
Vuestro hermano os dijo un día sed perfectos como mi Padre que está en los cielos lo es,
Tender a la perfección es algo justo y bueno, hijos míos, porque no existen razones para que vuestro proceso evolutivo se paralicen lo que a los hombres de refiere, pero cometéis un gran error todos vosotros. Ese error radica en que el hombre juzga a esta perfección como allegada sin que tengáis que poner vuestro esfuerzo para alcanzar esta perfección, parece ser que pensáis que la perfección se obtiene sin costo alguno y no es así, la perfección es el coronamiento al esfuerzo. Tu tocas un instrumento y logras tocarlo con más perfección, hija mía en la medida que pones el esfuerzo y practicas a diario para lograrlo.
La perfección en Dios es igual no es algo que os llega de sorpresa que no habéis ganado, más bien llega como premio, como fruto de la sangre, el sudor y las lágrimas derramadas.
La perfección hija mía es la plenitud de la bondad. La perfección humana y divina llega producto de la bondad como seres humanos es como la sed y la fuente, el hambre y el pan de vida. Debéis comprender que para alcanzar la perfección es necesario de parte vuestra un acto de voluntad y ese acto de voluntad ser capaces de reconocer y rechazar las imperfecciones que lleváis como humanos.
- ¿Y como Padre lograremos eso, como lograr rechazar nuestras imperfecciones?
Mediante el autodominio hija mía, todo esta en vosotros. El autodominio, el sacrificio, la disciplina hace que recorráis en forma positivo el camino hacia la meta divina.
- ¿Y que es lo que hará que como hombres nunca salgamos de ese camino Padre?
¿Cómo lograr no defraudarte una vez más?
Hija mía lo que impulsa al hombre hacia esta perfección es el amor, porque amando la perfección elimináis todo aquello que ofende al ser amado, en este caso vuestro Padre,
¿Cómo habéis logrado vosotros ese amor perfecto?
Lo habéis logrado evitando ofenderos, amándoos mas allá de los extremos que el hombre siempre pone el amor.
Hija mía mira lo que tengo en la mano.
- Si Padre es una piedra.
Si hija mía, pero no es una piedra cualquiera, mírala con atención.
- Es una piedra de mármol, Padre se ve brillosa y muy bella.
Pues hija mía dentro de cada piedra de mármol hay una forma muy bella y para que aparezca esa forma, solo es necesario labrarla con presteza, con delicadeza, con amor, hasta que la misma aparezca.
Lo mismo sucede en cada hombre, así también tenéis una forma perfecta y bellísima pero es necesaria labrarla día a día, con esfuerzo, hasta que saquéis todas las impurezas y logréis ser perfectos como se os pide.
Dentro vuestro está la forma perfecta de vuestra persona así también. Ahora escucha bien hija mía, construir y lograr la perfección es el primer capítulo del evangelio de la paz, pues la paz se construye en la perfección, se construye piedra por piedra en la imitación de la perfección suprema que es vuestro Dios.
Acabas de iniciar la escritura del evangelio de la paz, aquellos rollos vacíos y sin vida, comienzan a cobrar sentido, comienzan a escribirse como vuestro Padre os prometió, soy fiel a mis promesas, vendré muchas veces a escribir con vosotros esos rollos, pues estas palabras mías, vosotros seréis los transmisores de esta verdad que ha permanecido en la nebulosa de la ignorancia de mis maestros, muchos años, demasiado quizás, pero hasta que apareciera el hijo que supiera redescubrir el verdadero significado de la palabra servir no podían ser mostrados, debía formarse, forjarse a fuego de la vida, atravesar ríos de dolor, atravesar senderos oscuros y muchas veces dolorosos y aún así seguir para que esta verdad viera la luz.
El primer capitulo del evangelio de la paz, el camino a la perfección, pues en la perfección encontráis la paz, no exista paz sin perfección, sin perfección en Dios.
Ahora hijo ven a Mí debemos cumplir con la unión perfecta, recordad algo siempre vosotros míos, sois la imagen de la perfección, confiad en vuestra gracia y luego arrancad los grandes trozos de egoísmo existentes en vosotros hasta que aparezca la divina imagen.
Vuestro Padre ha hablado.
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