En muchas de las homilías que el Papa francisco ha realizado, ha comentado acerca de la existencia del demonio y de las distintas formas en que suelepresentarse en nuestra vida diaria para que, con su astucia en la tentación, nos desviemos de los caminos del Señor.
En una entrevista concedida por el Papa Francisco a Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa en el Vaticano, el 13 de marzo de 2015, el Santo Padre también nos mencionó acerca de la existencia del demonio y de cómo este puede ensañarse hasta con una nación entera. En esa oportunidad, el Papa dijo:
"Yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca. Por esto. Creo que el diablo no le perdona a México que Ella haya mostrado ahí a su Hijo. Interpretación mía. O sea, México es privilegiado en el martirio, por haber reconocido, defendido, a su Madre"
¿Qué nos dice el Papa Francisco acerca del demonio y sus tentaciones?. A continuación, una catequesis del Santo
Padre, en la que todos los cristianos podemos aprender a resistir los ataques de este feroz enemigo
Aprendamos del Evangelio,
a luchar contra las tentaciones del demonio. El diablo no quiere nuestra santidad. La vida cristiana es precisamente una lucha contra el mal.
La vida de Jesús fue una lucha. Él vino para vencer el mal, para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio. Es la lucha contra el demonio, una lucha que debe afrontar cada cristiano. El demonio tentó a Jesús muchas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones como también las persecuciones. Y nosotros los cristianos, que queremos seguir a Jesús, debemos conocer bien esta verdad.
También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús?: con su tentación.
La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en las
trampas. ¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús?
- La tentación empieza levemente, pero crece: siempre crece.
- Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, intenta ser comunitaria.
- Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, se contagia y se justifica.
La primera tentación de Jesús casi parece una seducción: el diablo dice a Jesús que se tire del Templo y así, sostiene el tentador, todos dirán: "¡Aquí está el Mesías!". Es lo mismo que hizo con Adán y Eva: "es la seducción".
El diablo, casi habla como si fuera un maestro espiritual. Y cuando es rechazada, entonces crece: crece y se vuelve más fuerte.
Jesús lo dice en el Evangelio de Lucas: cuando el demonio es rechazado, gira y busca algunos compañeros y con esta banda, vuelve. Por tanto crece también implicando a otros. Así sucedió con Jesús, el demonio implica a sus enemigos. Y lo que parecía un hilo de agua, un pequeño hilo de agua, tranquilo, se convierte en una marea. La tentación crece, y se contagia. Y al final, se justifica.
Cuando Jesús predica en la Sinagoga, en seguida sus enemigos le minusvaloran, diciendo: "¡Pero si este es el hijo de José, el carpintero, el hijo de María! ¡Nunca ha ido a la universidad! ¿Con qué autoridad habla? ¡No ha estudiado!". La tentación implicaba a todos contra Jesús. Y el punto más alto, más fuerte de la justificación es el del sacerdote, cuando dice: ¿No sabéis que es mejor que un hombre muera para salvar al pueblo?.
Tenemos una tentación que crece: crece y contagia a los demás. Pensemos en una habladuría, por ejemplo: uno tiene un poco de
envidia de otra persona, otra, y al principio tiene la envidia dentro, solo, y tiene que compartirla, y va a otra y le dice: "¿Pero tu has visto a esa persona?" … e intenta crecer y contagia a otro y a otro … Pues este es el mecanismo de las habladurías, y todos nosotros somos tentados de hacer habladurías. Quizás alguno de vosotros no, si es santo, pero yo también me he visto tentado de hacer habladurías. Es una tentación cotidiana, esa. Pero empieza así, suavemente, como el hilo de agua. Crece por contagio y al final se justifica.
Estemos atentos, cuando, en nuestro corazón, sentimos algo que acabará por destruir a las personas. Estemos atentos, porque si no detenemos a tiempo ese hilo de agua, cuando crezca y se contagie, será una marea tal que sólo nos llevará a justificarnos mal, cómo se justifican estas personas, afirmando que es mejor que muera un hombre por el pueblo.
Todos somos tentados, porque la ley de la vida espiritual, nuestra vida cristiana, es una lucha: una lucha. Porque el príncipe de este mundo, el diablo, no quiere nuestra santidad, no quiere que sigamos a Cristo. Algunos de ustedes, quizás, no lo sé, podría decir: «
Pero Padre, que antiguo es usted: hablar del diablo en el siglo XXI». Y no debemos ser ingenuos, ¿eh? Debemos aprender del Evangelio como se lucha contra el demonio.
(Cf Papa Francisco, Homilia en Santa Marta, 11 de Abril de 2014)
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Qriswell J. Quero, pecador, hijo de Dios | PildorasdeFe.net
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