Capítulo: I
LA COMUNICACIÓN INTERIOR
1. “El Reino de Dios está entre ustedes” (Jn 17,21), dice el Señor.
Conviértete de todo corazón al Señor
abandona las maldades de éste mundo
y tu vida encontrará reposo.
Aprende a menospreciar los intereses exteriores,
entrégate a los interiores y verás que el Reino de Dios llega a ti.
Porque el Reino de Dios es paz y alegría con el
Espíritu Santo (Rm 14,17)
que no se da a los faltos de piedad.
Cuando Cristo venga a ti, te mostrará su amor
siempre que encuentre allí dentro un hogar preparado.
Todo esplendor y belleza se encuentra dentro
y ahí le gusta entrar.
Frecuentemente visita a la persona de vida interior
le conversa suavemente, le manifiesta su afecto,
mucha paz y maravillosa intimidad.
2. Anímate, buen amigo, prepara tu corazón al Señor
para que condescienda en venir a ti y habitar en ti.
Por eso dice: “Si alguno me ama, seguirá mis enseñanzas;
mi Padre y yo vendremos a él y viviremos con él” (Jn 14,23).
Dale sitio a Jesús
y niégales el ingreso a todos los demás.
Cuando tengas a Cristo
serás rico y con él tendrás suficiente.
Él se encargará de ti y será tu fiel proveedor en todo
para que nada tengas que esperar de los demás.
Las personas cambian mucho y fallan rápidamente
pero Cristo permanece para siempre y se mantiene firme hasta el fin.
3. No debe ponerse mucha confianza en seres frágiles y mortales,
aunque nos sean útiles o muy queridos
ni nos debe entristecer demasiado
si algunas veces se nos enfrentan o contradicen.
Quien hoy está contigo,
mañana puede serte contrario, y viceversa;
con frecuencia cambian como el viento.
Pon toda tu confianza en Dios
y que Él sea siempre tu temor y tu amor.
El mismo responderá por Ti
y te hará bien, de la mejor manera.
No tienes aquí residencia permanente
y por donde vayas serás extranjero y peregrino
ni tendrás el menor reposo
a menos que estés unido íntimamente a Cristo.
4. ¿Qué miras a tu alrededor
si no es éste el lugar de tu descanso?
En el cielo debe estar tu habitación
y observar como de paso las realidades creadas.
Pasan todas las cosas
y tú juntamente con ellas.
Atiende a no adherirte a ellas
no suceda que te apresen y perezcas.
Junto al Altísimo debe estar tu pensamiento
y dirigirse sin cesar tu invocación a Cristo.
Si no sabes especular sobre las altas realidades del Cielo
descansa pensando en la pasión de Cristo
y habita gustoso en sus sagradas llagas.
Si te refugias con devoción
en las heridas y preciosos estigmas de Jesús
te sentirás muy reconfortado en las aflicciones,
no te preocuparás tanto de los desplantes que te hagan
y podrás soportar fácilmente las palabras hirientes.
5. Cristo fue despreciado por muchos mientras vivió en la tierra
y, en medio de ofensas, fue abandonado por sus
conocidos y amigos
cuando tenía de ellos mayor necesidad.
Cristo aceptó sufrir y ser despreciado
¿y tú te atreves a quejarte de alguna cosa?
Cristo tuvo adversarios y contradictores
¿y tú pretendes que todos te sean amigos y benefactores?
¿Cómo va a premiarse tu paciencia
si nada adverso te ocurre?
Si no quieres sufrir nada que te moleste
¿cómo llegarás a ser amigo de Cristo?
Sopórtate con Cristo y por Cristo
si quieres reinar con Cristo.
6. Si alguna vez, al menos,
penetrases perfectamente en el interior de Jesús
y saboreases un poquito de su encendido amor
entonces dejarías de prestar atención
a tus propias comodidades o incomodidades
alegrándote más bien de soportar ofensas
porque el amor de Jesús hace que las personas
se den menos importancia a sí mismas.
El que ama a Jesús y a la Verdad,
y sinceramente aprecia su vida interior
manteniéndose libre de condicionamientos alienantes
puede también libremente comprometerse con Dios,
elevarse espiritualmente por encima de sí mismo
y descansar con gran alegría.
7. Quien aprecia las cosas como son,
no como se dice o se considera,
es, de verdad, un sabio
y más instruido por Dios que por cualquier persona.
Quien sabe conducirse dentro de sí,
y darle su justo valor a las cosas exteriores
no requiere lugar o tiempo determinado
para dedicarse a los ejercicios que lo llevan a Dios.
La persona de vida interior pronto se recoge dentro de sí
porque nunca se desparrama totalmente al exterior.
No le causa problema el trabajo ordinario
o las ocupaciones correspondientes al tiempo indicado
sino que sabe acomodarse a ellas tal como vienen.
Quien está bien dispuesto y organizado interiormente
no le da importancia a los hechos famosos o perversos
de los otros.
Porque cualquiera puede sufrir impedimentos y distracciones
en la medida que se deja atraer por las cosas.
8. Si te comportases rectamente y de verdad fueses puro
todo se convertiría para ti en beneficio y provecho.
Por eso muchas cosas te desagradan y con frecuencia te confunden [sic]
porque aún no te has mortificado perfectamente
ni te has liberado de tantos intereses rastreros.
Nada mancha ni compromete así nuestro corazón
como el amor inconveniente a lo creado.
Si desatiendes las satisfacciones exteriores,
podrás contemplar las realidades divinas
y alegrarte interiormente con frecuencia.
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