7 de abril de 1976
HIJOS MIOS ¡VALOR!
Hijo mío, escribe: Soy Yo, la Madre, la que completo la serie de los mensajes de estos días.
Son voces que vienen del Cielo. Son voces que atentamente debéis acoger y meditar con fe.
Son Gracias que Él y Yo, Madre suya y vuestra, hemos predispuesto para que podáis proceder con serenidad y solicitud a adaptaros
a la Voluntad divina siguiendo los impulsos y las sugerencias tan claramente dadas.
Hijos míos, no debéis, no podéis dudar más.
La duda en vosotros, se vuelve ingratitud culpable. No os detengáis en una lectura
simple, superficial, sino reflexionad atentamente, rezad fervorosamente, ofreced generosamente.
Buscad el intensificar vuestra
unión con Él y Conmigo que soy para vosotros realmente madre.
Hijos míos, ya no es tiempo de ligerezas. Mis lágrimas son lágrimas de dolor y de amor. Los hijos verdaderamente buenos funden
las lágrimas de la madre que los ama tiernamente, con las suyas.
Quiero decir que los hijos verdaderamente buenos no se contentan
con saber o deplorar que la Madre llore, sino que lloran con la Madre, porque el dolor de la Madre es su dolor.
Hijos míos, ¡animo! Estáis en mi Corazón Inmaculado, estáis en el Corazón Misericordioso del mío y vuestro Jesús. Las nubes
precursoras de tormenta se amontonan cada vez más en el cielo.
Recemos y reparemos, a fin de que el temporal no estalle antes del
tiempo.
Las iniquidades se multiplican, los sacrilegios van en aumento, los pecados y las provocaciones son más numerosos que las arenas
del mar.
Si no se contrapone penitencia, oración y reparación, la hora de las tinieblas puede ser anticipada.
Reaccionar contra el mal
La humanidad, puesta en la balanza, se ha encontrado pavorosamente en deuda con la Justicia divina.
Vosotros, hijos míos, podéis y debéis reaccionar contra el mal ofreciendo vuestra efectiva colaboración a las fuerzas del bien. No
prevalecerán, porque Yo intervendré una vez más, como ejército formado para la batalla.
Bajo el impulso y la influencia de Satanás y de sus formaciones, la humanidad pecadora se ha organizado. También las fuerzas del
bien, superando todas las dificultades, se deben unir para rechazar el ataque del Enemigo.
¡Todos sois hijos de Dios!
Esto debe bastar y ser más que suficiente para unirnos en defensa de la verdad y de la Iglesia, que es y
será siempre una Madre amorosa para vosotros.
¡Estemos unidos con Jesús, nuestra Cabeza, nuestro Rey Divino!
Os bendigo, hijitos míos, os bendigo.
Con vosotros bendigo a los que os son queridos.
TEN PIEDAD DE MÍ
Señor, yo creo en Ti, Uno y Trino.
Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, Padre que me has creado.
Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, oh Verbo Eterno de Dios hecho Carne, Redentor de la humanidad.
Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, oh Espíritu Santo, alma de la Iglesia y alma de mi alma.
Te pido perdón, oh Dios mío, por esa multitud de culpas, más numerosas que las arenas del mar, que he cometido en el curso de mi
vida.
Pecando te he ofendido a Ti que eres el Alfa y la Omega, el Amor eterno e infinito, que eres el único, máximo Bienhechor de todos y de todo.
Señor, conviérteme radicalmente a Ti, en la entrega de mí mismo, en la realización de tu Voluntad.
Quiero vivir en un amor creciente por Ti,
Uno con el Padre y el Espíritu Santo.
Quiero vivir para tu Madre y mía, para San José,
para la Iglesia triunfante, purgante y militante.
¡Señor, ten piedad de mí! Soy un hombre pecador...
No hay comentarios:
Publicar un comentario