Una monja presente en Siria ha denunciado las atrocidades cometidas por el ISIS en Alepo y el apoyo indirecto que recibe con la venta de petróleo a países occidentales.
Alepo, la ciudad siria que hace años se caracterizaba por su prosperidad se ha convertido en un auténtico infierno. Sitiada desde hace más de dos años por las fuerzas rebeldes, sufre las consecuencias de la falta de agua y electricidad, y de los destrozos provocados por los continuos bombardeos.
“Es una ciudad mártir”, asegura la hermana Agnès-Mariam de la Croix en una entrevista concedida a
RT. Esta monja denuncia el silencio mediático y de la comunidad internacional acerca de este asedio y de las atrocidades cometidas contra la población civil en una ciudad en la que las personas mutiladas a causa de la guerra aumentan día a día.
En esta entrevista, la hermana Agnès-Mariam de la Croix cuenta que en Alepo, el problema al que se enfrentan cada día sus vecinos son los ataques terroristas: “Están matando de forma indiscriminada a la población civil, están matando a los inocentes”.
Esta religiosa pide a la comunidad internacional y especialmente a la comunidad europea que “cesen de ayudar y de comprar el petróleo de Daesh para no financiarlo indirectamente”. Culpa a algunos países occidentales de ser los culpables de que se alargue el conflicto comprando el petróleo de los terroristas.
La venta de petróleo es la mayor fuente de financiación para los terroristas del autodenominado Estado Islámico, especialmente tras lograr controlar la mayor parte de los yacimientos de Siria. Expertos de la Universidad de Essex informaron de que se cree que el ISIS produce alrededor de 1,5 millones de barriles al día, lo que convierte a la organización en uno de los mayores productores de petróleo del mundo.
Respecto a la crisis migratoria provocada por la masiva entrada de refugiados en Europa, esta religiosa asegura que estas personas sólo podrán volver a sus hogares cuando “Europa deje de ayudar a los terroristas”. Sólo entonces podrá haber paz en Siria y los refugiados que han salido de sus países huyendo de la guerra podrán recuperar su vida anterior al conflicto.
“La comunidad europea y Turquía están manipulando un aspecto muy grave de esta crisis humanitaria”, sostiene la hermana Agnès-Mariam de la Croix, quien añade la necesidad de presionar a Turquía para que cierre sus fronteras. Una acusación hacia este país surge de las declaraciones de la religiosa: Turquía actúa de forma ambivalente declarando la guerra al terror y ayudando al mismo tiempo a los terroristas.
“Esa ambivalencia está dañando a la población civil”, señala sin tapujos esta monja. Un población asediada y martirizada que lucha para mantener la esperanza en que su país dejará de sangrar por las atrocidades del fundamentalismo islámico y por las consecuencias de un conflicto que pagan los inocentes.
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