantan, son para
ella como el pan de cada día, no la espantan nada, ni asustan, como al soldado
que continuamente está en el combate, no le espanta el tronar de los cañones. [Está] lejos de asustarse, pero aguza los
oídos, de qué lado ataca el enemigo, para vencerlo. No hace nada ciegamente, sino que examina,
reflexiona profundamente y sin contar consigo, reza ardientemente y pide
consejo de oficiales expertos y con discernimiento; y comportándose así, gana
casi siempre.
Hay ataques, cuando el alma no tiene tiempo de reflexionar, ni de
pedir consejo, ni de nada; entonces se debe luchar por la vida o por la muerte;
a veces es bueno recurrir a la herida del corazón de Jesús, sin contestar una
sola palabra y por ese [acto] mismo el enemigo está derrotado.
Durante el tiempo de la paz el alma hace esfuerzos al igual que en
el tiempo de la lucha. Tiene que
ejercitarse mucho, porque de lo contrario ni hablar de la victoria. El tiempo de la paz lo considero como el
tiempo de preparación para la victoria.
Tiene que vigilar continuamente, vigilancia y, una vez más,
vigilancia. El alma que reflexiona
recibe mucha luz. El alma disipada se
expone a si misma a la caída y que no se sorprenda si cae. Oh Espíritu Divino, Guía del alma, es sabio
aquel a quien Tú adiestras. Pero, para
que el Espíritu Divino pueda obrar en el alma se necesita silencio y
recogimiento.
146
(69) La oración. A través de la oración el alma se arma para
enfrentar cualquier batalla. En
cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque
de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la
pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma
recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el
alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar,
porque toda gracia fluye por medio de la oración.
147
Recuerdo que recibí luz en
la mayor abundancia durante la adoración de media hora que hacía todos los días
durante la Cuaresma, postrándome en cruz delante del Santísimo Sacramento. En aquel tiempo me conocí más profundamente a
mí y a Dios. Para hacer aquella oración
encontré muchos obstáculos, a pesar de tener el permiso de las Superioras. El alma debe saber que para orar y perseverar
en la oración, tiene que armarse de paciencia y con esfuerzo superar las dificultades exteriores
e interiores. Las dificultades
interiores: el desaliento, la aridez, la pereza, las tentaciones; las
exteriores: el respeto humano y la necesidad de respetar los momentos
destinados a la oración. Yo misma
experimenté que si no rezaba la oración en el momento establecido, después
tampoco la rezaba, porque no me lo permitían los deberes y si la recé, fue con
gran dificultad, porque el pensamiento huía hacia los deberes. Me sucedió también esta dificultad que si el
alma había rezado bien la oración y había salido de ella con un profundo
recogimiento interior, otras personas perturbaban ese recogimiento. Así, pues, es necesaria la paciencia, para
perseverar en la oración. Me sucedió más
de una vez que cuando mi alma estaba sumergida en Dios más profundamente y
sacaba mayor provecho de la oración, y la presencia de Dios la acompañaba
durante el día, y en el trabajo había más concentración y más perfección, y más
empeño en el deber, no obstante me sucedía que justamente entonces recibía el
mayor numero de reproches de ser negligente, indiferente a todo, porque las
almas menos recogidas quieren que las demás se les parezcan, ya que constituyen
para ellas un remordimiento continuo.
148
(70) + Un alma noble y delicada puede ser también la
más sencilla, pero de sentimientos delicados; tal alma en todo ve a Dios, lo
encuentra en todas partes, sabe encontrar a Dios incluso en las cosas más
insignificantes. Para ella todo tiene
algún significado, aprecia mucho todo, agradece a Dios por cada cosa, de cada
cosa saca provecho para el alma y dirige a Dios toda alabanza. Confía en Él y no se impresiona cuando llega
el momento de la prueba. Sabe que Dios
siempre es el mejor Padre y da poca importancia a las consideraciones
humanas. Sigue fielmente el más pequeño
soplo del Espíritu Santo, goza por este Huésped espiritual y se agarra a Él
como un niño a la madre. Allí otras
almas se detienen y asustan. Ella sigue
adelante sin temor y sin dificultad.
149 Cuando el Señor Mismo
quiere estar al lado de un alma y guiarla, aleja todo lo que es exterior. Cuando me enfermé y fui trasladada a la enfermería,
tuve muchos disgustos por este motivo.
Éramos dos las internadas en la enfermería. A Sor N. venían a visitarla otras hermanas, a
mi nadie me visitó. Es verdad que la
enfermería es una sola, pero cada una tiene su propia celda. Las noches de invierno eran largas, la
Hermana N. tenía la luz, los auriculares de la radio y yo ni siquiera pude
preparar las meditaciones por falta de luz.
Así pasaron casi dos semanas, una noche me quejaba al Señor de tener
muchos tormentos, de no poder ni siquiera preparar las meditaciones por no
tener luz y me dijo el Señor que vendría todas las noches y me dictaría los
temas para la meditación del día siguiente.
Los temas se referían siempre a Su dolorosa Pasión. Me decía:
Contempla Mi tormento delante de
Pilato. Y así, punto por punto,
durante toda la semana contemplé Su dolorosa Pasión. Desde aquel momento una gran alegría entró en
mi alma y ya no deseaba ni visitas, ni luz.
Me bastaba Jesús por cada cosa.
Las Superioras, cuidaban muchísimo a las enfermas, sin embargo, el Señor
dispuso las cosas de tal manera que me sentí abandonada. Pero este mejor Maestro, para poder obrar
directamente en el alma, apartará todo lo que es creado. Más de una vez sufrí tantas y tan distintas
persecuciones y tormentos, que la misma Madre M. [81] me dijo: En su camino, hermana, los sufrimientos
brotan directamente de debajo de la tierra.
Me dijo: Yo la miro, hermana,
(71) como si estuviera crucificada, pero he observado que Jesús de algún modo
entra en esto. Sea fiel al Señor,
hermana.
150
+ Deseo anotar un sueño que tuve sobre Santa
Teresa del Niño Jesús. Era todavía
novicia y tenía ciertas dificultades que no lograba resolver. Eran dificultades interiores relacionadas con
las dificultades exteriores. Hice muchas
novenas a varios santos, sin embargo la situación se hacía cada vez más
pesada. Mis sufrimientos debido a esto
eran tan grandes que ya no sabía como seguir viviendo; pero de repente me vino
la idea de rogar a Santa Teresa del Niño Jesús.
Empecé la novena a esta Santa, porque antes de entrar [en el convento]
le tenía una gran devoción. Ahora la
había descuidado un poco, pero en esta necesidad, empecé a rogar nuevamente con
todo el fervor. El quinto día de la
novena soñé con Santa Teresa, pero como si estuviera todavía en la tierra. Me encubrió a mí el conocimiento de que era
santa y comenzó a consolarme, que no me entristeciera por ese asunto, sino que
confiara más a Dios. Me dijo: Yo
también sufrí muchísimo. Pero yo no
estaba muy convencida de que ella hubiera sufrido mucho y le dije que me
parecía que: Tú no sufriste nada. Pero
Santa Teresa contestó, asegurándome que había sufrido mucho y me dijo: Sepa
hermana, que dentro de tres días usted resolverá este asunto de la mejor
manera. Como yo no estaba muy dispuesta
a creerle, ella se me dio a conocer como santa.
Entonces la alegría llenó mi alma y le dije: Tú eres santa. Y ella me contestó: Si, soy santa y tú ten confianza en que
resolverás este asunto dentro de tres días.
Y le dije: Santa Teresita, dime
si estaré en el cielo. Me contestó: Estarás
en el cielo, hermana. ¿y seré
santa? Me contestó: Serás tan santa como yo, pero tienes que confiar
en el Señor Jesús. Y le pregunté si
[mi] padre y [mi] madre estarían en el cielo, si (72) [la frase sin terminar]
me contestó: Estarán. Y pregunté
todavía: Y mis hermanas y hermanos,
¿estarán en el cielo? Me contesto que
rogara por ellos mucho, sin darme una respuesta clara. Entendí que necesitaban muchas oraciones.
Fue un sueño y según dice el proverbio [polaco]: el sueño es una ilusión, mientras Dios es
certeza, pero tal y como me había dicho, al tercer día resolví ese difícil
problema con gran facilidad. Según me
había dicho, se cumplió en todos los detalles lo referente al asunto. Fue un sueño, pero tuvo su significado.
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