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Con cuatro apariciones, una por día, se cerró el domingo 18 de noviembre, la visita del vidente Iván Dragicevic, de Medjugorje, al Líbano, un país que tiene un cristianismo básicamente maronita, en plena comunión con Roma.
Y acá hay por lo menos tres cosas para resaltar de esta visita:
* Se produce en medio de crecientes conflictos bélicos en el mundo árabe: en Irak, en Afganistán, en Irán, y sobre todo la guerra civil en Siria y los últimos bombardeos entre Israel y Hamás en la franja de Gaza. Y el llamado principal de María en estas apariciones libanesas fue a orar por la paz
* La visita de Iván logró unir a musulmanes y cristianos en oración, porque los musulmanes tienen fuerte veneración por Marian (María) y en uno de los mensajes María dijo a Iván que considera a todos sus hijos, incluido a los musulmanes. Y esto sucede en una nación que siempre ha sido considerada el oasis cristiano dentro de un mar de musulmanes en el mundo árabe, y en momento que la “primavera árabe” ha hecho recrudecer la persecución musulmana a los cristianos.
* Este esfuerzo de giras de los videntes de Medjugorje se inscribe dentro de lacampaña de acercamiento a la aparición, tratando de consolidar un puente con el público antes del dictamen de la comisión vaticana que investiga esas apariciones a pedido de Benedicto XVI, que cambiará el status de la aparición, ya que se presume que no tendrá un dictamen negativo. Las declaraciones de Charbel Maroun, el presidente del Movimiento Mariano de los laicos en Galilea denotan claramente la intención de crear un movimiento alrededor de Medjugorje, lo que ha estado implícito en los últimos años y es una de las causas que ha creado más recelo en sus críticos.
“El pueblo de Líbano está dividido, política y socialmente. Pero cuando María llegó, se reunieron de nuevo para recibir a su madre. La gente nunca había sido capaz de orar durante tres y cuatro horas, esto es nuevo para ellos. Y se podía ver a todos ellos orando con alegría”, dijo Charbel Maroun, en la última aparición el domingo 18 de noviembre.
“Muchos de ellos decían, y los grupos marianos tenían miedo de que la gente no se quedaría por más de dos horas. De hecho vimos orar con alegría durante cuatro horas. Todos ellos estaban muy contentos de comenzar a orar más. Muchos de ellos estaban muy emocionados de entrar a nuestro movimiento, y empezar a conocer acerca de Medjugorje”.
“Sobre todo, mucha gente quiere ir a visitar a allí. También he recibido un montón de mensajes de gente nueva que me preguntan acerca de cómo se puede entrar en un grupo de oración, e iniciar un programa de Medjugorje en sus parroquias. Esto es genial. Nuestra Señora trajo un nuevo Pentecostéscon ella, para nuestro pueblo y nuestra Iglesia y en especial a nuestro movimiento”, dice.
La última aparición a Ivan en el Líbano el 18 de noviembre tuvo lugar en laIglesia de San Juan Bautista en Emar, en la parte norte del país. Duró más de 7 minutos, a la aparición asistieron casi 4.000 personas, entre ellas 2.500 en la sala y las demás fuera de la iglesia. 30 sacerdotesestuvieron presentes, junto con el arzobispo maronita George Jaoudé de Trípoli del Líbano (que no debe confundirse con la capital de Libia del mismo nombre).
Para todas estas personas, la Virgen María dio este mensaje:
“Mis queridos hijos, hoy de una manera especial, los invito a orar por las vocaciones en la Iglesia. Oren por los pastores de la Iglesia. Queridos hijos, perseveremos en la oración, la Madre está orando a Jesús con ustedes y para ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado”.
En su sermón, el arzobispo Jaoudé usó a un tono más serio, e hizo hincapié en la Virgen María como Reina de la Paz, el título con el que aparece ella en Medjugorje:
“Las apariciones de Medjugorje son una señal de que no tenemos tiempo. A lo largo de la historia, Dios ha enviado muchos mensajes por sus ángeles y profetas, porque la gente había perdido la fe. Hoy, Dios está enviando a Su Madre a nuestro planeta porque nuestra fe es débil“, dijo el Arzobispo.
“Durante el tiempo en que el comunismo dominaba Europa del Este y había destruido muchas iglesias, matando a muchos sacerdotes y fieles, Nuestra Señora vino a Medjugorje, para llamar al pueblo a resistir en la fe, de reconciliarse con Dios y trabajar por la paz. Ella es la Reina de la Paz, y ella está apareciendo aquí donde la paz es muy necesaria, con la guerra en Irak, en Siria, y en Tierra Santa“.
Arzobispo Jaoudé concluyó su homilía con la oración repetida varias veces “María Reina de la Paz”, para que los asistentes respondieran “Ruega por nosotros”. Luego concluyó: “María Reina de la Paz, ¡danos la paz!”
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LOS MARONITAS DENTRO DEL CRISTIANISMO ORIENTAL
Con el fin de ilustrar sobre los maronitas, que son los cristianos mayoritarios en el Líbano, presentamos una eplicación del teólogo Sarkis Amin.
Los maronitas son los cristianos católicos orientales que deben su nombre a san Marón, santo hombre, rígido defensor de la fe católica en Oriente, monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos, un apóstol que la Providencia de Dios eligió para confirmar a los vacilantes en su fe y para organizar el núcleo principal de la nación maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe y en beneficio del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad contra la opresión.
San Marón vivió en el siglo IV, en las cercanías de Antioquía, donde trabó relaciones de amistad con grandes figuras como san Basilio y san Juan Crisóstomo y otros ilustres Doctores de la Iglesia. De joven, siguiendo las enseñanzas del Divino Maestro, dejó su familia, sus bienes y fue a buscar la calma en una montaña, entregándose a la oración la contemplación y el trabajo. Muchos jóvenes siguieron su ejemplo, imitando sus virtudes y procurándolo para escuchar sus enseñanzas y adoptar su espiritualidad. Fueron llamados “discípulos de san Marón” y después de su muerte, ocurrida en el año 410, crecieron y formaron el “Convento de San Marón”, que cobijaba a numerosos monjes que se dedicaron a luchar con heroísmo contra los errores doctrinales de su época. En el año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe católica definida en el concilio ecuménico de Calcedonia (a. 451), mataron a 350 miembros de ellos que son conocidos como ” mártires, discípulos de san Marón”. El papa Hermes IV reconoció su martirio y así quedó sellada la fe maronita con su sangre. Al pueblo que en el patriarcado de Antioquía siguió la orientación religiosa de san Marón y sus discípulos, se le aplicó el nombre de “maronita”.
En el siglo VII los maronitas, para escapar a la opresión de los conquistadores árabes, se refugiaron en los montes y los valles del Líbano donde formaron la Iglesia maronita bajo el liderazgo de san Juan Marón, un monje discípulo de san Marón, reconocido por el Papa de la época como el primer patriarca maronita de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los maronitas tienen un patriarca que lleva, junto a su propio nombre, el nombre de Pedro (Butros), el Apóstol de Cristo, quien fue el primer obispo de Antioquía y, más tarde, el primer obispo de Roma, vicario de Cristo y Papa de la Iglesia universal.
Perseguidos por causa de su fe, los maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando en él una tierra de libertad, su historia se identificó con la historia del Líbano y no será extraño verlos defender su patria con valentía, sangre y heroísmo. Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en Oriente, se dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas y sus hermanos libaneses:”Toda la Siria -escribía Jaled el conquistador árabe- cayó como un camello, solo el Líbano quedó erguido”.
Caro fue el precio que pagó la nación maronita por causa de la ayuda que prestaron sus fuerzas a los cruzados, en su marcha al santo sepulcro. Finiquitada la conquista europea, todo el odio de sus enemigos cayó sobre ellos, ensangrentando sus campos y arrasando su territorio. Esta historia dolorosa no se cerraba sino a cortos intervalos de tiempo, para volver a abrirse más triste y verter más sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834, 1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años que comenzó el 13 de abril 1975.
Los maronitas son conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra de los Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus corazones a todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos construir un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido encuentre un refugio seguro y donde coexistan pacíficamente las diversas comunidades que profesan distintas creencias y siguen diferentes ideologías.
Así pues, no todo libanés es maronita, como tampoco cada maronita es libanés; pero sí, todos los maronitas, y todos los que apreciamos y queremos a esta Iglesia, debemos defender la soberanía del Líbano, si queremos ser solidarios con la Iglesia universal y sentirnos como miembros de una única familia.
Fuentes: Medjugorge Today, Sarkis Amin, Signos de estos Tiempos
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