Lunes 10 de Junio del 2013
Primera lectura
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-7):
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano
Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos
que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él
nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a
los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que
nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre
nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos
toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento,
es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos
sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de
esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo
sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres
de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados
los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de
la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Lunes 10 de Junio del 2013
Queridos amigos y amigas:
Hay quien dice que estamos en la “cultura de la queja”. En medio de la
situación de dificultad que viven muchas personas, hemos creado todo un
lenguaje y unas acciones mediante las que expresamos nuestro
descontento, de las más variadas maneras. Y, parafraseando a Qohelet,
habría que decir que “hay un tiempo para la queja”, sí, pero también ha
de haber “un tiempo para la alabanza”. Porque si sólo vemos lo que
falta, nos perderemos todo aquello que ya está. Si sólo nos quedamos con
lo imperfecto, dejaremos de apreciar las maravillas que nos rodean. Si
en nuestra boca sólo tiene voz la “maldición” (de “decir mal”), nos
iremos olvidando de la “bendición” (“decir bien” de las cosas y de las
personas).
En el evangelio de hoy, Jesús se dedica a bendecir. Dice bien de los
pobres de espíritu y los mansos, porque heredarán la tierra y el Reino.
Dice bien de los que lloran y buscan la justicia, porque recibirán
consuelo en sus afanes. Dice bien de los misericordiosos y los limpios
de corazón, porque verán a Dios. Y dice bien de los que trabajan por la
paz, o los perseguidos por causa de la justicia o de su nombre, porque
recibirán su recompensa. Dice bien y les llama a alegrarse en medio de
su dificultad.
En los tiempos de Jesús, también había quien prefería “maldecir”: a los
pecadores, por no cumplir la ley; a los romanos, por ocupar el
territorio; a los enfermos, por traer la impureza… En medio de tanta
maldición, Jesús quiere ser, primordialmente, bendición. Habrá un tiempo
para el enfado, para la palabra dura, para el látigo en el templo… pero
la vida de Jesús es, fundamentalmente, bendición.
Y si Jesús se dedica a bendecir, es porque el Padre también quiere ser
bendición. Dios comienza la historia de salvación bendiciendo: diciendo
bien de la creación, de la vida, del ser humano… Habrá tiempo para la
queja, para la decepción, incluso para el enfado… Pero la primera
palabra es la bendición. Ojalá que también sea la última, en tu vida y
en la mía.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, cmf (luismanuel@claretianos.es)
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