Lunes 03 de Junio del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de Tobías (1,3;2,1b-8):
Yo, Tobías, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez, e hice
muchas limosnas a mis parientes y compatriotas deportados conmigo a
Nínive de Asiria. En nuestra fiesta de Pentecostés, la fiesta de las
Semanas, me prepararon una buena comida.
Cuando me puse a la mesa, llena de platos variados, dije a mi hijo
Tobías: «Hijo, anda a ver si encuentras a algún pobre de nuestros
compatriotas deportados a Nínive, uno que se acuerde de Dios con toda el
alma, y tráelo para que coma con nosotros. Te espero, hijo, hasta que
vuelvas.»
Tobías marchó a buscar a algún israelita pobre y, cuando volvió, me dijo: «Padre.»
Respondí: «¿Qué hay, hijo?»
Repuso: «Padre, han asesinado a un israelita. Lo han estrangulado hace un momento, y lo han dejado tirado ahí, en la plaza.»
Yo pegué un salto, dejé la comida sin haberla probado, recogí el cadáver
de la plaza y lo metí en una habitación para enterrarlo cuando se
pusiera el sol. Cuando volví, me lavé y comí entristecido, recordando la
frase del profeta Amós contra Betel: «Se cambiarán vuestras fiestas en
luto, vuestros cantos en elegías.» Y lloré. Cuando se puso el sol, fui a
cavar una fosa y lo enterré.
Los vecinos se me reían: «¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando
para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo
tenéis, enterrando muertos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 111,1-2.3-4.5-6
R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,1-12):
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos
sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña,
la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la
arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un
criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a
otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le
quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su
hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el
heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y,
agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el
dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a
otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente"?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Lunes 03 de Junio del 2013
Queridos hermanos:
Hoy comenzamos la lectura del libro de Tobías. Se trata de una obrita
escrita a finales del siglo III antes de Cristo; primero en hebreo o
arameo y después en griego. Su propósito parece claro: ofrecer un modelo
de identidad a los judíos que vivían en la diáspora durante la época
helenística. Este modelo acentúa el amor a la ley y al Dios protector,
la necesidad de una familia unida, el recuerdo de Jerusalén como centro
de unidad de todos los judíos.
El libro de Tobías es la historia de una familia. Sus protagonistas son
el anciano Tobit, su hijo Tobías, la joven Sara y el ángel Rafael. El
libro está dividido en tres partes. La primera presenta a los personajes
y sus situaciones especiales: la ceguera de Tobit y la maldición que
pesa sobre Sara. La segunda describe el viaje de Tobías, acompañado por
Rafael, y la boda de Tobías con Sara. La tercera parte narra el regreso,
el reencuentro y la curación de Tobit.
A lo largo de los próximos días nos iremos acercando a esta historia
sapiencial. Pero es bueno que desde el principio descubramos las tres
claves teológicas más importantes: el valor de la familia y del
matrimonio, la providencia de Dios expresada en sus ángeles y la ética
de las buenas obras.
En el texto de hoy se describe una de las obras de misericordia
practicada por Tobías con riesgo de su vida: enterrar los cadáveres
abandonados de sus hermanos judíos. No es fácil entender esta acción en
nuestra sociedad occidental. Nuestros conceptos acerca del cuerpo y de
la muerte distan mucho de los conceptos del judaísmo. Sin embargo, hay
un valor de fondo que sigue vivo: somos los guardianes de nuestros
hermanos. Enterrar un cuerpo es "hacerse cargo" de alguien, no dejarlo
expuesto a los perros y a las aves rapaces.
La parábola del evangelio de Marcos es la respuesta de Jesús a las
preguntas insidiosas de los "sumos sacerdotes, letrados y senadores". En
lenguaje cifrado, Jesús habla de su origen (el "hijo querido") y de su
final ("lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña"). Y también de las
actitudes de quienes lo conocen. Me gusta la frase redaccional de
Marcos: "Veían que la parábola iba por ellos". ¿En qué sentido la
parábola va hoy por mí, por ti?
Hoy también celebramos la memoria de los mártires de Uganda, Carlos
Luanga y sus 21 compañeros, mandados asesinar por el Muanga. Su
testimonio de fortaleza en la adversidad, de perdón y reconciliación
resuenan en nuestros días, y nos hacen poner nuestra mirada de Africa
-en palabras de Pablo VI- "bañada por la sangre de estos mártires, los
primeros de la nueva era, resurge libre y dueña de si misma". Su
sacrificio nos remite al sacrificio del Hijo de la parábola del
Evangelio de hoy. Su martirio es la victoria de fidelidad extrena frente
a la violencia y la sinrazón, y esto siempre desde el amor y el perdón,
nunca desde el odio y la rabia.
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