Como hemos expuesto en el anterior artículo, el Anticristo no se manifestará solo, el contará con el respaldo de una Falsa Iglesia Católica a cuyo frente estará un Falso Papa (El Falso Profeta del Apocalipsis) que a su vez formará parte de una Religión Mundial nacida del sincretismo de todas las demás religiones y liderada por el Anticristo, la creación de esta Falsa Religión y el advenimiento de ese “Avatar” de la Nueva Era es el verdadero objetivo que ha perseguido la Masonería y las enseñanzas esotéricas ligadas a ella como la Kabbalah durante los últimos Siglos.
El Anticristo también llamado Maitreya, contará también con el apoyo de unos seres de oscuridad que se autodenominan “Maestros Ascendidos”, estos seres no son desconocidos para la Fe Católica, los Santos y nuestra Madre María nos hablaron acerca de Ellos, la Beata Anna Catalina Emmerick los llamó “Espíritus Planetario” , son ángeles condenados por la justicia Divina pero cuya culpa fue menor que la de los Ángeles encadenados en el Infierno, estos ángeles nos dice la Beata, habitan en los planetas, y bajarían a la Tierra en los últimos tiempos para tentar a los hombres y ayudar a construir la Falsa Iglesia y el Imperio del Anticristo.
Esta raza de demonios vendrá de manera “pública” junto al Anticristo cuando el mundo se encuentre sometido en el más absoluto de los desastres con una falsa misión salvífica hacia la humanidad, que solo tendrá como objetivo engañar a los hombres y apartarlos de la fe verdadera, la gente previamente manipulada pensará que son seres de otros mundos, que vienen a ayudarnos.
VISIONES DE LA BEATA ANNA CATALINA EMMERICK
Ve la Iglesia de San Pedro en peligro. (28 de agosto de 1820)
Vi una imagen de la Iglesia de San Pedro, donde me parecía que el tiempo flotaba sobre la tierra y que muchos corrían presurosos a ponerse debajo de él para transportarlo, grandes y pequeños, sacerdotes y seglares, mujeres y niños y aún ancianos impedidos. Yo sentía grande angustia e inquietud, pues estaba viendo que la iglesia amenazaba ruinas por todas partes. Pero todas aquellas gentes se pusieron debajo de ella sosteniéndola con sus hombros; cuando esto hacían todos tenían la misma estatura. Cada uno estaba en su puesto: los sacerdotes debajo de los altares; los legos debajo de las columnas y las mujeres a la entrada. Era tan grande el peso que todos soportaban, que creí que serían aplastados. Sobre la Iglesia aparecía el cielo abierto y los coros de los santos la sostenían con sus oraciones y sus méritos y ayudaban a los que la sostenían sobre sus hombros. Yo estaba flotando entre unos y otros. Ví que los que la llevaban se movían hacia delante y que una fila de casas y palacios que había enfrente caían por tierra, como las espigas de un campo, al pasar sobre ellos la iglesia y que la misma iglesia fue puesta allí sobre la tierra.
Entonces tuve otra visión. Ví que la Santísima Virgen estaba sobre la Iglesia y alrededor de ella los apóstoles y obispos. Abajo ví grandes procesiones y solemnidades. Ví que todos los malos pastores de la iglesia, que habían creído que podían hacer algo con sus propias fuerzas, sin recibir la virtud de Cristo, de los vasos de sus santos predecesores y de la iglesia, fueron lanzados y reemplazados por otros. Ví que desde lo alto recibían bendiciones y que se obraban grandes mudanzas. Ví al Papa que dirigía todas estas cosas. Ví elevarse a dignidades, a hombres muy pobres y a jóvenes.
Ve una Iglesia falsa en contra de la Iglesia de Roma. (12 de septiembre de 1820)
He visto construir una iglesia curiosa, falsa y perversa. Había en el coro tres divisiones, cada una de varias gradas, unas más altas que las otras. Debajo se extendía una oscura extensión llena de tinieblas. Sobre la primera de estas divisiones vi que arrastraban un asiento, en la segunda una gran taza llena de agua; sobre la más alta había una mesa. No he visto ningún ángel presente en la construcción; pero estaba la especie más ardiente y curiosa de los múltiples espíritus de los planetas, que transportaban toda clase de objetos bajo esta techumbre; y allí abajo, ciertas personas envueltas en una especie de manteletas o capas eclesiásticas, llevaban todas esas cosas afuera. Nada venía de lo alto en aquella iglesia; todo provenía de la tierra y de la oscuridad, y los espíritus de los planetas lo traían y lo preparaban todo. […]
Cerca de ésta he visto otra iglesia luminosa, colmada de gracias de lo alto; he visto a los ángeles subir y descender y he visto allí vida y crecimiento, aunque también disipación y negligencia. A pesar de todo era un árbol lleno de jugo y de fuerza vital en comparación de la pseudo iglesia, que parecía un sarcófago de reliquias muertas y de figuras.
Ve la obra de los espíritus malos en la falsa iglesia. (12 de noviembre de 1820)
He viajado por un país oscuro y frío y llegué a una gran ciudad. Allí dentro he visto de nuevo la extraña gran fábrica de la iglesia; pero he visto que allí no hay nada de santo, sino innumerables espíritus planetarios que trabajaban en torno de ella. He visto todo esto como veo, de modo parecido, hacerse una obra eclesiástica católica de común acuerdo entre los ángeles, los santos y los cristianos; pero aquí las formas empleadas eran mecánicas, y las ayudas y los medios de otra especie. He visto subir y bajar y enviar rayos y luz por muchos espíritus planetarios cobre aquella gente que trabajaba. Todo se hacía y resultaba según la pura razón humana. He visto allá arriba, en las altas regiones, cómo un espíritu hacía líneas y diseñaba figuras y cómo luego aquí en la tierra se ejecutaba, porque veía que uno abría los cimientos y hacía aberturas o planos. He visto que la acción de estos espíritus planetarios, que trabajan para sí y para esa gran fábrica, extendían su influjo a las más remotas comarcas. Todo aquello que parecía necesario o sólo útil a la fabricación y existencia de esta iglesia, he visto excitarlo y ponerlo por obra en los más apartados lugares y distancias y he visto ponerse de acuerdo hombres y cosas, enseñanzas y opiniones para cooperar a la obra. Había en todo ese cuadro algo de admirablemente egoístico, de orgullosamente seguro y violento; y que todo tuvo éxito lo vi en un cuadro múltiple de cosas; pero no he visto siquiera un solo ángel o un santo concurriendo a la obra. El cuadro que he visto era grandioso y perverso.
He visto también mucho más lejos y detrás de aquel asiento o trono, un pueblo feroz armado de picas, y un rostro feo que sonreía y decía: “fabrica no más lo más sólido que quieras; nosotros la destruiremos”. Penetré además en una sala grande de aquella ciudad donde se celebraba una ceremonia odiosa, una horrible y falsa comedia. Todo estaba tapizado de negro –es un rito de la masonería eclesiástica-. Uno fue puesto dentro de un catafalco y luego resucitó. Él estaba presente en persona y llevaba en el pecho una estrella. Parecía que esto significaba una amenaza de que así sucedería. He visto dentro al diablo en mil formas y figuras. Todo era densa y oscura noche: aquello era horrible.
Ve nuevamente la Iglesia de San Pedro. (10 de septiembre de 1822)
He visto la Iglesia de San Pedro del todo destruida, excepto el coro y el altar mayor. San Miguel, armado y ceñido, descendió a la Iglesia y con su espada impidió que entraran en ella muchos malos pastores, y los impelió hacia un ángulo oscuro, donde se sentaron mirándose unos a otros. Todo lo que había sido destruido de la iglesia fue reconstruido en pocos momentos de suerte que pudiera celebrarse el culto divino. Vinieron sacerdotes y legos de todo el mundo trayendo piedras para reedificar los muros, ya que los cimientos no habían podido ser destruidos por los demoledores.
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