Papa Francisco / Foto: Captura Youtube
BANGUI, 30 Nov. 15 / 05:10 am (
ACI).- En la Santa
Misa en el Estadio Deportivo Barthélémy Boganda de Bangui, el Papa Francisco hizo hoy un fuerte llamado a la evangelización y a ir de la mano con Cristo y cambiar el ffuturo del país. Fue el último acto del Pontífice en Centroafrica antes de regresar a Roma.
“La
vida eterna
no es una ilusión”, afirmó en la homilía que pronunció ante miles de centroafricanos que participaron en la celebración. “En todo esto, Cristo resucitado nos toma de la mano y nos lleva a seguirlo”, subrayó después.
El Santo Padre les pidió mirar al futuro y decidirse “con determinación a abrir una nueva etapa en la historia cristiana de su País, a lanzarse hacia nuevos horizontes, a ir mar adentro, a aguas profundas”.
También invitó a dar gracias a Dios “por su presencia y por la
fuerza que nos comunica en nuestra vida diaria, cuando experimentamos el sufrimiento físico o
moral, la pena, el luto; por los gestos de solidaridad y de generosidad que nos ayuda a realizar; por las alegrías y el amor que hace
resplandecer en nuestras familias, en nuestras comunidades, a pesar de la miseria, la
violenciaque, a veces, nos rodea o del miedo al futuro; por el deseo que pone en nuestras almas de querer tejer lazos de amistad, de dialogar con el que es diferente, de perdonar al que nos ha hecho daño, de comprometernos a construir una
sociedad más justa y fraterna en la que ninguno se sienta abandonado”.
El Papa pidió que todos ser maravillen de la labor misionera que llevó por vez primera la alegría del Evangelio a esa nación y aseguró que “es bueno, sobre todo en tiempos difíciles, cuando abundan las pruebas y los sufrimientos, cuando el futuro es incierto y nos sentimos cansados, con miedo de no poder más, reunirse alrededor del Señor, como hacemos hoy, para gozar de su presencia, de su vida nueva y de la salvación que nos propone, como esa otra orilla hacia la que debemos dirigirnos”.
La mirada puesta en la vida eterna “ha fortalecido siempre el ánimo de los cristianos, de los más pobres, de los más pequeños, en superegrinación terrena”.
Pero esa “es una realidad que transforma ya desde ahora nuestra vida presente y el mundo en que vivimos”.
El Papa exhortó además a romper con el “hombre viejo”, con el “hombre pecador, siempre inclinado a ceder a la tentación del demonio –y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos momentos de conflicto, de odio y de guerra–, que lo lleva al egoísmo, a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación de los más débiles”.
“Sabemos también que a nuestras comunidades cristianas, llamadas a lasantidad, les queda todavía un largo camino por recorrer”, dijo Francisco.
En esta situación, “cada uno en su corazón puede preguntarse sobre surelación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca”.
En la última parte de la homilía, Francisco habló de la necesidad de nuevos mensajeros que sean “más generosos, más alegres, más santos”. “Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo”.
El Papa recordó que Cristo “ha resucitado de entre los muertos” y por eso “desde entonces, las dificultades y sufrimientos que padecemos son ocasiones que nos abren a un futuro nuevo, si nos adherimos a su Persona”.
Al final de la Misa quiso dirigir un saludo especial al Patriarca Bartolomeo I, Patriarca de Constantinopla: "Antes de dar la bendición, en esta Fiesta de San Andrés, desde aquí, desde el corazón de África, quisiera dirigirme a mi queridísimo hermano Bartolomeo, Patriarca Ecuménico. Le hago deseos de felicidad, fraternidad y pido al Señor que bendiga nuestras Iglesias hermanas".
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