VATICANO, 26 Feb. 16 / 07:17 am (
ACI).- “¡Cuánto desearía que en la
Iglesia cada fiel, cada institución, cada actividad revelara que Dios ama al hombre!”, dijo esta mañana en el Vaticano el Papa Francisco.
Al recibir en audiencia a los participantes del Congreso Internacional promovido por el Pontificio Consejo
Cor Unum sobre el tema “La caridad no tendrá fin jamás”, Perspectivas a diez años de la Encíclica
Deus Caritas est”, el Santo Padre señaló que la caridad es el fundamento de la historia de la Iglesia.
“Es la historia del amor que hemos recibido de Dios y debemos llevar al mundo: esta caridad recibida y dada es el fundamento de la historia de la Iglesia y de la historia de cada uno de nosotros”.
Deus Caritas est fue la primera encíclica de
Benedicto XVI publicada en diciembre de 2005 y “trata un tema que permite recorrer toda la historia de la Iglesia que, entre otras cosas, es una historia de caridad”, según manifestó Francisco.
Francisco añadió que “la caridad, por tanto, está en el
centro de la vidade la Iglesia, y es verdaderamente su corazón, como decía santa Teresa del Niño Jesús”.
Sobre el Jubileo de la Misericordia que se está celebrando ahora mismo señaló que “nos brinda también la ocasión de volver a este corazón palpitante de nuestra vida y de nuestro testimonio, al centro del anuncio de fe: Dios es amor”.
“Dios no tiene simplemente el deseo o la capacidad de amar; Dios es caridad: la caridad es su esencia, su naturaleza. Él es único, pero no es solitario; no puede estar solo, no puede cerrarse en sí mismo, porque es comunión, es caridad, y la caridad por naturaleza se comunica, se difunde. Así, Dios asocia al hombre a su vida de amor y, aunque el hombre se aleje de él, él no permanece distante sino que le sale al encuentro”.
En definitiva, “Caridad y misericordia están tan estrechamente vinculadas porque son el modo de ser y de actuar de Dios: su identidad y su nombre”.
Volviendo a la encíclica, Francisco subrayó dos rasgos: “nos recuerda es precisamente el rostro de Dios” y que “esta caridad quiere verse reflejada cada vez más en la vida de la Iglesia”.
Sobre el primer aspecto explicó que Dios “derrama incansablemente su caridad sobre nosotros y nosotros estamos llamados a ser testigos de este amor en el mundo. Por eso, debemos ver la caridad divina como la brújula que orienta nuestra vida, antes de encaminarnos en cualquier actividad”.
Sobre el segundo comentó que “la misión que desempeñan nuestros organismos de caridad es importante, porque acercan a muchas personas pobres a una vida más digna, más humana, y esto es algo muy necesario; es una misión importantísima porque, no con palabras, sino con el amor concreto puede hacer sentir a todo hombre que el Padre le ama, que es hijo suyo, destinado a la vida eterna con Dios”.
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