Queridos amigos:
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?». Jesús respondió con un gesto simbólico que revela el cambio de valores que trae consigo la llegada del reinado de Dios: el más importante en la comunidad es el que se hace semejante a un niño. Y todo niño es expresión de debilidad, desamparo, pobreza.
Nos encontramos ante una comunidad cristiana dividida. Se pueden adivinar tensiones entre los distintos grupos y problemas de convivencia. Para iluminar esta situación, Mateo exhorta a prestar atención a los pequeños y a practicar el perdón como norma básica de convivencia en la comunidad cristiana.
Es cierto, la Iglesia debe organizarse y algunos asumen ciertos servicios y responsabilidades. ¿Son estas personas más importantes por el cargo que tienen? Los discípulos quieren saber, y Mateo les recuerda las enseñanzas de Jesús sobre este tema. La respuesta la da Jesús: “el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos”.
En aquella sociedad donde vivía Jesús, el niño no tenía derechos legales; todo lo que recibía era para él un regalo. Del mismo modo, el reino de Dios no se adquiere por las propias fuerzas o méritos; es un don que se recibe con la sencillez y el agradecimiento de un niño.
En el evangelio de Mateo, la palabra «pequeño» no se refiere únicamente a los niños. Pequeños son todas las personas humildes y sencillas que desde su simplicidad de vida han optado por seguir a Jesús con toda radicalidad. Los pequeños encarnan los valores fundamentales de la Buena Noticia y hacen patente la presencia de Jesús entre los más pobres y sencillos.
La primera lectura y el salmo hacen referencia a los ángeles que Dios envía para proteger a sus hijos. Dice: «Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado». Y el Salmo explica con muchas comparaciones e imágenes esa protección divina que representan los ángeles para quienes adoramos a Dios nuestro Padre.
En la tradición de la Iglesia siempre hemos conocido la devoción a los santos ángeles, porque la Biblia los nombra a menudo. Alegrémonos y agradezcamos a Dios nuestro Padre su maravillosa providencia que nunca nos abandona y con tanto amor nos cuida.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
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