Querido amigo/a:
El profeta Isaías nos regala hoy un bello poema donde nos describe cómo es el Mesías. Destaco algunos rasgos para poder orar con esta primera lectura que nos propone la Liturgia de la Palabra de hoy. Un Mesías lleno de espíritu profético (versículo 2) más que ningún otro, pues habla por boca del Padre, como luego veremos en el Evangelio. Con espíritu de sensatez, de inteligencia, de valor, de prudencia, de conocimiento… Empeñado en implantar la justicia y la paz entre los hombres (v. 3-5) y con el medio ambiente (v. 6-8), en total armonía con la creación. Parecen buenas actitudes para intentar reproducir en nuestra vida ¿verdad? El poema termina describiendo una situación paradisiaca garantizada por este rey mesiánico.
Ahora bien, hoy nos preguntamos ¿cuántos creen en este Mesías? Porque ya puede empeñarse el profeta Isaías en describirlo bellamente, que si luego no es aceptado en el corazón de los hombres y mujeres, sus palabras caen como la semilla atrapada entre piedras y abrojos, no germina. Por eso Jesús, en el evangelio de hoy, en su oración de acción de gracias al Padre, sabe que este conocimiento permanece escondido paramuchos sabios y entendidos que no han querido conocer la Verdad. Hoy Jesús sigue siendo un desconocido en los corazones de muchos hijos e hijas de Dios. Estos hermanos y hermanas nuestras no han descubierto el tesoro más precioso que existe, conocer a Jesús y, a través de Él, al Padre. Muchos no creen y Jesús necesita ser anunciado para ser conocido, amado y servido.
La fe es un tesoro precioso por el que tenemos que dar gracias. Jesús sabe que creer no es fácil, por eso, en la secuencia del Evangelio de hoy se da la vuelta y le dice a sus discípulos: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron! ¿Quienes son esa gente sencilla a quienes les ha sido revelado conocer a Jesús? Cuidado, el sencillo no es el tonto, ni el simple; la sencillez es la actitud de quien no tiene la pretensión de condicionar a Dios ni de exigirle que actúe según sus intereses personales. Cuando actuamos así, con sencillez, estamos más cerca de Dios.
Hoy es un buen día para pedirle al Señor la actitud del sencillo, que no trata de manipularlo, sino de amarlo para cumplir su voluntad. Hoy es un buen día para gracias a Dios por el don de la fe, pidiéndole al Hijo para cuyo nacimiento nos preparamos en este Adviento, que la incremente en nuestros corazones para que con nuestra vida y testimonio animemos a los que no creen a buscar este precioso tesoro.
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.
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