Es muy difícil tener contento a todo el mundo. Como se dice comúnmente nadie es monedita de oro para ser bien aceptado por todos.
Hay quien critica al sacerdote por sus homilías; hay quien lo critica por sus exigencias siendo él el primero en ser coherente, hay quien lo critica por su manera de hacer su trabajo pastoral o de gestionar la parroquia. Definitivamente
todo sacerdote es signo de contradicción.
Con respecto a las homilías, el problema para un sacerdote es que a una misma misa va gente de todas las edades, de todas las condiciones socioeconómicas, de todos los niveles de formación. ¿Cómo adecuar el mensaje a gusto de todos?
Indiferentemente de cómo predique el sacerdote, siempre habrá descontento en sus fieles: unos porque la homilía es corta, otros porque es larga, otros porque es profunda, otros porque es aterrizada, otros porque es fiel a la doctrina, otros porque es espiritual, en fin, etc..
¿Cuál es la solución? ¿Dividir la parroquia por grupos, para que haya una misa para niños, otra para jóvenes, otra para adultos? Esto no es lógico, pues indiferentemente de los grupos que se hagan, siempre habrá fieles de otras edades.
¿Dividir los fieles por grupos, para que haya una misa para gente culta, otra para gente menos culta, otra para gente pobre, otra para gente acomodada? Esto tampoco tiene razón de ser bajo ningún punto de vista.
Críticas comunes1.- Si el sacerdote es apuesto se equivocó de vocación; debería haberse casado. O es que es misógino. Si es feo, pobrecillo, por eso se hizo sacerdote, no encontró con quien casarse.
2.- Si se compra algo, quiere estar a la moda, tira ‘nuestro’ dinero o no vive la virtud de la pobreza. Si no se compra nada, qué humildad más falsa, no se valora.
3.- Si el sacerdote anda vestido de civil es un mundano, le da vergüenza mostrarse como tal. Pero si lleva el traje clerical es un conservador tradicionalista, que establece barreras con sus fieles.
4.- Si es serio y no saluda es un amargado, está aburrido con nosotros. Si sonríe y saluda tiene un ego muy grande y quiere ser el centro de la atención.
5. Si predica más de cinco minutos, cómo aburre, se va por las ramas. Si su homilía es breve es corto de intelecto, no prepara o infantiliza a los fieles.
6.- Si habla con voz fuerte, lo hace para llamar la atención. Si lo hace en tono natural no adecúa su voz a las circunstancias, no se le escucha y no sabe hablar.
7.- Si predica temas banales, no le importa la salvación de la gente. Si predica y exige la conversión, es un regañón y hace las cosas de mala gana.
8.- Si no trata a la gente con cariño, qué apático y qué frio. Y si trata a la gente con amabilidad y cariño, va con malas intenciones o tendrá algún interés.
9.- Si usa las redes sociales no tiene nada que hacer descuidando a sus fieles. Si no las usa es un retrógrado, atrasado y olvida que también se puede evangelizar por este medio.
10.- Si hace algún arreglo en la casa sacerdotal o en la iglesia, malgasta el dinero en vez de darla a los pobres. Si no hace ninguna obra lo tiene todo abandonado, es un irresponsable.
11.- Si se deja el cabello largo, es un inconforme o un revolucionario. Si lo tiene corto o muy corto: es un bicho raro.
12.- Si bautiza y casa a todo el mundo sin exigir documentos es un facilista y menosprecia los sacramentos. Y si los exige e insiste en la preparación previa pone un montón de dificultades a la gente.
13.- Si se queda en la casa parroquial, no visita a las familias. Si hace visitas, aunque sean pocas, no se encuentra nunca en la parroquia.
14.- Si renueva la parroquia, ¿qué bicho le picó? No respeta lo que manda la Iglesia. No está en sintonía con la Iglesia. Y si mantiene todo igual la parroquia está estancada o retrocede o se empobrece.
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