FRANCISCO BEJARANO | ACTUALIZADO 19.02.2011 - 01:00(DIARIO JEREZ)ESPAÑA no ha condenado todavía, como han hecho Francia, Alemania y otros países de la misma tradición, las persecuciones del cristianismo en el mundo de mayoría musulmana. Se esperaba que el ataque, con 21 muertos, a una iglesia copta de Alejandría en las navidades pasadas, moviera al Gobierno español a emitir una nota diplomática condenatoria de extremos tales. No ha sido así. Tampoco España ha querido adherirse, y ha bloqueado, el escrito de la Unión Europea en defensa de las minorías cristianas perseguidas y amenazadas, porque el texto debe hacer referencia a todas las minorías religiosas, de modo que las matanzas de cristianos se diluyan en la vaguedad expresiva. Unos creen que es falta de firmeza y claridad; otros, miedo y debilidad; y no falta, aunque parece descabellado, quien piensa que el socialismo español quiere hacer causa común con los pueblos 'revolucionarios' del norte de África, para impulsar un nuevo intento de socialismo internacional con el Mare Nóstrum como centro.
Hay silencios cómplices y omisiones culpables. Y aparte de esto, muy antiguo y sabido, hay perversidad en las expresiones. En España se puede agraviar y afrentar -ofenderlos es complejo- a los católicos, no a otros cristianos, porque no son minoría religiosa. Las minorías religiosas en nuestro país, la musulmana a la cabeza, son tan respetadas que no se toleran irreverencias que hieran sensibilidades, y están tan protegidas que pueden imponer en sus comunidades leyes y costumbres que se contradicen con las españolas, lo que en teoría, solo en teoría, las pone fuera de la ley. Pasar en España de minoría religiosa a cofradía de malhechores es sencillo. El teatro, el cine y las artes plásticas tienen fuero para herir a los católicos y salirles de balde y aun con rentas, además de forzar la propaganda en prensa por razones extraartísticas y favorecer el apoyo y los subsidios gubernamentales. Publicidad rápida y gratuita y sobreseimiento judicial por no existir ánimo de ofender, no es picaresca desdeñable.
Con todo, los agravios a los sentimientos religiosos más parecen un asunto de mala educación y consecuencia de torpe política educativa, que de mala legislación sobre los sentimientos, siempre imprecisos. Los intereses políticos que haya se escapan al entendimiento juicioso y algún día los conoceremos. Las minorías islamistas en Europa tienen sus leyes propias y no confían en las de los países donde viven ni las acatan. Aplican las suyas, juzgan, condenan, incluso a muerte, y los gobiernos de las naciones avanzadas del mundo se asustan, construyen varias nuevas mezquitas, bendicen los burcas y dan bulas para perseguir cristianos. Nunca pediríamos reciprocidad peligrosa, aunque el que la plebe se la tome es cuestión de tiempo, sino la buena: trato en su tierra como los tratamos en esta, el archisabido 'respeta para ser respetado'.
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