NO HAN ENTENDIDO MUCHO
Muchos sacerdotes y hasta algunos sucesores de mis Apóstoles no han entendido mucho de la historia de la humanidad.
Los cristianos poco o nada entienden, pero son menos responsables porque nadie ha provisto a iluminarlos. ¡Pocas son las almas de mis consagrados que poseen la visión exacta de la historia del mundo!
Toda esta historia se basa en la lucha entre Satanás y Dios. Dios es combatido por Satanás y sus legiones en sus criaturas. Satanás sabe bien que no puede enfrentarse a Dios directamente, entonces, lo combate indirectamente en el género humano.
¿ Qué es, hijo mío, la historia del Misterio de la salvación, sobre la que los teólogos se exprimen el cerebro para encontrar, incluso en este campo, alguna novedad, y se afanan de todas las formas en complicar las verdades reveladas por Mí?
¿Qué han entendido de la simplicidad y profundidad de mi doctrina, es decir, de las Sagradas Escrituras, de mi Evangelio? ¿La historia de la Iglesia qué otra cosa es sino el áspero antagonismo entre el bien y el mal?
Te he dicho hijo, que la historia de la humanidad tiene dos puntos focales: La creación del hombre con todos sus dones naturales, preternaturales y sobrenaturales. Es importante tener presente esto para entender la gravedad de la caída de los primeros padres.
He aquí que Satanás finalmente ha encontrado el objeto sobre el cual desfogar su odio, su veneno, sus desenfrenadas y desesperadas pasiones:
— el hombre rico hecho pobre
— el hombre sabio hecho ignorante
— el hombre fuerte vuelto débil
— el hombre feliz vuelto infeliz el hombre inmortal vuelto mortal No pudiendo Satanás enfrentarse con Dios, ahora puede ensañarse desesperadamente sobre el hombre, sobre todo el género humano.
Cuando después vino a conocer la Encarnación de Mí, Verbo Eterno de Dios, concibió su loco plan de aniquilarme a Mí y a mi Iglesia, y de hacer nulos los frutos de la Redención. Necio y perverso plan de guerra.
Guerra tejida de innumerables batallas, sirviéndose de todo y de todos los que se prestan a su acción devastadora, a servir a su desenfrenado orgullo.
El segundo punto focal de la historia humana es la Encarnación, Pasión y Muerte de Mí, Hijo de Dios hecho hombre. Es también la pasión, muerte y resurrección de Mi Cuerpo Místico, es decir, de mi Iglesia salida de mi Corazón Misericordioso.
Historia auténtica
Esta es la auténtica historia del género humano, que se desenvuelve progresivamente, y cuya última página será escrita al fin de los tiempos.
Por lo tanto, es historia en acción, que revela de manera clara la lucha sin tregua entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre el amor y el odio, entre la fe y el ateísmo, entre el gozo y el dolor, entre la luz y las tinieblas.
Detrás del bien, de la luz, de la verdad, del amor está Dios; al contrario, detrás del mal está Satanás. Ahora, hijo, con infinita amargura se ve cómo por parte de mi Iglesia, por culpa de muchos de mis pastores y sacerdotes, no se ha planeado como se debiera la defensa contra las incansables e insidiosas fuerzas del Infierno, la defensa de los valores de la Redención, y cómo no han sido preparados los medios de defensa contra los asaltos del Enemigo.
Esta es responsabilidad de los pastores y de los sacerdotes que hoy se debaten como si hubieran caído en arenas movedizas. Y aún, mientras la casa arde y el derrumbe está ocurriendo, se pierden en mil actividades improductivas, porque no encuadran la visión real de la situación.
Te confirmo que la guerra en curso desembocará en la más pavorosa batalla jamás combatida hasta ahora sobre la tierra, y que no tiene comparación sino en la batalla celeste de los Angeles rebeldes contra los Angeles de la luz.
Quiero que absolutamente todos sepan lo que no Yo sino los hombres, aliados con Satanás están locamente realizando. ¡No Yo! No a Mí por tanto debe imputarse esta próxima lucha. Yo, Justicia y Misericordia de la maldad de otros sabré sacar una Iglesia nueva y un mundo renovado.
Sabré dar a esta Iglesia y a este mundo un largo período de paz y de justicia. Sabré salvar de las penas del Infierno a todos aquellos que con humildad y arrepentimiento acojan a tiempo estos mensajes, testimonio de mí amor.
Te bendigo hijo mío, y contigo bendigo a todos aquellos que creerán.
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