ECLESSIA DIGITAL
viernes, 25 de febrero de 2011
Carta de monseñor Julián López Martín, obispo de León, para Cuaresma 2011
Queridos diocesanos: Cada mañana la liturgia nos invita a alabar al Señor con estas palabras: "¡Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis el corazón!" (Sal 94 [95], 8). Esta exhortación, actual y necesaria en todo tiempo, se hace más exigente y viva precisamente durante la Cuaresma, tiempo privilegiado que nos prepara “entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y a la oración, para celebrar el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del Bautismo y mediante la Penitencia” (SC 109).
Nos anima también a ello el objetivo general del presente curso: “Intensificar la comunión eclesial… a partir de la escucha de la Palabra y de la renovación de las comunidades cristianas” (Programa pastoral 2010-2011, p. 81). Ya están en acción por toda la diócesis numerosos grupos de lectura creyente de la Palabra de Dios escrita. El reciente Congreso sobre la Sagrada Escritura en la Iglesia es también un referente. ¿Os dais cuenta de qué modo y con qué insistencia nos habla Dios durante la Cuaresma, no sólo con una abundancia mayor y muy selecta de textos bíblicos en la Misa y en el Oficio Divino, sino también con las referencias de las plegarias litúrgicas de la Iglesia a la oración, la limosna y el ayuno, a la conversión y la penitencia? La liturgia de la Palabra nos pondrá delante así mismo la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, causa de nuestra salvación. Por eso la Cuaresma es un tiempo especialmente favorable para tomar una conciencia más viva de la obra redentora de Cristo para fortalecer nuestra fe de manera que vivamos con más profundidad las exigencias de nuestra condición de hijos de Dios.
Iniciaremos el camino cuaresmal que nos llevará hasta la Pascua con todos los cristianos del mundo, realizando el gesto austero y simbólico de recibir la ceniza. Este rito va acompañado de una fórmula que constituye una apremiante llamada a reconocernos pecadores y a volver a Dios mediante la escucha de su Palabra acogida con obediencia y docilidad. Me estoy refiriendo a la segunda fórmula, la que reproduce las palabras que pronunció Jesús al comienzo de su ministerio público: "Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15).
Es una exhortación, apremiante también, a poner como fundamento de nuestra renovación personal y comunitaria la adhesión firme y confiada al Evangelio. Esto sólo es posible desde la conversión y la fe, fundadas en la Palabra de Dios y alimentadas por ella. Este es, en definitiva, el programa central e ineludible del tiempo de Cuaresma: escuchar y meditar la Palabra de Dios, palabra verdadera que ilumina la mente para que reconozcamos nuestra debilidad y que, con la fuerza del Espíritu Santo, cambia el corazón y lo dispone para acoger el amor misericordioso del Padre y seguir a Jesucristo, el Buen Pastor, en la comunión de su único rebaño que es la Iglesia.
"¡Ojalá escuchéis hoy su voz!". Esforzaos, pues, en la lectura, meditación y aceptación de lo que el Señor nos dice en su Palabra escrita y transmitida por la Iglesia. Es un tesoro inagotable, una perla preciosa, un caudal de luz, de vida y de esperanza. Feliz y provechosa Cuaresma 2011. Con mi cordial saludo y bendición:
+ Julián, Obispo de León
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