Jesús, en Nazaret.
61 Salió de allí y vino a su patria,
siguiéndole sus discípulos.
2 Y llegado el sábado, se puso a enseñar
ni la sinagoga; y la muchedumbre
que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas
y que sabiduría es ésta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano
tales milagros?
3 ¿No es acaso el carpintero, hijo de María (1) y hermano de Santiago y de José, y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de El.
4 Y
Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y
entre sus parientes y en su familia.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos enfermos les impuso las manos y los curó.
6 Y se admiraba de su incredulidad.
La misión de los Apóstoles.
Recorría las aldeas del contorno
enseñando.
7 Y llamando a Sí a los Doce (2), comenzó a enviarlos de
dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
8 Y les encargó que no tomasen (3) para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni
alforja, ni dinero en el cinturón,
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(1) Entre las piadosas mujeres que con la Magdalena asistieron a la muerte de Jesús, menciona
San Marcos una María «madre de Santiago el Menor y de José*, sin duda cuñada de la Virgen, ya que lleva su mismo nombre, y no es probable que fuera hermana suya.
(2) Véase Mt. 10, 1.
(3) La suma de esta instrucción es que
' vayan a la ligera, sin bagajes ni nada que de- nuncie interés temporal o falta de confianza en
' la providencia del Padre celestial, de quien son
mensajeros.
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9 y se calzasen con sandalias, y no
llevasen dos túnicas.
10 Y les decía: Dondequiera que entrareis en una
casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros
pies en testimonio contra ellos.
12 Y
partidos, predicaron que se arrepintiesen,
13 y echaban muchos demonios,
y ungiendo con óleo a muchos
enfermos, los curaban (1).
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(1) El óleo se cuenta entre los remedios caseros
en Oriente. No leemos que Jesús lo empleara
nunca, ni aun aquí lo emplean los dis- cípulos como médicos, sino como taumaturgos, que al mismo tiempo anuncian la institución del sacramento de la Extremaunción.
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