Jesús: ¡Mis voces! ¡Mis voces...! A veces estáis agotadas... Mis voces, ¡cuánto me agradan! Yo os tengo a unas y a otras del uno al otro confín. Os tengo para preparar mi Reino. Todas hacéis lo mismo y vais a un mismo fin. Mis Voces, ¡cuánto me agradan! Me agradan, porque no se cansan de luchar. Me agradan porque me aman.
13-02-2010
Jesús: Marga: ¡Ven! Te quiero sacar de la negrura en la que estás: ven, hija. Aquí estoy, Jesús. ¿Por qué dudas si será tuyo o no cuando Yo quiero hablarte y consolarte? Sí: también esto es Mío. No doy sólo Cruz y sólo Mensajes fuertes. También doy consuelo y Amor, cariño sensible, de Dios-Amor-desviviéndose-por sus criaturas. No te sientas sola, pues Yo estoy contigo.
Titúlalo: “Espiritualidad matrimonial”.235 Desbanca los errores, Yo te daré el Don del Espíritu Santo. Para entenderlo y para explicarlo.
“Los celos de Dios” Habla de esto, según lo que Yo te inspiro/re: Hay maridos y mujeres que sienten celos de Dios. Que en lugar de verle como unión entre ellos, lo ven como separación. Como una competencia vil, pues está en superioridad de condiciones dentro del corazón de su esposo o su esposa. Y Dios nunca es un rival. No se dan cuenta de que, impidiendo hacer a su esposo o a su esposa lo que Dios les pide, entran en una lucha que va en detrimento a su propio matrimonio. Si el esposo o la esposa acceden, teniendo al cónyuge como su dios, que le dicta lo que hay que hacer, no alcanzarán nunca la felicidad y se corre el peligro de que hasta desaparezca el mismo matrimonio.
Esposos son aconsejados mal en ese aspecto, alentados por la corriente falsa que se expande en España sobre el matrimonio, que actúa en su contra. “Ella/él no puede poner a Dios por encima de ti”. “Vuestro amor está por encima de las exigencias de Dios”236 Eso le lleva al hombre a ser un déspota contra el otro hombre. Si el cónyuge accede, el otro irá adquiriendo cada vez más dominio sobre él. Porque si Dios no es Dios para ti, buscas otros dioses, y el déspota se tiene a sí mismo como dios de sí mismo. No os dais cuenta cómo, exigiendo al otro que deje su camino de unión con Dios, le lleváis a ser más y cada vez más infeliz. Y vosotros no podréis nunca darle lo que Jesús le da. Que ese cónyuge se una a Dios, que ése, el que pretende ser un dios, ocupe su verdadero lugar de criatura con respecto a Dios, y de esposo o esposa con respecto a su cónyuge. Verá cómo así, ambos, alcanzan la felicidad. ¿Puede el otro meterse en la intimidad de Dios con el alma del otro, aunque sea su esposo o su esposa? No. Eso es como un tálamo nupcial. Íntimo sólo a ambos: esposa con Esposo. Y verán así cómo, si la criatura encuentra su Plenitud sólo en Quien se la puede dar, están más completos, más plenos y más íntegros para poder darse al otro.
Son más dueños de sí mismos, se conocen más y se van perfeccionando, para hacer así el amor entre ambos esposos, más rico y más amplio cada vez. Aumentando más. Creciendo. En el Principio, fue así. Ahora debéis luchar para lograr esa unión del Principio. Que se puede, por la Gracia. Aunque nunca lograda del todo. Siempre imperfecta, podéis alcanzar cotas muy cercanas a la plenitud. Y tanto más cuanto más unidos a Mí. Cuanto más separados de Mí: más infelicidad, más vacío, más incompleto.
Y también quiero que hables de la sexualidad. La sexualidad no puede dar lo que promete, vivida desde fuera de la Castidad. Sé valiente y coge la frase: “Está permitido en el matrimonio todo lo que acreciente el amor”.237 Y dale su significado verdadero. ¡Hay muchos matrimonios perdidos, hija, que te necesitan! Necesitan que tú, profeta valiente, hables, sin “pelos en la lengua”, pero con mucho, con muchísimo respeto y delicadeza, de esta realidad. Si uno acude al matrimonio con ideas pornográficas sobre lo que es la sexualidad: utilización del otro para el propio beneficio, y el otro se deja “por amor a él”, a lo que está accediendo es a un uso de su persona por la otra persona. Algo que nunca redundará en beneficio del amor.
Si la persona vive su propia sexualidad como algo que tiene el fin en sí mismo de proporcionar placer, y nunca don, esa persona no ama. Ni logrará nunca amar hasta que no deje de ser egoísta. Un amor infecundo, nunca es un amor donativo. Un amor cerrado a la vida nunca será verdaderamente placentero y real. Que no lo olviden los que te escuchan. Apóyate en textos filosóficos y eruditos actuales, que los hay. Desarrolla la idea de “y serán los dos una sola carne”238 para confusión actual con “y una sola alma”.239 Tú haz tu tesis sobre esto, hija mía: se te necesita. ¿Te acuerdas esa misión que Yo te confié y está en los Mensajes, pero sin especificar? Es ésta, y Yo te la comunico. Te la comunico pero no sin trabajo y tesón, esfuerzo par tu parte. Tienes que estudiar sobre el tema. Para los eruditos. Porque Yo te hago hablar no sólo para un pequeño público sencillo, que también, sino para un amplio público docto. Y que maravillen por la simplicidad de los instrumentos elegidos por Dios para manifestar la Verdad. Que maravillen.
La Castidad es el freno para que la sexualidad no se convierta en animalidad. Poner las relaciones sexuales en el lugar que no le corresponden dentro del matrimonio, da lugar a muchas decepciones y a muchas rupturas. La plenitud del hombre nunca se puede alcanzar en la sexualidad. La sexualidad no es en sí misma plenitud, plenitud de don o plenitud de gozo. Los que habéis vivido relaciones sexuales lo sabéis. Este error es muy común en personas vírgenes. Sobre todo las que experimentan la virginidad como una “renuncia a...”, no como un don. Sueñan en plenificar una unión conyugal, que nunca puede ser real, por lo idílico. El hombre no alcanza su plenitud en la unión sexual. ¿Tenemos que decir, entonces, que todos los hombres que no la han logrado, no son plenos? ¿Renuncian a esa plenitud personal? Entonces, decidme: ¿Por qué se encuentra la felicidad en esta tierra más fácilmente en una persona virgen que en un casado? Virgen por el Reino de los Cielos. Los vírgenes viven la castidad de manera más plena. Por eso son más felices. Virgen es un preludio del Cielo. En el Cielo no hay relaciones sexuales. Las relaciones sexuales existen en la tierra porque existió el pecado original. Relaciones sexuales tal y como las conocéis. En el Principio, no era así. El hombre conocía a su mujer de un modo más pleno, más humano, no tan animal.
Era una especie de abrazo espiritual. En el que ambos se comunicaban la vida interior que había en ellos. Y de ese abrazo, venía el nuevo ser. Pero en ningún momento fue así. Porque la Serpiente intervino240 por envidia, en medio de esta relación conyugal de Amor. Y comunicó a Eva la forma de dar vida en el mundo animal, sobre la que ella tenía curiosidad, diciéndole que los animales sí podían controlar así cuándo tener hijos. “No es Dios quien lo determina, sino el hombre. Además, los sentidos Dios se los ha dado para que experimenten con ellos, y así subyugados, los tienen sin aprovechar. ¡Es mucho más placentero el otro modo! Y yo te lo voy a demostrar, si tú quieres.” Y Eva dijo sí. Quedando, a partir de entonces, con la posibilidad abierta de ser sometida al hombre y con sus instintos tendentes hacia él. Adán vio una manera fácil de someter a Eva, que se prestaba a ello, y un dominio sobre ella igual que domina todos los seres de la Creación. También Eva se le sometía: Ya era dueño de todo. Y Dios, al ver qué habían hecho los hombres con ese Don: Lloró. Lloró sobre ellos. Y con esto les alcanzó el arrepentimiento y el perdón.
Pero su naturaleza caída quedó para siempre marcada con esta huella del pecado de la desobediencia a la Ley de la Vida. Y herida en espera de la Redención. La Redención del género humano vino con Jesucristo. Pero hay muchos que no se acercan a este Don. Por eso su sexualidad tampoco puede ser redimida. La sexualidad humana sólo alcanza su redención dentro de la vida de la Gracia. Sin vida de la Gracia, el hombre siempre tiende a su dominio y la mujer a dejarse dominar. Sin Vida de la Gracia, la sexualidad es una esclavitud. Vivid la Vida de la Gracia y perseverad en ella. ¡No!, ¡no os equivoquéis!, ¡no equivoquéis el camino! Todas estas perversiones y desviaciones de la sexualidad, tan sólo lo que hacen es esclavizaros más. Os manchan la vista, el pensamiento, la imaginación y el alma. Os incapacitan para amar, para amar de verdad. El otro es sólo un objeto al uso. Que se abandona o se cambia por otro cuando está ya gastado. O se abandona ante la vista de otro más apetitoso. No os uséis. Matrimonios: no os uséis, ¡daos! Daos en Donación al otro. Así alcanzaréis el verdadero amor y la plenitud. Pero no sin esfuerzo. En la vida de la Gracia no se puede avanzar sin esfuerzo. Amén.
235 Tenía que hablar sobre ello en una charla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario