481Casi cada solemnidad en
la santa Iglesia me da un conocimiento más profundo de Dios y una gracia
especial, por eso me preparo a cada solemnidad y me uno estrechamente al
espíritu de la Iglesia. Qué alegría ser
una hija fiel de la Iglesia. Oh, cuanto
amo a la santa Iglesia y a todos quienes viven en ella. Los miro como miembros vivos de cristo que es
su Cabeza. Me inflamo de amor con los
que aman, sufro con los que sufren, el dolor me consume mirando a los tibios y
a los ingratos; entonces procuro un amor tan grande hacia Dios que compense por
aquellos que no lo aman, que alimentan a su Salvador con negra ingratitud.
482Oh Dios mío, estoy
consciente de mi misión en la santa Iglesia.
Mi empeño continuo es impetrar la misericordia para el mundo. Me uno estrechamente a Jesús y me presento
como victima que implora por el mundo.
Dios no me rehusará nada cuando le suplico con la voz de Su Hijo. Mi sacrificio es nada por si mismo, pero
cuando lo uno al sacrificio de Jesús, se hace omnipotente y tiene la fuerza
para aplacar la ira divina. Dios nos ama
en Su Hijo, la dolorosa Pasión del Hijo de Dios es un continuo aplacamiento de
la ira de Dios.
483(200) Oh Dios, cuanto
deseo que las almas Te conozcan, que sepan que las Te conozcan, que sepan que
las creaste por Tu amor inconcebible; oh Creador y Señor, siento que descorreré
las cortinas del cielo para que la tierra no dude de Tu bondad.
Haz de mi, oh
Jesús, una victima agradable y pura delante del Rostro de Tu Padre. Oh Jesús, transfórmame miserable y pecadora,
en Ti, ya que Tú puedes todo y entrégame a Tu Padre Eterno. Deseo transformarme en la hostia expiatoria
delante de Ti, pero en una hostia no consagrada delante de los hombres; deseo
que la fragancia de mi sacrificio sea conocida sólo por Ti, Oh Dios Eterno,
arde en mi el fuego inextinguible de la suplica por Tu misericordia; siento y
comprendo que ésta es mi tarea, aquí y en la eternidad. Tú Mismo me has ordenado hablar de esta gran
misericordia Tuya y de Tu bondad.
484En cierta ocasión comprendí, cuánto le desagrada a Dios la acción,
aunque sea la más laudable, sin el sello de la intención pura; tales acciones
incitan a Dios más bien al castigo que a la recompensa. Que en nuestra vida las haya lo menos
posible, mientras en la vida religiosa no deberían existir en absoluto.
485Con igual disposición recibo la alegría y el sufrimiento, la
alabanza y la humillación; recuerdo que la una y la otra son pasajeras. ¿Qué me importa lo que digan de mí? Ya hace mucho he renunciado de todo lo que
concierne a mi persona. Mi nombre es
hostia, es decir, victima, pero no en la palabra sino en la acción, en el
anonadamiento de mi misma, en asemejarme a Ti en la cruz, oh Buen Jesús y
Maestro mío.
486(201) Oh Jesús, cuando vienes a mi [en] la Santa Comunión, Tu que Te
has dignado morar con el Padre y el Espíritu Santo en el pequeño cielo de mi
corazón, procuro acompañarte durante el día entero, no Te dejo solo ni un
momento. Aunque estoy en compañía de
otras personas o con las alumnas, mi corazón está siempre unido a Él. Cuando me duermo, le ofrezco cada latido de
mi corazón, cuando me despierto, me sumerjo en Él sin decir una palabra. Al despertarme, adoro un momento la Santísima
Trinidad y le agradezco por haberme ofrecido un día más, que una vez más va a
repetirse en mi el misterio de la Encarnación de Su Hijo, que una vez más
delante de mis ojos va a repetirse su dolorosa Pasión. Trato entonces de facilitar a Jesús el paso a
través de mí a otras almas. Con Jesús
voy a todas partes, su presencia me acompaña en todas partes.
487En los sufrimientos del alma o del cuerpo trato de callar porque entonces
mi espíritu adquiere fortaleza que viene de la Pasión de Jesús. Delante de mis ojos tengo siempre su Rostro
doloroso, insultado y desfigurado, su Corazón divino, traspasado por nuestros
pecados y especialmente por la ingratitud de las almas elegidas.
488Doble advertencia para que me preparase a los sufrimientos que me
esperaban [en] Varsovia; la primera advertencia fue interior, a través de una
voz, escuchada, la segunda fue durante la Santa Misa. Antes de la elevación vi a Jesús crucificado
que me dijo: Prepárate a los sufrimientos.
Agradecí al Señor esta gracia de haberme advertido y le dije al Señor
que seguramente no sufriré más que Tu, Salvador mío. No obstante me lo tomé a pecho e iba
fortaleciéndome con la plegaria y con pequeños sufrimientos para poder soportar
mayores cuando llegasen.
(202)
19 X 1935
489Salida de Vilna a Cracovia para los ejercicios espirituales de ocho
días.
El viernes por
la noche durante el rosario cuando pensaba en el viaje del día siguiente y en
la importancia de la cuestión que iba a presentar al Padre Andrasz [184], me
invadió el miedo viendo claramente mi miseria y mi inaptitud frente a la
grandeza de la obra de Dios. Aplastada
por ese sufrimiento, me sometí a la voluntad de Dios. En aquel instante vi a Jesús junto a mi reclinatorio,
con una túnica clara, y me dijo estas palabras:
¿Por qué tienes miedo de cumplir
Mi voluntad? ¿Crees que no te ayudaré
como hasta ahora? Repite cada exigencia
Mía delante de aquellos que Me sustituyen en la tierra y haz solamente lo que
te manden. En aquel momento una
[gran] fuerza entró en mi alma.
490A la mañana siguiente vi. al Ángel Custodio que me acompañó en el
viaje hasta Varsovia. Cuando entramos al
convento desapareció. Cuando pasábamos
junto a una pequeña capillita para saludar a las Superioras, en un momento me
envolvió la presencia de Dios y el Señor me llenó del fuego de su amor. En tales momentos siempre conozco mejor la
grandeza de su Majestad.
Al subirnos al
tren de Varsovia a Cracovia, vi nuevamente a mi Ángel Custodio junto a mí, que
rezaba contemplando a Dios, y mi pensamiento lo siguió, y cuando entramos en la
puerta del convento desapareció.
No hay comentarios:
Publicar un comentario