Capítulo: VI
PRUEBAS DE VERDADERO AMOR
Jesucristo:
1. Hijo: todavía no eres fuerte e inteligente en el amor.
Discípulo:
¿Por qué, Señor?
Jesucristo:
Porque por una pequeña contradicción
abandonas lo que empezaste
y con gran avidez buscas la consolación.
Quien ama con fortaleza se mantiene estable frente a las tentaciones
y no acepta las astutas insinuaciones del enemigo.
Así como Yo le agrado en la prosperidad,
no le desagrado en la adversidad.
2. Quien ama inteligentemente
no considera tanto el don del amante como su amor.
Presta mayor atención al afecto que al obsequio
y considera todo regalo como inferior a quien lo da.
Por esto no está todo perdido
si algunas veces sientes menos aprecio del que quisieras por Mí o por mis santos.
El afecto que de vez en cuando percibes en ti
es bueno y agradable
porque es consecuencia de la presencia de la gracia y algo así como saborear por adelantado la patria del Cielo;
sobre esta sensación no debe uno apoyarse mucho porque va o viene.
Pero pelear contra los malos estímulos
y despreciar las sugerencias del diablo
es señal de virtud y gran mérito.
3. No te vayan a perturbar las extrañas imaginaciones de diversos asuntos que se te ocurren;
manténte firme en tu propósito
y en la intención recta hacia Dios.
No es ilusión cuando alguna vez te sientes elevado
y de inmediato retornas a las acostumbradas ineptitudes de corazón,
porque más las sufres contra tu voluntad que las causas
y siempre que te desagradan y las rechazas es mérito y no perdición.
Puedes estar convencido que el enemigo antiguo,
por todos los medios, trata de impedir tu
deseo del Bien y apartarte de todo ejercicio espiritual como la
veneración de los santos, la piadosa evocación de mi Pasión, el recuerdo
conveniente de los pecados, el cuidado de los propios afectos y el
firme propósito de progresar en la virtud.
El demonio sugiere muchos malos pensamientos
para causarte desgano y temor
a fin de que abandones la oración y la lectura sagrada.
Le molesta la confesión humilde
y, si pudiera, haría que dejes de comulgar.
No le creas ni le prestes atención
aunque muchas veces prepare trampas para hacerte caer.
Cuando te traiga pensamientos malos y sucios
atribúyeselos a él, y dile:
“Fuera, inmundo; avergüénzate miserable
eres muy sucio porque me traes esas cosas a la imaginación.
Retírate de mí, seductor malísimo,
no tienes nada que ver conmigo,
porque Jesús estará junto a mí como fuerte guerrero y tú quedarás perplejo.
Prefiero morir y soportar todos los sufrimientos
que consentir contigo.
Calla, enmudece,
no te oiré ya por más que me molestes.
El Señor es mi luz y mi salvación
¿a quién temeré?
Aunque se enfrenten ejércitos contra mí
no temerá mi corazón (Sal 27,3).
El Señor es mi ayuda y mi Redentor”.
5. Pelea como un buen soldado
y si llegas a caer por debilidad,
procura con más fuerza que antes
confiar más ampliamente en mi gracia
y cuídate mucho de complacerte vanamente y de ser arrogante.
Por esto muchos cometen errores
y vienen a caer en una ceguera casi incurable.
La ruina de estos altaneros
que presumen de sí tontamente
te debe servir para ser cauteloso
y siempre humilde.
Capítulo: VII
CUSTODIAR LA GRACIA CON HUMILDAD
Jesucristo:
1. Hijo, lo más útil y seguro para ti
es mantener oculta la gracia de la devoción
y no sobreestimarte, ni hablar mucho de ella,
ni ponderarla demasiado,
sino más bien considerar lo que vales
y temer porque se te ha dado sin merecerla.
No está bien apegarse tenazmente a estos sentimientos
porque muy pronto pueden cambiarse en contrarios.
Piensa en la gracia,
qué miserable e impotente estás sin la gracia.
No consiste el aprovechamiento en la vida espiritual
en tener la gracia de las consolaciones
sino que con humildad y paciente abnegación
soportes que ella se te quite
de manera que entonces no descuides el esfuerzo de la oración ni dejes del todo las demás buenas obras que acostumbras realizar,
sino que como mejor puedas y entiendas
realices con buena voluntad lo que esté de tu parte sin descuidarlo totalmente
por la aridez o ansiedad mental que sientes.
2. Hay muchos que se vuelven de pronto impacientes o desganados
cuando las cosas no suceden como quieren.
No está siempre en poder del hombre su camino (Jr 10,23)
sino que es propio de Dios dar y consolar,
cuando quiere, en la medida que quiere y a quien quiere, según su
deseo, y eso es todo.
Algunos desprevenidos se destruyeron a sí mismos
por causa de la gracia de la devoción,
porque quisieron hacer más de lo que podían
sin pensar en sus limitaciones,
más seguidores del afecto de su corazón
que del juicio de la razón.
Y porque presuponían mayores cosas de las que agradaban a Dios
por eso mismo perdieron pronto la gracia.
Se volvieron pobres y quedaron despreciados
los que quisieron poner su nido en el Cielo
para que humillados y empobrecidos aprendan a no volar con sus alas sino a esperar bajo mis plumas.
Los que todavía son nuevos e inexpertos en el camino del Señor
pueden fácilmente engañarse y perderse
si no se dejan guiar por los consejos de los sensatos.
3. Porque si prefieren seguir a su parecer
que creer en los más experimentados
será muy riesgoso su fin
por no querer abandonar su propio juicio.
Los que se creen sabios
rara vez soportan que otros los dirijan.
Mejor es saber poco, con humildad y limitada inteligencia
que grandes tesoros de ciencia con vana complacencia.
Mejor es para ti tener poco
que mucho de lo que vayas a presumir.
No se comporta con discreción quien se entrega totalmente a la alegría,
olvidándose de su original carencia y del puro respeto a Dios que teme perder la gracia concedida.
Ni tampoco sabe mucho de virtud
quien se entrega a la desesperación en tiempo de adversidad y de cualquier contradicción
y piensa y siente menos confianza en Mí de la que le conviene.
4. El que quiere estar muy seguro en tiempo de paz,
se encontrará abatido y temeroso en tiempo de guerra.
Si sabes permanecer siempre humilde y moderado
y moderar y conducir tu espíritu
no caerás tan pronto en los peligros y las faltas.
Es buen consejo que medites,
cuando estés con espíritu animoso
qué sucederá si falta la luz.
Cuando esto suceda,
piensa que la luz puede regresar
ya que te la quité por algún tiempo para tu seguridad y mi reconocimiento.
5. Es más útil esta prueba
que si siempre tuvieras prosperidad por tu voluntad.
Porque los méritos no deben calificarse
por tener muchas revelaciones o consuelos,
por ser un experto en las Escrituras o por tener un grado superior a los otros
sino más bien, si de verdad uno está firme en la humildad y lleno de amor a Dios,
si busca siempre sólo e íntegramente el honor de Dios,
si piensa que no es nada, y verdaderamente se reconoce limitado,
y se alegra de ser desatendido y humillado
más que honrado por los demás.
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