Capítulo: XII
SIGNIFICADO DE LA PACIENCIA Y DE LA LUCHA CONTRA LAS MALAS INCLINACIONES
Discípulo:
1. Señor Dios, según veo
necesito mucho la paciencia
porque en esta vida hay multitud de contrariedades.
De cualquier manera que organice mi paz
no podrá subsistir mi vida sin lucha y dolor.
Jesucristo:
2. Así es, hijo.
Pero quiero que no pretendas una paz
que carezca de tentaciones o no sienta dificultades sino más bien estima que has encontrado la paz
cuando te ejercites en varias tribulaciones
y seas puesto a prueba en muchas contrariedades.
Si afirmas que no te es posible sufrir mucho
¿cómo entonces soportarás el fuego del purgatorio?
Entre dos males, siempre hay que elegir el menor.
Por lo tanto, para que puedas escapar en el futuro de los eternos padecimientos,
procura sufrir con paciencia, por Dios, los males presentes.
¿O piensas que las personas del mundo
nada sufren, o sufren poco?
No encontrarás uno solo que no sufra,
incluso entre los más afortunados.
3. Pero tienen, según dices, muchos placeres,
siguen su propia voluntad
y le dan poca importancia a las dificultades.
4. Y si fuera así, que tengan lo que quieran,
¿cuánto tiempo les durará?
Los favoritos del mundo desaparecerán como humo (Sal 37,20)
y no existirá recuerdo de los placeres pasados.
Pero mientras están vivos
no gozan de los placeres sin amargura, fastidio y temor.
Porque lo mismo que les produce satisfacción,
frecuentemente les causa el sufrimiento del dolor.
Justamente se procede así con ellos
porque al buscar y seguir los placeres descontroladamente los disfrutan luego con vergüenza y amargura.
¡Qué limitados, que falsos,
que desordenados y torpes son!
Realmente por la ebriedad y ceguera no entienden
y como si fueran irracionales,
por un pequeño gusto en esta vida transitoria
caen en la muerte del alma.
Tú, hijo, en cambio, no te dejes llevar por los deseos,
y apártate de tus caprichos (Eclo 18,20).
Goza en el Señor
y te dará lo que pide tu corazón (Sal 37,4).
5. Por lo tanto, si quieres deleitarte verdaderamente
y recibir mis consuelos con abundancia,
tu bendición estará en despreciar todo lo mundano y en rechazar todos los deleites perversos;
así recibirás abundante alegría espiritual
y mientras más te apartes de todo consuelo creado tanto más agradables y hondas satisfacciones encontrarás en Mí.
Pero no las alcanzarás sin antes padecer algunas tristezas,
y el cansancio de la pelea.
La costumbre te contrariará
pero la vencerás con otra costumbre mejor.
Se rebelará tu naturaleza
pero la fuerza del espíritu la frenará.
Te instigará y te exasperará la serpiente maligna
pero huirá por la oración
y con el trabajo provechoso le impedirás la entrada.
Capítulo: XIII
OBEDECER HUMILDEMENTE COMO JESUCRISTO
Jesucristo:
1. Hijo: quien procura apartarse de la obediencia
él mismo se aparta de la gracia
y el que quiere poseer cosas privadas
pierde las comunitarias.
Quien no se somete con gusto y espontáneamente
demuestra que todavía no tiene perfectamente
dominada su naturaleza
sino que con frecuencia se resiste y murmura.
Aprende pues a someterte a la autoridad con prontitud
si deseas tener sujeta tu naturaleza.
Más pronto se vence al enemigo exterior
si la persona no ha quedado devastada interiormente.
No existe más molesto ni peor enemigo del alma
que tú mismo cuando no concuerdas bien con el Espíritu.
Te conviene de verdad
aceptar totalmente el desprecio de ti mismo
si quieres prevalecer sobre las debilidades naturales.
Porque todavía te amas muy inadecuadamente
y dudas de resignarte plenamente a la voluntad ajena.
2. Pero ¿qué tanto será que tú, que eres como polvo y nada
por causa de Dios te sometas a otra persona
cuando Yo, Todopoderoso y Altísimo, que creo [sic] todas las cosas de la nada,
me sometí humildemente a los demás por ti?
Me hice el más humilde e ínfimo de todos
para que venzas tu presunción con mi humildad.
Aprende, polvo, a despreciarte
aprende, tierra y barro, a humillarte
y a permanecer a los pies de todos.
Aprende a dominar tu voluntad
y ofrecerte al servicio de todos.
Enójate contra ti mismo y no aceptes que viva en ti el orgullo
sino manifiéstate de tal manera sujeto y pequeño que puedan todos caminar sobre ti y pisarte como el barro de las calles.
¿Qué tienes, ser despreciable, de qué quejarte?
¿Cómo puedes contradecir, vergonzoso pecador,
a los que te reprenden,
ya que tantas veces ofendiste a Dios y mereciste el infierno?
Pero mis ojos tuvieron compasión de ti
por que es muy valiosa tu alma en mi Presencia
para que reconozcas mi amor y vivas siempre agradecido por mis beneficios,
y para que te entregues continuamente a la sujeción y humildad
y sufras con paciencia tus propias limitaciones.
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