511 Cuando mis intenciones no son
aceptadas y [más bien] condenadas, no me sorprendo mucho, ya que sé que
solamente Dios penetra mi corazón. La
verdad no se pierde y el corazón herido se tranquilizara con el tiempo y mi
espíritu se fortalece en las contrariedades.
No siempre escucho lo que me dice el corazón, sino que pido a Dios luz;
cuando siento que he recuperado el equilibrio, entonces hablo más.
509 512 (209) El día de la renovación
de los votos. La presencia de Dios
inundó mi alma. Durante la Santa Misa
vi. a Jesús que me dijo estas palabras: Tú
eres para Mí un gran gozo, tu amor y tu humildad hacen que dejo los tronos del
cielo y Me uno a ti. El amor allana el
abismo que hay entre Mi grandeza y tu nulidad.
513 El amor inunda mi alma, estoy
sumergida en el océano del amor, siento que me desmayo y me pierdo
completamente en Él.
514 Oh Jesús, haz a mi corazón
semejante al Tuyo, o más bien transfórmalo en Tu propio [Corazón] para que
pueda sentir las necesidades de otros corazones y, especialmente, de los que
sufren y están tristes. Que los rayos de
la misericordia descansen en mi corazón.
515 Una vez, al anochecer, cuando
paseaba por la huerta rezando el rosario, llegué hasta el cementerio [186],
entreabrí la puerta y me puse a rezar un momento y les pregunté a ellas dentro
de mí: ¿Seguramente serán muy
felices? De repente oí estas
palabras: Somos felices en la medida en
que hemos cumplido la voluntad de Dios… y después, el silencio como antes. Me ensimismé y pensé mucho tiempo cómo yo
cumplo la voluntad de Dios y cómo aprovecho el tiempo que Dios me concede.
516 Ese mismo día, cuando fui a
descansar, durante la noche me vino a visitar un alma pequeña que golpeando en
la mesilla de noche, me despertó y pidió oración. Quise preguntarle quien era, pero mortifiqué
mi curiosidad y uní esa pequeña mortificación a la oración y la ofrecí por
ella.
517 Una vez, cuando fui a visitar a
una hermana enferma [187] que tenía ya ochenta y cuatro años y se distinguía
por muchas virtudes, le pregunté:
¿Seguramente ya estará usted, hermana, preparada a presentarse delante
del Señor? Me contestó que durante toda
la vida venia preparándose para esta última hora y añadió que la edad no
dispensa de la lucha.
518
(210) + En víspera del día de
los difuntos, cuanto al atardecer fui al cementerio que estaba cerrado, pero
entreabrí un poco la puerta y dije: Si
desean, queridas almas, alguna cosa, la haré con gusto, dentro de lo que me
permite la regla. Entonces oí estas
palabras: Cumple la voluntad de
Dios. Nosotras somos felices en la
medida en que hemos cumplido la voluntad de Dios.
519 Por la noche aquellas almas
vinieron y me pidieron orar; recé mucho por ellas. Mientras la procesión volvía del cementerio,
vi una multitud de almas que junto con nosotras iban a la capilla, rezaban
junto con nosotras. Recé mucho porque
tenía el permiso de las Superioras [188].
520 En la noche volvió a visitarme
un alma que ya había visto anteriormente, pero esa alma no me pidió oraciones,
sino que me reprochó que antes yo era muy vanidosa y soberbia, y ahora
intercedes tanto por otros teniendo aun algunos defectos. Contesté que había sido muy soberbia y vanidosa,
pero que ya me confesé e hice penitencia por mi estupidez y confío en la bondad
de mi Dios, y si ahora caigo, es más bien involuntariamente y nunca con
premeditación, aunque sea en la cosa más pequeña. Sin embargo aquella alma empezó a hacerme reproches: ¿Por qué no quieres reconocer mi
grandeza? Todos me reconocen por mis
grandes obras, ¿por qué solamente tú no me das gloria? Entonces vi que en aquella figura estaba
Satanás y dije: A Dios Mismo es debido
la gloria, ¡lárgate, Satanás! Y de
inmediato esa alma cayó en un abismo horrible, inconcebible, indescriptible; y
dije a aquella miserable alma que yo se lo diría a toda la Iglesia.
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