Capítulo: XII
EL GRAN CAMINO DE LA SANTA CRUZ
1. Muy dura parece esta frase:
“Niégate tú mismo carga con tu cruz [sic] y sigue a Jesús” (Lc 9,23)
pero más duro será oír esta frase final
“Aléjense de mí, malditos y vayan al fuego eterno” (Mt 25,41).
Quienes ahora escuchan con agrado y siguen la frase de la cruz
entonces no tendrán miedo de oír la eterna condena.
Este signo de la cruz estará en lo alto
cuando el Señor venga a juzgar Mt 24,30.[sic]
Entonces todos los servidores de la cruz
que conformaron su vida con el crucificado
llegarán hasta Cristo Juez con gran confianza.
2.¿Por qué, pues, tienes temor de cargar la cruz
por la que va el camino al Reino?
En la cruz está la salud, en la cruz está la vida,
en la cruz está el refugio contra los enemigos
en la cruz está la infusión de la superior suavidad
en la cruz está la fuerza de la mente
en la curz está el gozo en el Espíritu
en la cruz está la virtud
en la cruz está la perfección de la santidad.
No existe salvación ni esperanza de vida eterna
sino en la cruz.
Carga con tu cruz y sigue a Jesús;
así irás hacia la vida eterna.
Él fue delante, llevando su propia cruz
y murió por ti en la cruz
para que tú lleves tu propia cruz
y estés dispuesto a morir en ella.
Porque si mueres con Él
con Él igualmente vivirás
Y si eres su socio en la pena
también lo serás en el triunfo.
3. Mira que todo consiste en la cruz,
en morir todo termina,
y no existe otro camino a la vida y a la verdadera paz interior
que no sea el camino de la santa Cruz y continua mortificación.
Camina por donde quieras, dirígete a donde gustes
no encontrarás vía más elevada en lo alto, ni más segura en lo bajo
a no ser la vía de la santa Cruz.
Dispón y organiza todas las cosas según tu querer y parecer
y encontrarás que es inevitable sufrir de alguna manera,
libremente o a la fuerza,
y así siempre encontrarás la cruz.
Porque sentirás dolencias físicas
o soportarás dolores morales.
4. A veces te sentirás abandonado por Dios,
a veces te molestará el prójimo
y lo que es más serio, a veces serás pesado para ti mismo
y ni siquiera podrás encontrar alivio en un remedio o descansar
pero conviene que todo lo soportes hasta que Dios quiera.
Desea Dios que aprendas a padecer las dificultades,
sin consuelo inmediato
para que te sometas a Él íntegramente
y reconozcas tus limitaciones en la adversidad.
Nadie siente tan hondamente la pasión de Cristo
salvo quien sufre algo similar.
Pues la cruz siempre está preparada
y en cualquier lugar te espera.
No puedes escaparte, corras donde corras
porque a cualquier lugar que llegues,
te llevas a ti contigo
y siempre a ti mismo te encontrarás.
Dirígete al exterior, dirígete al interior
y en todas partes encontrarás la cruz;
y por tanto necesitas en todas partes tener paciencia
si deseas tener interna paz y merecer un premio eterno.
5. Si llevas la cruz con buen ánimo,
ella te llevará a ti y te conducirá al fin deseado
donde será el final del sufrimiento,
lo que aquí es imposible.
Si te llevas con desgano
se te hará más pesada y más difícil cada vez para ti
y sin embargo estás obligado a cargarla.
Si rechazas una cruz, sin la menor duda encontrarás otra
y quizás más pesada.
6. ¿Crees que puedes evadir
lo que no pudo ningún ser humano?
¿Qué santo pudo vivir en el mundo
sin cruz y sufrimientos?
Ni Jesucristo nuestro Señor
estuvo una sola hora, mientras vivió entre nosotros,
sin verdaderos padecimientos:
Convenía que Cristo padeciera
y resucitase de la muerte
para entrar de esa manera en su gloria (Lc 24,26).
¿Y de que manera tú buscas camino distinto
de este gran camino de la santa cruz?
7. Toda la vida de Cristo fue cruz y martirio.
¿Y tú esperas para ti descanso y gozo?
Te equivocas si buscas algo distinto de sufrir dificultades
porque toda esta vida mortal
y rodeada de cruces [sic].
Y mientras a mayor altura alguien progrese espiritualmente
más pesadas cruces con frecuencia encontrará
porque la tristeza de su destierro crece más por el amor.
8. Sin embargo, esta persona que ve multiplicadas
sus aflicciones
no queda sin el aliento de los consuelos
porque siente que crece gran fruto
por el hecho de llevar la cruz.
Pero cuando se somete a ella voluntariamente,
todo el peso de las dificultades
se convierte en confianza con el favor de Dios.
Y mientras más se domina la naturaleza,
más se robustece el espíritu por la gracia interior.
A veces el amor y conformidad con la cruz de Cristo
tanto reconfortan de los efectos del dolor
y la adversidad
que ya no quisiera pasarse sin sufrimientos y aflicciones
porque se está seguro de ser mejor acogido por Dios
en la medida que más abundantes y graves situaciones
se puedan sobrellevar por Él.
Esto no es energía humana sino gracia de Cristo
de forma que lo que naturalmente se aborrece y deshecha,
con esta fuerza de espíritu se alcanza y aprecia.
9. No es muy conforme con la naturaleza humana
llevar la cruz, amar la cruz,
dominar el propio cuerpo y someterlo bajo la razón
huir de los reconocimientos, soportar con ánimo las ofensas
no tenerse en mucho a sí mismo y desear que otros
eviten nuestra compañía,
y no desear la prosperidad que muchos buscan.
Si miras a ti mismo
verás que no eres capaz de realizar algo de esto.
Pero si confías en el Señor, te dará la fuerza superior
y hará que se te someta el mundo entero y tu naturaleza humana.
Ni tendrás temor del demonio que te pone a prueba
si estás armado con la fe y señalado con la cruz de Cristo.
10. Prepárate pues, como bueno y fiel servidor de Cristo
a llevar valerosamente la cruz de tu Señor
crucificado por amor a ti.
Alístate a soportar muchas adversidades
y diversas incomodidades en esta triste vida
porque, donde vayas Jesús estará contigo
y donde te escondas, a Él encontrarás.
Así conviene que sea y no hay otra solución que sufrirlos
para escapar de la angustia de los males.
Toma afectuosamente la copa del Señor
si quieres ser su amigo y deseas participar con Él.
Deja a Dios los consuelos,
para que los administre como mejor le parezca.
Tú, más bien prepárate a sufrir tribulaciones
y considéralas como grandes satisfacciones
porque no están en proporción
los padecimientos del tiempo presente
con el premio futuro (Rm 8,18)
aunque solo tú pudieras soportarlos todos.
11. Cuando llegues al extremo
de considerar la dificultad dulce y sabrosa por Cristo
piensa que entonces te va bien
por que encontraste el paraíso en la tierra.
Siempre que te parece muy pesado el padecimiento
y tratas de huir,
actúas indebidamente
porque la dificultad te seguirá donde vayas.
12. Si te dispones para hacer lo necesario
es decir, a padecer y a morir,
te irá mejor muy pronto y encontrarás la paz.
Y aunque fueses elevado hasta lo más alto, como el apóstol Pablo
no creas que con eso te has asegurado de no padecer nada después.
Jesús dijo: “Yo le voy a mostrar
cuánto tendrá que padecer por Mí” (Hch 9,16)
Tienes, pues, que padecer
si amas a Jesús y te agrada servirlo a Él siempre.
13. ¡Ojalá fueses merecedor de sufrir algo
por el nombre de Jesús!
¡Qué gran honor te resultaría!
¡Qué gran alegría para todos los santos de Dios!
¡Qué constructivo sería para quienes tienes cerca!
Todos recomiendan la paciencia
pero poquísimos están dispuestos a padecer.
Deberías sufrir un poco, de buena gana, por Cristo
ya que muchos sufren tan seriamente por intereses inmediatos.
14. Ten por seguro
que muriendo te conviene vivir.
Porque mientras más uno muere a sí mismo
más empieza su vida en Dios.
Nadie está apto para comprender
las verdades eternas
si no acepta sobrellevar por Cristo las adversidades.
No hay cosa más querida por Dios
ni más saludable para ti en esta vida
que padecer gustosamente por Cristo.
Y si tuvieras que elegir
deberías optar mejor sufrir por Cristo
que recrearte con muchas satisfacciones
porque quieres parecerte más a Cristo
y hacerte más semejante a los santos.
No consiste nuestro mérito
ni el provecho de nuestra situación
en muchas experiencias sensibles del favor de Dios
sino más bien en aceptar
pesadas responsabilidades y muchos sufrimientos.
15. Si existiera algo mejor y más útil
para la salvación de los hombres
que padecer,
necesariamente Cristo lo hubiera demostrado
con su enseñanza y ejemplo.
Pero claramente exhorta a los discípulos
y a todos los que después lo siguieron,
para que lleven la cruz diciendo:
“Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo,
cargue con su cruz y sígame” (Mt 16,24).
Así que después de leer y profundizar
en todo lo anterior
se llega a ésta conclusión final:
Conviene que entremos al reino de Dios a través de muchas dificultades (Hch 16,21).
No hay comentarios:
Publicar un comentario