Sábado 22 de Junio del 2013
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,1-10):
Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y
revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue
arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé
yo? Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y
oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir. De uno como
ése podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y
eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura
verdad; pero lo dejo, para que se hagan una idea de mí sólo por lo que
ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga
soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que
me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme
libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se
realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis
debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso,
vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo.
Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 33,8-9.10-11.12-13
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al
servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al
contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la
vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con
qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo
que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No
valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de
agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os
agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni
trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba
vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el
campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué
vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los
gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que
tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis
por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le
bastan sus disgustos.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Sábado 22 de Junio del 2013
Fernando Torres Pérez cmf
Hay un tema recurrente en muchas películas. Narran las peripecias
que tiene que seguir el protagonistas, sus luchas y sufrimientos, hasta
conseguir que la justicia reivindique los derechos violados, propios o
de otros. La cuestión es que por el medio de la trama siempre hay un
momento en el que el protagonista sufre las consecuencias de su actitud
–ponerse a luchar en favor de sus derechos violados o los derechos de
los otros– en carne propia. Es el momento de las amenazas, de las
consecuencias para la vida familiar. Es el momento de la pasión, de la
dificultad, del no ver resultados. Luego llega el final de la trama que
en las películas suele ser bueno. La justicia triunfa.
La vida suele ser más complicada. Algunos han llegado a ese final
en que la justicia sale triunfante. Otros han caído en el camino. Unos,
desanimados por el intento de luchar contra gigantes. Otros,
directamente asesinados por los que tienen las llaves del poder.
En el Evangelio Jesús dice que tenemos que buscar “el reino de
Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura” y que no se puede
servir al mismo tiempo “a Dios y al dinero.” Es cierto. En la vida
tenemos que elegir de qué lado nos ponemos.
La cuestión es que en realidad hay tres posiciones posibles. La
de los malos. Son los que se aprovechan de los demás, los que manipulan y
abusan buscando su propio y egoísta interés. También está la de los que
se oponen a estos. Son los que luchan por la justicia y se dejan,
demasiadas veces, la piel en el intento. La suya es una posición
difícil, complicada. Lleva consigo dolor y sufrimiento. Pero a ellos se
les dará todo lo demás. Y siempre sentirán esa felicidad profunda de
saber que hacen lo que tienen que hacer.
Lo malo es que la mayoría estamos en la tercera. La de los que
miramos desde la barrera, desde el graderío lo que hacen los otros. A
veces, hasta nos solidarizamos con los que luchan por la justicia. Pero
no movemos un dedo. Sin darnos cuenta de que esta posición es cómplice
con la primera. En la práctica hemos preferido la comodidad y dejar
hacer. Esta actitud tiene muy poco que ver eso de “buscar el reino de
Dios y su justicia.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario