Matar el error, amar al que yerra Invocar a los muertos.

El espiritismo es pecado, y la Iglesia Católica prohíbe el espiritismo porque es el trato con los demonios.

Efectivamente en el juego de la copa o la invocación de los espíritus, no son los difuntos quienes se hacen presentes, sino que son los demonios, de los que están llenos la tierra y el aire, y cuando el médium pregunta a estos espíritus, creyendo que habla con los muertos, en realidad está entrando en trato con los demonios. ¿Y podemos creer que el demonio, padre de la mentira, pueda tener una pizca de verdad en lo que dice? ¿Podemos creer que estos seres malignos tengan algo de compasión para con los hombres, a quienes odian terriblemente porque son imágenes de Dios? ¡No! Rotundamente los demonios quieren nuestra ruina temporal y eterna, y por eso la Iglesia, que es nuestra Madre, no quiere que entremos en trato con ellos mediante la "invocación de los muertos".

Además, cuando queremos saber el futuro, estamos demostrando que desconfiamos de Dios y de su Providencia amorosa, porque no creemos que Él nos pueda preparar el futuro y hacer que lo pasemos sanos y salvos, y que con su ayuda divina salgamos victoriosos en todo.

Es la tentación de siempre: el demonio, como en el paraíso terrenal, dice a Eva que pruebe del fruto prohibido, que conozca el bien y el mal. Pero ya sabemos el resultado de esa desobediencia a Dios. Si desobedecemos a la Iglesia que en nombre de Dios y con su autoridad nos dice que no realicemos prácticas espiritistas, entonces nos exponemos a ser poseídos por los demonios, que no tienen compasión de los hombres, y podemos terminar en el fondo del Infierno.

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