451Una vez, después de la Santa Comunión, oí estas palabras: Tú eres nuestra morada. En aquel momento sentí en el alma la
presencia de la Santísima Trinidad:
Padre, Hijo y Espíritu Santo, me sentía el templo de Dios, sentía que
era hija del Padre; no se explicar todo, pero el espíritu lo entiende bien. Oh bondad infinita, cuánto Te humillas hasta
una miserable criatura.
452Si las almas quisieran vivir en el recogimiento, Dios les hablaría
en seguida, ya que la distracción sofoca la voz de Dios.
453(189) Una vez el Señor me dijo:
¿Por qué tienes miedo y tiemblas
cuando estás unida a Mí? No Me agrada el
alma que se deja llevar por inútiles temores.
¿Quién se atreve a tocarte cuando estás Conmigo? El alma más querida para Mi es la que cree
fuertemente en Mi bondad y la que Me tiene confianza plenamente; le ofrezco Mi
confianza y le doy todo lo que pide.
454En cierta ocasión el Señor me dijo:
Hija Mía, toma las gracias que la
gente desprecia; toma cuantas puedas llevar.
En aquel instante mi alma fue inundada del amor de Dios. Siento que estoy unida al Señor tan
estrechamente que no cuento palabra con las cuales podría expresar bien esta
unión; siento que todo lo que Dios tiene, todos los bienes y los tesoros, son
míos, aunque me ocupo poco de ellos, ya que me basta solamente Él. En Él veo todo, fuera de Él, nada.
No busco la felicidad fuera de mi interior donde mora Dios. Gozo de Dios en mi interior, aquí vivo
continuamente con Él, aquí existe mi relación más intima con Él, aquí vivo con
Él segura, aquí no llega la mirada humana.
La Santísima Virgen me anima a relacionarme así con Él.
455Ahora ya no me da amargura cuando padezco un sufrimiento, ni tampoco
las grandes consolaciones me exaltan; se han adueñado de mi la paz y el
equilibrio del espíritu que proviene del conocimiento de la verdad.
¿Qué me importa
vivir rodeada de corazones enemigos, si tengo la plenitud de la felicidad en mi
alma? O también, ¿a qué me ayudará la
bondad de otros corazones, si no tengo a Dios en mi interior? Teniendo a Dios en mi interior ¿Quién puede
perjudicarme de algún modo?
+
(190) JMJ
Vilna, 12 VIII 1935
456Ejercicios espirituales de tres días.
Al anochecer del
día anterior a los ejercicios espirituales, durante [la asignación] nocturna de
los puntos [de la meditación], oí estas palabras: Durante
estos ejercicios espirituales te hablaré por boca de este sacerdote para
asegurarte y fortalecerte sobre la veracidad de Mis palabras con las cuales
hablo en el fondo de tu alma. Aunque
estos ejercicios espirituales los hacen todas las hermanas, no obstante tengo
una atención especial por ti para fortalecerte y hacerte impávida frente a
todas las contrariedades que te esperan; por eso escucha atentamente sus
palabras y medítalas en el fondo de tu alma.
457Oh, cómo quedé sorprendida, dado que todo lo que el Padre decía
sobre la unión con Dios y sobre los impedimentos en esta estrecha unión, yo lo
experimentaba exactamente en el alma y lo oía de Jesús que hablaba en el fondo
de ella. La perfección consiste en
[esta] estrecha unión con Dios.
458En la meditación de las diez, el sacerdote [177] habló de la
misericordia de Dios y de la bondad de Dios para con nosotros. Dijo que cuando examinamos la historia de la
humanidad, a cada paso vemos esta gran bondad de Dios. Todos los atributos de Dios, tales como la
omnipotencia, y la sabiduría contribuyen a revelarnos este máximo atributo, es
decir, la bondad de Dios. La bondad
divina es el mayor atributo de Dios. Sin
embargo, muchas almas que tienden a la perfección, no conocen esta gran bondad
de Dios. Todo lo que el sacerdote dijo
en esa meditación sobre la bondad de Dios, correspondía con lo que Jesús me
había dicho [y] se (191) refería exactamente a la Fiesta de la
Misericordia. Ahora de verdad [he
comprendido] claramente lo que el Señor me prometió y no tengo ninguna duda, la
Palabra de Dios es clara y explicita.
459Durante toda la meditación vi. al Señor Jesús sobre el altar, con
una túnica blanca, teniendo en la mano mi cuaderno en el que estoy escribiendo
estas cosas. Durante toda la meditación
Jesús hojeaba las páginas del cuaderno y callaba, pero mi corazón no lograba
soportar el ardor que se había incendiado en mi alma. A pesar de los esfuerzos de la voluntad para
dominarme y para no dejar conocer a los que me rodeaban lo que pasaba en mi
alma, al final de la meditación sentí que no dependía de mí en absoluto. De repente Jesús me dijo: No has
escrito en este cuaderno todo sobre Mi bondad hacia los hombres; deseo que no
omitas nada; deseo que tu corazón esté basado en una completa tranquilidad.
460Oh Jesús, mi corazón deja de latir cuando contemplo todo lo que
haces por mí. Te admiro, Señor, por
humillarte tanto hasta mi alma miserable.
Qué métodos inexplicables usas para convencerme.
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