VATICANO, 10 Dic. 14 / 11:20 am (
ACI).- Un fenómeno mundial que sobrepasa las competencias de una sola comunidad o nación. Esta es la definición que el Papa Francisco ha dado problema de la esclavitud, tema del mensaje para la 48° Jornada Mundial de la Paz que como cada año se celebrara el próximo 1 de enero de 2015 y lleva por título “
No más esclavos, sino hermanos”.
En el texto, que la
Santa Sede ha presentado en rueda de prensa este miércoles, el Papa denuncia que aún hoy “hay millones de personas -niños, hombres y mujeres de todas las edades- privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud”. Todo ello a pesar de que la esclavitud, considerada “crimen de lesa humanidad”, está oficialmente abolida en todo el mundo.
El Pontífice pide un “compromiso común” para solucionar el problema, ante el que a veces “tenemos la impresión de que todo esto tiene lugar bajo la indiferencia general”.
“Se requiere también un triple compromiso a nivel institucional de prevención, protección de las víctimas y persecución judicial contra los responsables”.
Para ello, “los Estados deben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona”.
Así, “se necesitan leyes justas, centradas en la persona humana, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima y garantizando su integridad, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad”.
Una de las cuestiones fundamentales para el Papa es que “es preciso que se reconozca también el papel de la mujer en la sociedad”.
El Papa hace también un llamamiento para que las organizaciones intergubernamentales desarrollen “iniciativas coordinadas para luchar contra las redes transnacionales del crimen organizado”.
Por otro lado, las empresas “tienen el deber de garantizar a sus empleados condiciones de trabajo dignas y salarios adecuados, pero también han de vigilar para que no se produzcan en las cadenas de distribución formas de servidumbre o trata de personas”.
Por su parte, el consumidor debe ser consciente de que “comprar es siempre un acto
moral, además de económico”.
Pero, ¿qué causa este fenómeno? El Pontífice da las claves para entender por qué existe y qué lo genera. En este sentido, afirma que “en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto”.
“Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, éstos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos”.
Otras razones se encuentran en la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión; la falta de acceso a la educación y a las redes criminales; los conflictos armados, el terrorismo o la violencia, además de la corrupción. “Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el Dios dinero y no el hombre”.
El Papa subraya también la “fraternidad” como elemento de la
vida social y familiar. “La fraternidad expresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos” y “todas las personas están por naturaleza relacionadas con los demás”.
Pero, en este espacio “se encuentra la realidad negativa del pecado, que muchas veces interrumpe la fraternidad creatural y deforma continuamente la belleza y nobleza del ser hermanos y hermanas de la misma
familia humana”.
Francisco recuerda luego la ingente labor de la
Iglesia en la lucha contra la esclavitud. Se trata “del gran trabajo silencioso que muchas congregaciones religiosas, especialmente femeninas, realizan desde hace muchos años en favor de las víctimas”.
“Estos Institutos trabajan en contextos difíciles, a veces dominados por la violencia, tratando de romper las cadenas invisibles que tienen encadenadas a las víctimas a sus traficantes y explotadores”.
La actividad de las congregaciones religiosas se estructura principalmente en torno a tres acciones: la asistencia a las víctimas, su rehabilitación bajo el aspecto psicológico y formativo, y su reinserción en la sociedad de destino o de origen.
El Papa menciona también en el Mensaje cómo la Santa Sede, en los últimos años, ha multiplicado los llamados a la comunidad internacional para que “los diversos actores unan sus esfuerzos y cooperen para poner fin a esta plaga”.
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