14 de Noviembre del 2012
Amados Míos, juntos con Mi hijo sacerdote. ¡Y de qué manera me alegra estar este día unidos con él, también, tan cercano al sufrimiento de tantas, tantas almas y de tantos enfermos!
¡Oh, Mis pequeños! que habéis estado sobresaltados todos estos días, ¿pero cómo Mi Amor os puede sobresaltar, si Yo envío gracias y todo sucede para bien de los que aman al Señor? ¿Si todo es para altos fines que Mi Amor conoce y que Mi Amor ve? ¿Por qué esa tristeza, pequeños? Si vosotros creéis, veréis la gloria de Dios, Mis pequeños.
¿No os he hablado tantas veces del sufrimiento? ¿No os he dicho, tantas veces, que la unión conmigo se hace entre otras cosas, en el sufrimiento? ¿No quiero de vosotros la transformación en Mí? ¡Oh Mis pequeños, qué poco conocéis a Dios! ¡Oh Mis pequeños, qué poco me amáis!
¡Oh pequeños! vosotros, pedís Mi Corazón, pedís Mis virtudes, pedís tantas y tantas cosas, y pequeños... ¡qué pocos de vosotros pedís Mi sufrimiento! ¡Qué pocos de vosotros...! Si os doy Mi Corazón y son tiempos de bonaza, estáis contentos os sentís felices; cada vez que un mimo Mío os acaricia, creéis que habéis llegado al cielo y queréis más y más, pero si Yo os quiero unir más a Nosotros y os quiero hacer más Míos, Mis pequeños ¿por qué rechazáis esa gracia de estar unidos en la misma Cruz, cuando sabéis que es la mayor semejanza conmigo? porque toda Mi vida fue de Cruz, desde el primer instante de Mi Concepción.
¡Oh pequeños, pequeños Míos, amados! ¿Si sabéis que el Padre, si sabéis que la Madre perfecta os ven, y nada más me miran a Mí en vosotros? y son gracias que se derraman, hijos, son gracias fecundas.
¡Qué poco entendéis el dolor pequeños! si el dolor, está unido al amor. Es cierto que es un gran misterio el dolor que no entendéis del todo, pero es Amor, porque hijos, me hice Hombre en las entrañas purísimas de Mi Madre por Amor ¿Comprendéis? Yo era Dios, Verbo del Padre y... ¡hacerme Hombre, pequeños! ¡Hacerme Hombre! ¡Un Dios haciéndose Hombre! ¿Comprendéis pequeños qué Amor? Toda Mi vida estuvo llena de dolor, pequeños ¡y tan llena de Amor! Amor ilimitado, como vosotros no podéis entender, no podéis profundizar.
Hijos, la Pasión, Mi Cruz, fue locura de Amor por vosotros; hijos, ¡os lo he dicho tantas veces! si Yo no hubiese muerto en la Cruz... ¡hubiese muerto de Amor
por cada una de vuestras almas...! ¡Tanto os amo, pequeños Míos! porque solo por una de ellas me hubiese hecho Hombre y hubiese muerto en la Cruz.
Pequeños, Mi Resurrección... ¡fue por Amor, fue un acto de Amor! Mi Ascensión, pequeños ¡fue por Amor! ¡Oh pequeños! Mi Eucaristía ¡es Amor, solo Amor! ¡Oh pequeños! y... cada uno de vosotros, almas Mías que estáis aquí con Mi sacerdote elegido ¿Qué sois? sino Amor.
¿Qué he hecho de vuestras vidas? ¡Nada más que Amor! solo Amor, pequeños.
¡Oh Mis pequeños hijos! Por eso, a veces sentís, como os he dicho en otra ocasión, el leño áspero de la Cruz en vuestra carne, hijos; y vosotros me estáis mirando como Yo os miro a vosotros, y es para más fecundidad, para más unión, para más fusión, porque eso es lo que quiero hacer con vosotros, esa transformación en el Amor, porque Dios es Amor y solamente así se hace, Mis pequeños.
¡Oh pequeños Míos! ¿Cuándo entenderéis? ¿Cuándo comprenderéis que vosotros sois Uno conmigo? y de momento en el Amor y en el dolor, pero ese dolor, insisto, que es fecundo para las almas cercanas a vosotros, y para tantos y tantos otros que un día se os presentarán en el cielo.
¡Oh hijos! formamos Uno, un Corazón de Amor, un Corazón: el Mío, que sangra por cada hijo, por cada hijo que no le ama; y a veces, vosotros también permito que sangréis para altos fines, como os he dicho.
¡Oh Mis pequeños, oh Mis pequeños! ¡Qué grandes cosas vais a ver! ¡Oh Mis pequeños! ¡Si Yo os quiero en Mi Corazón, si estáis al amparo del Amor!
Hijos ¡benditos seáis! conmigo, en Mí, por Mí ¡benditos seáis!
Hijos ¡alegrad vuestras caras! ¡Que sonrían también vuestros ojos, además de vuestra boca! ¡Porque sois testigos de Cristo y tenéis que llevar el Amor a los hermanos para confortarles!
¡Oh hijos! las gracias de la Trinidad no se apartan de vosotros ¡sabedlo bien!
Hijos, os recuerdo ya para terminar, que a veces permito que almas paguen la deuda con el Padre, acordaros que os lo dije:“vosotros tenéis una deuda, que no se puede pagar”: conmigo, con el Padre, hijos, y... ¡cómo no os he amado! que Yo quise pagar esa deuda con vosotros, por vosotros, en vosotros, y por eso me hice Hombre, y por eso vine a la tierra, y por eso quise sufrir, por eso, hijos, ¡tanto,
tanto os he amado! y por eso, he querido a veces, uniros a la Cruz, uniros a Mi Cruz, porque esa deuda sólo, sólo se puede pagar en el dolor, y el dolor, fecundo.
¡Hijos cómo os amo, cómo os ama Mi Corazón! que ahora tomo el vuestro y le lleno de esperanza, le lleno de amor, le lleno de tantos dones y tantas gracias; y tomo vuestra alma, ya sabéis, un poco gris, no tiene la forma que me gusta, y le doy esa forma y os purifico y os la limpio, porque la acerco a Mí, hijos, y os doy Mi regalo más preciado: a Mi Madre ahora, y antes la Cruz, y con ella os hago la Señal: en Mi Nombre, en el Nombre del Padre, y en el Amor del Espíritu Santo y bendiciendo los objetos: rosarios, medallas y estampas, todo objeto religioso, pero como siempre digo, si no los tenéis bendecidos por un sacerdote, debéis hacerlo, y aprovechar hoy, que está Mi hijo aquí.
¡Benditos y alabados seáis! El Amor de Dios está con todos vosotros.
En el Nombre del Padre, en el Nombre del Redentor, del Salvador, y en el Amor del Espíritu Santo. Amen, amen y amen.
Pequeños hijos, ¡Oh Mi ternura, con Mi Niño entre los brazos! ternura sobre vosotros, hijos, que queréis hacer la voluntad del Padre.
Mis pequeños, Yo estaba, como bien sabéis, unida a Cristo, unida a Mi Hijo ¡de tal manera para gloria de Dios Padre! hijos ¡que sufrí como nadie se podrá imaginar jamás! Entonces, vosotros, pequeños, uniros a Mí, porque vuestro sufrimiento se quiere unir al Mío, pequeños, y vamos entre todos a pagar, dentro de lo que os concierne, esa deuda por tantas maravillas que Dios ha permitido en cada uno, hijos: la Eucaristía, ese quedarse Jesús con vosotros, ese Amor, hijos, el hacerse Hombre, el morir, tantas gracias, tantos dones.
¡Oh pequeños, qué Amor más grande entre vosotros y Yo! y confiad en Mí, pequeños, que os dejo Mi pequeño Niño para no asustaros, porque un Niño, todo ternura como Él, derramándose en gracia por cada uno de vosotros, sólo puede daros un gozo tremendo, y Yo os le doy, os le doy así, envuelto en pañales para que le améis, Mis pequeños.
Hijos, la Madre ve en vosotros a Cristo, hijos, y está orando siempre para vuestra transformación en Él.
Hijos, la Madre os ama, os ama y nunca más que en esta Cruz pequeños niños, con Mi Niño pequeño.
Tomo vuestro corazón, lo abrazo y abro la puerta del Mío ¡cuidad de Mi Hijo! para que penetréis en Él y toméis de sus gracias, y a vuestra alma también la acojo en este Corazón inundándola de Amor, Mis pequeños hijos.
¡Cómo os amo! ¡Qué poco me gusta en estos miércoles tener que separarme de vosotros! ¡No hablaros, pequeños! ¡Estaría diciendo las ternuras de una Madre... tiempo y tiempo! así, y mirándoos ¡porque me alegra tanto, veros! sentir vuestras almas, sentir vuestro corazón ¡Oh Mis pequeños! y sentir que sois Míos en el Amor ¡Oh pequeños hijos! ¡Cómo os amo! ¡Cómo os ama, esta Madre llena de ternura, llena de Amor por cada una (de las almas).
Mis pequeños, os beso la frente con el beso del Amor de esta Madre, beso perfecto, lleno de gracias, y os bendigo, como bendigo los objetos: En el Nombre del Padre, en el Nombre del Hijo, en el Amor del Espíritu Santo y con San José y Mi Niño pequeño que os dejo a vosotros dentro de vuestro corazón en Amor. Amen, amen y amen.
(La Madre vino como Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias ¡Cómo no, con la devoción que le tenemos! Con esta enseñanza que por las circunstancias de la enfermedad de Adolfo nos da al grupo.)
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